Capítulo 24

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"Mantén la cabeza arriba, mantén tu barbilla en alto, y lo más importante, mantén tu sonrisa, porque la vida es una cosa hermosa y hay mucho por lo cual sonreír".

Marilyn Monroe


Hoy se inaugura en el medio día la feria para que todos los diseñadores incluidos los que no pudieron ingresar al Fashion Week tengan su oportunidad de mostrar el gran talento que posee. Me alegro enormemente que estén emocionados todos por este innovador evento.

—Insisto en que deberías venir, Mille —dice Nelson mientras arregla unos últimos documentos que tiene que enviar por fax.

—Prefiero quedarme aquí para terminar ciertos pendientes y para mantenerte informado de cualquier novedad.

—Pero tú fuiste la visionaria de esto y el éxito que promete también es merecedor tuyo, por eso no me parece justo que no estés presente —insiste arrugando el ceño como si le molestara que no acepte.

—Te conozco tanto que estoy segura que en la inauguración vas a salir diciendo que la de la idea fui yo y hasta querrás que diga algunas palabras, o inducirás a otros para que lo hagan.

Ríe.

—Ay mujer, a veces me asusta pensar que me conoces tanto.

—Tienes que firmar estos últimos documentos —indico extendiéndoselos cuando llega a mí —. De ahí puedes irte tranquilo que yo me encargo de lo demás.

—Está bien —los toma y me da un beso corto en la boca.

Lo miro irritada, pero ni caso me hace así que mejor decido salir. ¡Ay este hombre! Salgo de su oficina y me dirijo donde Rodrigo para entregarle otros documentos, pero en mi caminata me fijo que Nicolle viene hacia mí y estoy segura que no vuela porque no tiene escoba.

—¡Eres una estúpida! —grita como desquiciada antes de acercarse a mí —. Reconoce que me tienes envidia. Te mueres por ser como yo.

Se frena frente a mí y miro a mi alrededor fijándome que algunas personas empiezan a mirarnos ante el escándalo de Nicolle. Así que no digo nada para no armar un griterío.

—No sé de qué hablas y no me interesa —digo de forma pausada con voz baja —. Si quieres hacer uno de tus dramas, ve a otro lugar, aquí estamos trabajando.

Trato de girarme para regresar a la oficina y me detiene del brazo. A lo que giro me encuentro que su mano se estrella en mi mejilla. El ardor aparece al instante, pero no me contengo y se la devuelvo. Se queda estática pasando su mano por mi marca y no le presto más atención y me regreso hacia la oficina. Para mi mala suerte sus tacones se perciben detrás de mí. Cierro con fuerza la puerta, pero la detiene.

—Hiciste que Guille, Erick y Leonard me rechazaran como su modelo principal. No modelaré sus diseños exclusivos, eres una malvada —expresa indignada. Su cara está casi del mismo color de su cabello por el enojo.

—Mira, Nicolle —digo de forma conciliadora para que se tranquilice —. Yo no tengo autoridad sobre Guillermo, Erick o Leonard. Ellos escogen las modelos para sus diseños. Quizás encontraron algún defecto en ti y no le eres útil.

Admito que esa última parte se lo he dicho con mala intención para herir su orgullo. Estoy harta de todas sus humillaciones. Quiero que lleve algo de su propia medicina. Inmediatamente me preparo por si se le ocurre darme algún golpe porque sus manos las tiene hecha un puño junto con su respiración acelerada. Tengo que admitir que a pesar de verse muy enojada no pierde la elegancia. Para mi sorpresa su semblante cambia a uno digno o casi inocente si no la conociera.

Inesperado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora