Capítulo 43

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"Lo más importante en un vestido es la mujer que lo lleva puesto"

Yves Saint Lauret


Luego del pequeño inconveniente que tuvimos antes de nadar en la piscina decidí hacer como si no estuviera él y toda la mañana fue así. Disfruté del agua porque el clima así lo permitió además me coloqué el traje de baño y también me preparé algo de comer bajo su atenta mirada, pero aun así no dijo nada, esperaba que al menos dijera que cambiaría de opinión, pero eso nunca llegó. Ya casi al anochecer se acercó con la sola intención de hacer una tregua, mencionó que al menos deberíamos de pasar esos días tranquilos. Eso fue lo más lamentable porque se supone que fuimos por unos días de paz y el resultado fue lo contrario.

Al ver que no cambiaba mi determinación prometió que evitaría el mayor contacto con ella y mantendría el límite de lo estrictamente necesario porque juró que no quería que pusiera fin a nuestra relación, pero al parecer no se da cuenta que con su actitud lo echa a perder todo. No era ella, sino él. Aun así, decidí que tal vez nos merecíamos otra oportunidad y que solo quizá la situación cambiaría. En cierta medida aquello me tranquiliza un poco, pero al mismo tiempo me tiene en expectativa. Lo único bueno es que esta semana todo ha marchado sobre ruedas y parece que al menos ha vuelto la paz. En realidad, estoy feliz porque al fin he podido ir al gimnasio y aquello ha ocasionado un efecto positivo en mí, es como si me hayan inyectado esa vitalidad que tanto necesitaba. Me arrepiento no haber empezado desde antes, pero aun así me siento feliz de sentir esos movimientos y golpes otra vez. La ventaja es que tal como lo dijo Nelson el lugar queda cerca de la casa y me permite ir caminando para calentar el cuerpo. Aunque la hora no me beneficia mucho porque no hay mujeres, pero el que dirige el lugar se ha mostrado muy amable y atento ayudándome de diversas formas; la ventaja es que soy una buena alumna sino tuviera muchas dificultades para mantener el ritmo. Cinco días he necesitado para sentirme plena.

—¿Estás ocupada? —pregunta Rodrigo cuando se acerca a mi escritorio —. Pensé que sería buena idea ir a tomar algo a la cafetería cercana. Yo invito.

Lo miro expectante porque lo conozco tanto que estoy segura que algo se trae en manos. No es que me sorprenda su invitación porque siempre es muy atento conmigo y no pierde oportunidad para llevarme algo de comer a la oficina, pero muy rara vez me invita a salir y eso ocurre cuando hay algo importante de por medio. Lo sigo mirando aun indecisa sin saber qué responderle, no me gustaría dejar la oficina y más que nada porque Nelson no ha pasado la mañana aquí porque anda en un nuevo proyecto y podría a alguien ocurrírsele llegar justo en mi ausencia. Pero también ya son las once del día y me apetece algo de comer y salir un poco. Aun dudosa acepto con la condición de regresar pronto.

—¿Te han dicho que eres muy hermosa? —dice bebiendo de su café tranquilamente como si estuviera hablando del clima.

Otra vez lo miro achicando mis ojos porque sabía que algo había detrás de esta invitación, esto no me saldrá gratis.

—¿Estas intentando coquetear conmigo? —digo picándolo porque en el fondo sé que me quiere mucho pero solo como amiga —. Te aclaro que no estoy interesada en ti, me gustan más varoniles.

Escupe el café al soltar una carcajada y junto a él no puedo evitar reír. Niego al ver como intenta limpiar el hermoso mantel de la mesa con una servilleta, pero ya se ha echado a perder con esa mancha.

—Debí de pensarlo dos veces antes de hacerte un cumplido porque se me olvida que no eres normal. ―Encojo los hombros y bebo con tranquilidad mi Caramel Macchiato.

—No entiendo por qué no quieres aceptar la propuesta.

¡Ay no!, volteo los ojos al escucharlo y ya debí imaginarme que esta invitación se debía a algo de su interés, pero no pensé que Nelson le iría con el chisme. Cuando veníamos de esos días que pasamos en su casa me propuso que posara para una revista que iba a tratar sobre un tema de estereotipos y que él se había dado cuenta que yo encajaba perfecto con lo que requerían. Al principio pensé que era broma, pero cuando me di cuenta que hablaba en serio me negué rotundamente. Jamás haría algo así y menos para una revista internacional con la mayor tirada mensual del país. Haría el ridículo. Aun así, Nelson se la ha pasado insistiendo toda la semana para que acepte.

Inesperado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora