CAPITULO CUATRO

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CAPITULO CUATRO

Salí corriendo del departamento que ahora compartiría Maki con Honoka, estaba a nada de llorar. Me sentía realmente estúpida, ser rechazada una ocasión era una cosa, y más si eras rechazada en forma personal, pero ahora ser rechazada frente a todas tus amigas, tenía un nievo nivel de humillación y eso no sabía cómo manejarlo. Me dirijo rápidamente a un bar que se encontraba cerca de la estación central de Tokio, afortunadamente está a unos 20 minutos del departamento de estas dos, en el camino me quede mirando a la nada, recordando todos los momentos que pase con Elichi.

Cuando la conocí, lo supe era igual que yo. Tímida, insegura, llena de dudas y miedos, lo supe al ver su mirada llena de desconfianza y como poder juzgarla si al final, las cosas desde su infancia eran complicadas, cuando era bailarina, a pesar de intentarlo con todas sus fuerzas, no dio el ancho para la sobra que implicaba su abuela, una mujer, tan talentosa que marco toda una generación en Rusia, de bailarinas y bailarines, las expectativas sobre la nieta eran mucho más grandes, al ser la sangre nueva, y tener toda la capacidad y juventud para poder hacer las cosas como la abuela lo había hecho como mínimo. Pero no fue suficiente.

Era demasiado pequeña cuando acepto ser bailarina, por pasión no fue, al menos en ese tiempo, era más por agradarle a su abuela, su más grande e importante ídolo, en toda la tierra, era más que obvio que intentaría ser lo mejor que pudiera para estar con ella, pero esto no fue suficiente, a veces, es complicado estar a nuestras propias expectativas, siendo mayor, aun más siendo un niño, como lo era mi tonta Elichi, se exigió demasiado, y más aun cuando se dio cuenta que jamás podría ser como su abuela, nunca sería como ella, me pregunto en ocasiones, como sería mi Elichi si hubiera afrontado esa realidad de una forma diferente, si hubiera comprendido que a pesar de no ser como su abuela, ella podría mostrar su propia luz. Podría forjar una carrera para ella con su estilo, no con el de nadie más, por mucho que amara a la otra persona, tal vez, ella podría ser más sincera y así podría dejar de creer que todo depende de ella.

Al mirarla ese día que llego de Rusia, a Otonokizaka mi mundo cambio, sus ojos azules como el cielo me transportaron al océano más hermoso que jamás creí poder encontrar, uno tan profundo que a pesar de ser imponente, te invitaba dejarte llevar por la tranquilidad de sus olas, y en momentos de tormenta pese a la constante variante de morir, no hacía más que invitarte a morir entre sus millones de gotas de agua todas unidas, combinadas entre la felicidad, la frustración, la calma, la desolación, el auto amor y el odio que puedes guardar para ti mismo. Era mi perdición lo supe, cuando por casualidad pronuncio mi nombre, lo confirme cuando, aun pese a mis inseguridades Salí tras ella, para decirle mi nombre, para pedirle que me dejara conocerla, el cómo poco a poco descubrí su lado tan tsundere, ese que me llevo a perderme cada día que pase a su lado en la grandiosa forma de ser de ella.

Con ella aprendí a dejar a un lado mis inseguridades, sentí que podía tener mi playa de descanso, que nada ni nadie me podría dañar, me abandone a ella, me convertí en lo que ella necesitara que me convirtiera, si necesitaba un roble, aprendí a ser un roble, un necio profesor, me volví su profesora particular, su enfermera, amiga, hermana, en todo lo que ella quería, hasta que un día sin más le entregue mi amor por completo, sin reservas, no medí las consecuencias de entregar un corazón, el propio, pero ese también se lo di completo, sin reservas, todo quería que fuera de ella.

Hasta que un día decidí también ser, su hogar, me negué a irme con mis padres de nuevo, la seguí hasta donde ella me llevara, pero en el proceso perdí mi corazón, cuando reaccione me encontraba ya dentro del bar, frente al joven mesero, que asombrado me traía una botella más, ni siquiera supe cuando me termine la primera. Realmente me sentía muy desolada, tantos años amándola y ahora que, he aceptado mi derrota, no sé ni quién soy, ni en lo que me convertí, solo por ser la persona que pudiera ver y disfrutar de su sonrisa siempre.

Love Live School Idol Project: Un aplauso para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora