Capítulo 36

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-Estoy en problemas.-

-¿Por qué?-

Quentin se pasó las manos por el rostro, cubriendo su evidente nerviosismo y preocupación. Estaba con las manos atadas. Sabía que Céline era una persona de palabra, sobre todo cuando se trataba de dictar una sentencia de muerte, no importando quien fuese la víctima.

Podía escapar, sí. Pero quizá, teniendo que pagar un alto precio.

-Céline está amenazándome.- Carl estaba extrañado, hubiese apostado su vida a que esa chica loca no se atrevería jamás a tocarle un solo cabello a su rubio amigo. –Dice que tengo una semana para descubrir dónde está el arsenal de armas que May logró traer de Nueva York.-

-¿Pero cómo?-

-Quiere que tú me lo digas.- el chico levantó una ceja, aún no entendía cuál era su papel en todo eso.- Carl, mira, no tengo intenciones de ayudarla pero tampoco quiero morir. Quizá podrías decirme dónde están y luego se me...-

-No lo sé. No sé dónde están.- se incorporó un poco. –Cuando May llegó, fue Carol quien se encargó de esconder las armas. Podrían estar en cualquier parte.-

-Y en un muy buen lugar porque aún no damos con ellas.- Quentin sacudió la cabeza. –Estoy perdido. Completamente. Lo peor es que no puedo escapar y no puedo sacarlos de aquí porque sería dejar Alexandría bajo el control total de esa... sicópata.-

-Hay que esperar a ver qué ocurre. Si algo he aprendido en estos años es que casi siempre llega alguien o algo para salvarte el pellejo.-

-Niño, estoy con el reloj en contra.- bufó.- No sé si tenga mucho tiempo para esperar un milagro.-

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Vestida como una peculiar campesina, May con canastillo bajo el brazo, intentaba alcanzar las manzanas que habían madurado esa mañana.

De repente, sintió como unos fuertes brazos la levantaban del suelo, haciéndole más fácil el poder cosechar las rojas frutas. Miró hacia abajo y se preguntó con todas sus fuerzas por qué no había llevado una escalera.

-¡Suéltame!- le gritó a Mitchell, que tenía una gran sonrisa en el rostro. Deseó golpearlo.

-Tranquilízate.-

-¡Qué me sueltes!-

-Di "Por favor, Mitchell. Te besaré si me dejas en el suelo"- "Estúpido" May estaba casi tan roja de rabia como las manzanas que llevaba en el canasto.

-Por favor, Mitchell. Te cortaré las...-

-Hey, hey.- la soltó con suavidad.- No hay por qué ponerse violenta. Sólo intentaba ayudarte.-

-Entonces ayúdame. Ve y tráeme una escalera. Luego desaparece.-

-Qué carácter.- le robó una de las frutas y le dio un mordisco.

May no pudo evitar pensar que se veía guapo mientras comía. Parecía la escena de una película. Agitó la cabeza. Tonterías. Nunca había sido una persona muy cristiana pero algo en la situación le recordó el episodio, capítulo, o como se llame, del fruto prohibido. Eran las manzanas, de seguro.

-¿Pensando en lo bien que me veo?- la chica rodó los ojos. –Jesús pensaría lo mismo.- se molestó por el comentario.

-Lo dudo.-

-Tienes razón, quizá ya le haya puesto el ojo encima a tu querido Daryl. Debe estar gozando como nunca esa "expedición"- rió.  May le lanzó una manzana en el rostro. –Auch...- se quejó.

Highway Hell (Daryl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora