Capítulo 6

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-Nadie puede obligarte a hacer algo que no deseas y tampoco hacerte sentir culpable por buscar lo que quieres... no lo olvides- Sesshomaru se puso de pie y besó la cabeza de una impactada azabache, le extendió su tarjeta y se fue dejándola con enormes preguntas.

-Tienes razón...- la esquiva lágrima rodó por su mejilla para caer en su mano.

Todo estaba claro para ella.

Dejó el restaurante y se dirigió a su casa, debía pensar mucho como decirle a esa intoxicante persona que lo quería lejos.
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Hospital general de Tokio 6:00 pm

Sango visitaría nuevamente a su amiga Kikyo, necesitaba hablar con alguien y Kagome no contestaba.

Estaba por entrar al edificio cuando se topo con quien menos esperaba su mejor amigo estaba en la entrada pidiéndole a una enfermera que tuviera un hermoso hijito con él, para la castaña fue como si la atravesaran miles de cuchillas, pero no le demostraría ni el más mínimo sentimiento de dolor, caminó a paso decidido.

Miroku sostenía la mano de la enfermera que reía divertida, al voltear vio a Sango acercándose, tuvo miedo, soltó la mano de la chica y comenzó a sudar pero su mejor amiga sólo lo saludó y siguió su camino, así de simple y así de circunspecto.

La vio marcharse, su sonrisa se desdibujo, de repente ya no tenia ganas de seguir bromeando con la enfermera, pensó que sería mejor ir con Inuyasha y luego marcharse a su casa.

Al entrar al lugar donde estaba el peli plata, se sorprendió al ver a Sango junto a Kikyo, aparentemente sus dos amigos estaban uno al lado del otro en el mismo pabellón.

Sonrió para sus adentros, la vida es tan sorpresiva a veces.

Kikyo le pidió a Sango corriera la cortina, la castaña así lo hizo, Miroku suspiró con pesar y se limitó a centrar su atención en Inuyasha.

-No sabía que estabas enfermo Inuyasha

-No lo estoy... tuve un accidente- frunció el ceño -¡UNA LOCA QUE APARTE ES CIEGA ME ATROPELLÓ!- grita.

Al lado Kikyo trataba con todas sus fuerzas de no gritarle o algo peor.

Sango sólo escuchaba.

Después de unos minutos y algunas discusiones la visita terminó.

Ahora la castaña caminaba al lado de su amigo.

-¿Te llevo a tu casa?

-No- dijo deprisa, luego se arrepintió.

El joven se estaba desesperando ante la actitud de su amiga. Ella se alejaba y él no lo permitiría.

-Sango...- la tomó por los hombros -Déjame llevarte a casa...

La castaña accedió, él sonrió, entrelazo sus dedos con los femeninos y la hizo seguirlo. Así llegaron a la casa de la chica, en la puerta Miroku estaba con un nudo en la garganta.

-Te ves algo enigmático Miroku- sonrió ella.

Él acarició su mejilla, la hizo sonrojar.

-Sa-Sango... yo debo confesar algo...- aclaró su garganta -Me he dado cuenta que ya no te veo como mi amiga y no deseo que lo sigas siendo...

Sango quería llorar.

-Me gustas Sango, como mujer, creo que lo que siento por ti es aún más grande, creo que es... amor y... y yo... necesito que me digas si sientes lo mismo- su rostro era suplicante.

-Miroku...- suspiró -Sí, siento lo mismo...- una lágrima se escapó -Te amo

Él la besó con infinita felicidad.
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Pabellón donde están Kikyo e Inuyasha

Que inesperado (SesshomaruxKagome) TERMINADA Where stories live. Discover now