Capítulo 34

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 Mientras Daryl aún dormía, May daba vueltas por toda la habitación, juntando y luego guardando en una mochila todo lo que el hombre pudiese necesitar una vez fuera de los altos muros que rodeaban la comunidad. Sólo esperaba que su viaje no le tomara mucho tiempo.

Dejó sobre la cama un cinturón con varios cuchillos de cocina que se había tomado el tiempo de primero robar y luego dar filo. Aun sabiendo que Daryl no era tan bueno en sus lanzamientos como ella, era lo que había. No tenían muchas armas y quería tener la seguridad de que tendría con qué defenderse, ya fuera de un caminante o cualquier otra cosa.

-No sabía que ya nos íbamos de luna de miel.- dijo Daryl refregándose los ojos. Había despertado. –Dime ¿adónde vamos?-

-Pues... no lo sé. Quizá tu querida esposa Jesús pueda decirte.- bromeó.

-Rompiste la magia.- se estiró sobre la cama. –Maldito Gregory... ojalá pudieses venir.-

- U ojalá pudieses quedarte.- dijo sentándose en el borde.

-No.- negó él con la cabeza. –Sabes bien que a mí me gusta esto. No. Lo ideal sería que me acompañaras. Como en los viejos tiempos.-

-¿Los viejos tiempos?- Para ambos, los viejos tiempos significaban unos cuantos y pocos meses atrás. Tiempos en que aún vivían "tranquilos" si es que se podía decir así. -Yo también los extraño. Pero... ya verás Daryl Dixon, cómo volveremos a hacerlo otra vez.- Daryl se acercó para ver las armas.- Cuando nos libremos de Gregory, cuando volvamos a Alexandría.-

-Cuando volvamos a tu adorable apartamento...- May se ruborizó y Daryl le dio un beso en la frente, luego le acarició las manos con una delicadeza que no era propia de él. –Te amo.-

May quedó sorprendida. No esperaba oír esas palabras, al menos no esa mañana.

-Yo también.- bajó la mirada. -¿Sabes? No te ofendas pero creo que no elegiste un muy buen momento para decirlo.- soltó una risa nerviosa. Llevaba mucho esperando oírlo pero se sintió extraña. –No lo es cuando se trata de una despedida.- dijo poniéndose seria. Daryl se encogió de hombros.

-No podía irme sin decirlo.- seguía sujetando sus manos.- Uno nunca sabe.-

-No digas eso.- sacudió la cabeza con la idea de que él no volviera. –Bajemos. No quiero que Jesús piense que te tengo secuestrado.-

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-¡Ahí estás!- dijo Jesús al vernos llegar a la biblioteca. –Había enviado a Glenn a buscarte a tu habitación.-

-Ya estoy aquí.- respondió Daryl pensando en que se dirigía a él.

-¿Qué?- soltó una pequeña risa. –Le decía a May, hay algo que debo decirle antes de irnos.- la chica pudo ver que había una sombra de preocupación en su rostro. –Ven conmigo.- le dijo para que la siguiera mientras Daryl se quedaba en la habitación.

Caminamos por el pasillo hasta una pequeña sala de estar que yo ya conocía. Tenía una gran chimenea y estaba rodeada de dos ventanales que daban hacia el bosque. Era quizá uno de los lugares más alejados de la mansión y por eso siempre estaba muy tranquilo.

-Me estás preocupando, así que habla.- dijo la chica.

-¿Recuerdas lo qué te dije sobre Mitchell?- May asintió. –Bien, quiero que lo tengas presente. No te fíes de él. No es una buena persona.-

A pesar de que habría resultado mejor ser directo y decirle a May lo que sucedía, Jesús no estaba seguro. No quería formar un escándalo, no cuando pudiese que Mitchell sólo se quedara en las palabras y menos cuando existía un pacto de ayuda entre los de Alexandría y los de Hilltop.

Highway Hell (Daryl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora