Capítulo 32

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"La felicidad está dentro de uno, no a lado de nadie"

Marilyn Monroe


Felicidad. Es una sencilla palabra que conlleva mucho esfuerzo alcanzarla. A veces llega de repente alegrando todo nuestro interior contagiando a quienes nos rodea, pero en algunas ocasiones hay que luchar para merecerla. Sea cual sea nuestro caso, siempre es importante encontrar esas cosas que logran hacernos feliz. Este es uno de esos momentos que no quiero dejar ir, me siento absolutamente feliz conmigo misma. Parece que el tiempo nos hace instintivamente más sabios para reconocer que hay cosas minúsculas que nos llenan de gozo.

Empezar a entrenar boxeo es una de las mejores cosas que me han pasado, es fascinante este deporte. He aprendido en tan poco tiempo a lanzar golpes, a practicarlo en pareja, haciendo manopla o a golpear el saco. Aunque he empezado poco a poco es un deporte que engancha: una vez que empiezas a practicarlo, no puedes dejarlo. El entrenamiento es duro y comienza con ejercicios de calentamiento como saltar a la comba, trotes, flexiones, abdominales y estiramientos, pero aun así no me quejo. El esfuerzo vale la pena.

Ha pasado una semana de forma veloz desde que estoy en casa de mis padres, me entristece saber que mañana debo viajar para enfrentar mi realidad. Definitivamente necesitaba unas mini vacaciones para recargar mi vida de forma positiva, aunque Rodrigo no esté de acuerdo. Aun me hacen reír los mensajes que a veces me envía.

«¿Por qué de repente te han concedido vacaciones?»

«¿Te traes algo con el jefe? Dímelo en este momento, te lo exijo»

«Novia desconsiderada que eres»

«Llévame contigo, amor»

Son todo lo contrario a los mensajes de Nelson, a medida que se acercan los días para regresar se están volviendo más explícitos. Es un descarado.

«Mis manos ya quiere sentirte y mi boca saborearte»

«He fantaseado contigo una y otra vez en tu ausencia. No creo aguantarme cuando te vea»

Con solo recordar esos mensajes indecentes me sonrojo. Tuve que borrarlos, no me gustaría que por algún descuido mi móvil quedara en manos de mis hermanos, son tan discretos que de seguro mis padres lo sabrían enseguida. Pero ahora, debo llamarlo para decirle lo que ha estado rondando a mi mente desde ayer y, aunque dudo que le guste la idea, espero que acepte. Mi corazón bombea con más fuerza mientras escucho el timbre del otro lado, en cualquier momento contestará y eso me pone más nerviosa. Es medio día, debería de contestar enseguida. Cierro la llamada cuando escucho el buzón de voz diciéndome que está ocupado y que deje un mensaje garantizándome que va a llamarme después.

¿Qué está haciendo que no le permitió contestarme? Trato de eliminar de mi mente la imagen de una mujer y Nelson en su cama, tan cansado que ni siquiera ha escuchado el sonido, o peor aún, que esté en modo silencio. Al menos no lo apagó el descarado ese. Respiro fuerte para tranquilizarme porque inmediatamente reconozco que no tiene que estar adherido al móvil para que me conteste enseguida. Vuelvo a timbrar aun con el temor que me conteste una mujer. Cuando pienso que tampoco me va a responder escucho su voz casi en el último tono

—Hola, mi amor —contesta un poco agitado.

—Hola, ¿cómo estás? —Saludo.

—Estaría mejor si estuvieras a mi lado. Te extraño. ¿A qué hora llegas mañana?

—Mmm de eso quiero hablarte.

—No, Millena, ni te atrevas a decirme que te dé otro día más —reprocha como si adivinara mis intenciones.

Inesperado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora