Capítulo 23

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"Quiero ser la persona que se siente muy bien en su cuerpo y que pueda decir que lo ama sin cambiar nada"

Emma Watson


Me remuevo de mi lugar aun sin abrir los ojos al sentir unas manos envolviendo mi cintura al mismo tiempo que unos besos cálidos y placenteros recorren mi cuello. Debería intentar quitármelos de encima, pero muevo mi cuello para darle mayor acceso. Inmediatamente me imagino sus besos abarcan toda mi piel expuesta mientras sus manos aprietan con más fuerza mi cintura y expulso una especie de jadeo.

—Despierta dormilona —susurra por mi oído logrando erizarme la piel con esa voz tan familiar que no logro definirla. Intento abrir mis ojos, pero estoy demasiado cansada para hacerlo. Prefiero seguir disfrutando de sus caricias.

—Mille —vuelve a susurrar en mi oído. Automáticamente abro mis ojos al darme cuenta al encontrarle dueño a esa voz. Me levanto de sobre mi escritorio y al hacerlo me duelen los brazos y el cuello. Mis ojos se encandilan con la luz y me doy cuenta que estoy en la oficina y que me he quedado dormida. Miro la hora que me indica la computadora y son las siete de la noche.

—Te quedaste dormida, Mille. Pensé que no había nadie porque estaban las luces apagadas y al llegar me encuentro con la Bella durmiente.

Lo miro y está recostado en la pared a escasos un metro de donde estoy sentada. Acaricio mi cuello y muevo la cabeza despacio para que desaparezca un poco la leve molestia por quedarme dormida en esa posición.

—Me he quedado dormida esperándote.

—Lo sé, gracias. Ven, he traído comida china —señala los recipientes en la mesa donde están las sillas de recibidor.

Me levanto para ir al baño y lavarme las manos, miro en el espejo mi rostro y por lo menos tengo mi cara decente con el leve maquillaje en su lugar. Así que me encamino hacia su oficina esperando que los besos y caricias hayan sido una jugada de mis pensamientos cuando me llamaba. Al entrar lo veo sentado en su silla y la comida justo al frente de él, enseguida me siento y abro los recipientes, me muero de hambre.

—¿Y para ti? —pregunto al ver comida para una persona.

—Yo comí allá, la reunión se extendió hasta mucho más de lo que pensaba y, como el resto me comunicó que no iban a quedarse traje solo para ti, aún con dudas porque no pensé encontrarte —dice con su rostro cansado, pero sin dejar de hablarme y mirarme con atención.

—Entiendo. Me quedé por si necesitabas algo, pero el sueño me venció —hablo mientras continúo comiendo.

—Así vi, lo bueno que ya falta poco. Hoy adelantaremos lo suficiente para no desperdiciar la noche.

No digo nada y me dedico a comer, mientras lo hago veo que lleva el asiento hacia atrás para retroceder en el asiento y cerrar los ojos. Me quito los zapatos y subo los pies al escritorio para comer más cómodamente. Luego de comer me levanto para ir a dejar los recipientes a la basura, él se levanta para ir al baño luego que yo lo hago.

Casi al instante nos envolvemos en trabajar arduamente sin fijarnos en la hora.

—Sé que este acontecimiento es el más importante para nosotros, pero necesito dormir, debo irme a mi casa, estoy agotada —confieso mientras coloco mis brazos en el escritorio para que hagan de almohada.

—No te quejes —reprocha mientras se percibe que firma los documento —. Tú mismo quisiste que nos quedáramos hasta terminar lo que faltaba.

—Pero no pensé que íbamos a tardar tanto —digo mientras mantengo mi cabeza en el escritorio con los ojos cerrados.

—Pero si aún son las tres de la madrugada —responde tan tranquilo como si estuviese anocheciendo. Levanto la cabeza para fulminarlo con la mirada, pero en lugar de aniquilarlo le provoco una carcajada.

Inesperado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora