Capítulo 16

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"El amor es algo que crece, que vamos alimentando: que construimos"

Gisele Bundchen


Nunca he tenido un escultural cuerpo ni siquiera cuando estaba pequeña, de eso he estado consciente toda mi vida. Las fotos que he podido ver en el álbum familiar siempre me han mostrado como una niña y joven muy desarrollada para mi edad. Cuando uno es niño esas cosas no afectan, pero a medida que se va creciendo el prejuicio se hace presente y en cualquier momento aparecen niños, jóvenes y adultos muy crueles que no les importa pensar antes de hablar. Siempre creyéndose superiores al ofender o hacer sentir inferiores a los demás. Pero también rescato grandes personas que no se fijan ni en lo físico, posición social o económica. He conocido a muchos de ellos, en el colegio o preparatoria y en la Universidad, ellos me hacen creer día a día que no estamos perdidos, aún queda mucho de humanidad.

No olvido a una amiga, Cinthia, ella siempre fue mi mejor amiga en el colegio, cuando le hacía alguna mención que debería bajar de peso contestaba siempre lo mismo «es que gordita eres bonita, no te imaginaría de otra forma» o cuando el profesor de arte, don Carrascal siempre se acercaba a decirme: «¿Acaso ha conocido alguna gordita fea? Ninguna ¿verdad? Todas son hermosas, han nacido con el don de la belleza» ¡Cómo olvidarlo! Siempre fue especial para conmigo. Por lo tanto, aunque había gente que no medía lo que decía siempre encontraba a personas valiosas que con alguna sonrisa, cariño o palabras se convertían en las mejores del mundo.

Poco a poco fui dejando mis miedos, Laura fue la que me ayudó mucho en aquello, me hizo creer que podía ser hermosa en todo el sentido de la palabra y a aprender a quererme. Al principio no creía en sus palabras, consideraba que como era mi prima y era guapa todo era fácil para ella, siempre tuvo un buen cuerpo, su cabello castaño claro y sus ojos café complementaba muy bien su aspecto físico. Para qué negarlo, hubo momentos en que desee ser como ella.

Otro de los puntos que me entristecía es que en todas las mujeres de mi familia tenían un torneado cuerpo solo era yo y unas más por allí que no disfrutábamos de ese privilegio. Mi abuelita decía que yo siempre era especial y que era la mejor de sus nietas, aquello siempre lo presumía y lo sigo presumiendo entre mis primas. Laura, con su paciencia y regaños me hizo poco a poco más segura, aunque sigo siendo tímida he de reconocer que soy distinta. No me ha sido nada fácil socializar, aunque a decir verdad desde que entré a la Agencia de Modelaje he aprendido a desenvolverme mejor y al estar rodeada de tantas personas y con diferentes circunstancias eso ha contribuido a ser más abierta.

Así mismo he logrado descubrí grandes personas que se han robado mi corazón y son parte especial de mi vida. Nelson también ha sido mi gran ayuda, siempre tiene una palabra de ánimo para mí y para ser realista me ha hecho sentir deseada, amada y única como si en verdad alguien como él anhelara o deseara mi amor. De vez en cuando me permito sentirme especial, pero también me hace temer porque podría ser una estrategia para demostrarme o decirme que puedo conquistar a cualquier hombre. También me ha dado grandes responsabilidades que han hecho que me respeten o me vean como alguien que toma grandes decisiones. Desde el inicio me hizo creer que ninguna modelo era superior y que yo era más bella que cualquiera de ellas, tanto así que según él puedo ser una modelo, obvio que de talla grande, pero al fin modelo, me rio al escuchar sus sueños frustrados en mí.

Me miro al espejo otra vez y admito que el vestido azul oscuro me queda perfecto, su parte transparente con piedras al frente me queda precioso; no es ni muy provocador ni tampoco es demasiado serio haciéndolo ideal para la fiesta de Erick. Desde que lo vi supe que era para mí y hasta la dependienta se asombró al notar que era hecho a mi medida.

—¿Me queda bien, Timoteo? —pregunto a mi gato mientras me observa desde la cama.

—¿No crees que deberías de preguntarle a alguien que hable y tenga un buen sentido de la moda? ¿O por lo menos, que te diga la verdad no solo porque le llenas el tazón de comida y agua? —pregunta Laura mientras va entrando a mi habitación sonriendo.

La miro a través del espejo que viene cargada de un gran bolso colmado de maquillaje y hasta un banquillo. Deja el banquillo junto a mí y el bolso lo coloca encima de mi mueble.

—Era una pregunta retórica ―ruedo los ojos ―, no esperaba la aprobación o respuesta de Timoteo.

—Contigo nunca se sabe, así que me adelanto. Tantas cosas que has hecho que hasta pensaría que esperarías una respuesta de él —Señala a Timoteo mientras rebusca el bolso —. Por cierto, déjame decirte que me encanta como te queda ese vestido. Hoy vas a brillar.

Me mira con cariño y con una sonrisa cuando se fija el vestido, me ama, pero también me dice la verdad siempre y eso la hace especial para mí. Confío mucho en Laura.

—Sí —contesto emocionada —. Cuando lo vi ahí en la tienda me encantó y aunque no pensé que me quedara bien me gustó mucho.

—Se te ve perfecto, Mille. Hay outfit que te quedan tan perfectos que me asombro —habla y vuelve a sacar lo necesario de la bolsa —. El que se va a emocionar mucho es Nelson, querrá llevarte a un rincón oscuro y hacerte muchas cosillas...

—Laura por favor —interrumpo ante que salga con alguna de sus locuras.

—¡Que aburrida eres! Ven, siéntate —señala el banquillo —. Te voy a maquillar de tal manera que nadie se va a resistir a tu belleza. Hasta el tal Rodrigo va a querer que seas su novia de verdad. Me va a dar pena por su novia.

—Ay Rodrigo —hablo mientras me siento frente a Laura —, me envió un mensaje diciendo que disfrute de la fiesta que decidió convencer a su chica de ir a otro sitio para no echarme a perder mi mentira y la fiesta.

—¿De verdad? Es un gran hombre, ya lo amo. Aunque debió de echarte de cabeza por todo lo que has armado.

—Ya sé, pero también me dijo que le debía el sacrificio y que me la cobraría muy caro.

Niego al pensar en el buen gesto de Rodrigo, y en la locura del mensaje diciendo que me va a llevar a su cuarto rojo para castigarme.

—Hombres como los que están a tu lado son difícil de encontrar, eres muy afortunada y por eso me enoja que actúes como boba ¡Cierra los ojos!

Me obligo a cerrarlos y esperar que termine de maquillarme. Laura es de aquellas mujeres que les encanta lucir siempre bien y no les importa dedicar muchas horas frente a la computadora o el móvil viendo tutoriales de maquillaje, aquellos tutoriales la han hecho una experta del maquillaje hasta podría decir que maquilla como si hubiera tomado algún curso profesional.

En cambio, yo siempre he sido sencilla, un labial suave, rímel en mis pestañas y listo. No soy de las que le gusta dedicar muchas horas frente al espejo, pero cuando voy a algún evento y sobre todo de la Agencia me esfuerzo por ir más arreglada y ahí es cuando entra Laura, aunque hay veces que no ha podido por los turnos en el hospital, pero ahí si tengo que arreglarme yo. Dejo que haga todo lo que tiene que hacer con mi rostro.

—Ni te preocupes en volver, Mille —habla mientras está a punto de terminarme de maquillar —. Separa un poco los labios. Si no regresas sé que te fuiste con Nelson a su departamento. Así que disfruta y que no te de pensión escribirme para avisarme.

—¿Estás loca? —pregunto ante sus locas deducciones.

—No hables, que vas a estropear el maquillaje.

No sigo hablando, aunque sé que es mentira que voy a afectar el maquillaje, solo lo hace para que no refute nada de lo que dice.

—Quizás hoy sea tu noche picarona —ríe a carcajadas —, y no te atrevas a hablar que te estoy maquillando. Aunque para la madrugada y para lo que van a hacer no necesitaras nada de esto.

Suspiro. La verdad que no sé por qué estoy nerviosa, pero espero que no sea nada de lo que se le está pasando por la mente a Laura.

Inesperado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora