-¿Dónde está Céline?- le preguntó May a Michonne. Había bebido tanto que ya ni siquiera sabía lo que estaba haciendo. El whiskey en vez de ayudarla a relajarse cómo Daryl había pensado, en realidad no hizo nada más que aumentar la sospecha que la chica tenía. En cuanto se quedó dormido sobre el sillón, ella aprovechó la oportunidad para salir corriendo fuera de casa.
-Cuidando a Judith. ¿Te encuentras bien?- dijo sujetándola por el puño de la camiseta. Inhaló un poco y fue capaz de sentir el fuerte olor a alcohol que desprendía la chica. –Ohh... May. Te acompañaré devuelta a casa.-
-No, no, no es necesario. Puedo volver sola.- la mujer aflojó un poco la mano y dejó a May libre. –Pero primero...será sólo cosa de un minuto.- comenzó a caminar rápidamente a casa de Rick.
-¡May!- pero ya estaba llegando a la puerta. "Debo ir a buscar a Daryl" se dijo para sí y volvió por dónde la chica había venido.
A Céline poco le importaba la bebé. Si hubiese dependido de ella podía ahogarse en su propia mugre o llorar de hambre hasta quedarse dormida. Odiaba a los niños y no le era posible entender cómo la gente era capaz de tener la paciencia de criar a "algo" que comía y se movía tanto.
Escuchó pasos que venían de la escalera.
-¡Diablos!- pensando en que los Grimes habían llegado un poco antes de lo programado, se apresuró en cerrar el cajón que revisaba y salió del cuarto con la falsa intención de hacer dormir a Judith. –Llegaron muy temprano.- dijo con una sobreactuada sonrisa. –Ya iba a...- se quedó en silencio. No era Rick. No era Carl. Ni siquiera era Michonne. Era May. –Oh, No pensé que eras tú. ¿Cómo has estado?- fingió una sonrisa de nuevo.
-Bastante bien.- estaba de brazos cruzados, afirmada en la baranda de la escalera.
-¿Enserio?- dijo con nerviosismo. – Eso es... muy bueno.- se golpeó la cabeza con la mano. –Quiero decir que me alegra escucharlo. Estos días he estado tan ocupada que ni siquiera he podido ir a verte.-
-Claro que has estado ocupada.- lo último lo dijo con sarcasmo. –Intentando ganarte la confianza de todos. Por mi parte, he estado recordando.- le dirigió una mirada intimidatoria.
-No entiendo lo que quieres decir.-
-Recuerdo todo. Y sé perfectamente bien, quien fue la que me hizo todo esto.- sacó su cuchillo del cinturón. –Fuiste tú.-
Céline comenzó a sudar frío. Estaba paralizada. Jamás pensó que May tardaría tan poco en recuperar sus recuerdos.
-Hazlo. Nadie va a creerte después.- dijo recuperando el movimiento y refiriéndose al estado en que May se encontraba.
Ambas chicas desviaron su atención a los gritos que venían de afuera. Michonne de seguro había ido a buscar ayuda para llevarla vuelta al apartamento y a impedir que hiciera una estupidez. Céline aprovechó el momento y se estampó contra el muro, saliendo sangre de sus labios y nariz. En otras palabras, victimizándose.
-¿Qué demonios?- se preguntó May. -¡Estás demente! ¡Tú y tu familia están enfermos!- Céline se quedó en pausa. A ella nadie la llamaba así. Su expresión se transformó drásticamente llegando a parecer otra persona. Se abalanzó contra May, intentando arrebatarle el cuchillo y hacer que cayera por la baranda.
-¡Muere!- May soltó el cuchillo pero lo pateó y dejó que resbalara hacia el primer piso. Un combate sin armas era mucho más ventajoso para ella. O a lo menos, eso pensaba. Nunca había visto a Céline luchar, y por su contextura física tenía la creencia de que no debía ser muy hábil. Pero estaba equivocada. La chica era rápida y fuerte, casi a su mismo nivel.