CAPITULO VEINTICINCO

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  CAPITULO VEINTICINCO  

- No tiene ningún hueso roto afortunadamente, pero debe permanecer en cama al menos una semana, en definitiva tu padre le puso una buena golpiza – me dijo Maki mientras terminaba de guardar sus utensilios médicos, yo no le conteste solo observe a mi amado novio lleno de golpes recostado en mi cama, con un gesto de dolor marcado en su rostro, estaba muy enojada por todo lo que paso, la intromisión de mis padres, mi hermana y su versión, los golpes de mi amado, la estupidez de mi amado, me sentía completamente desubicada.

- ¿Pasara una buena noche? – le pregunte nerviosa.

- Con el sedante que le di, es lo más seguro, puede y despierte durante la madrugada, pero será por hambre así que no te preocupes y Honoka, tranquilízate las cosas mejoraran, ya lo veraz – me dijo Maki sonriéndome levemente.

- No sé cómo diablos esto podría mejorar Maki – le dije comenzando a llorar de merita frustración, ella simplemente me tomo de la mano y me obligo a salir de la habitación, Niko limpiaba los rastros de vidrio que estaban en el suelo, había un poco de sangre en el suelo aun, yo solo me puse a llorar aún más. Me sentaron en el sillón, mientras mi pequeña senpai fue a preparar un poco de té, yo me quede llorando en el hombro de mi amiga pelirroja.

Escuché el timbre, pero no quise abrir los ojos por miedo a que mis padres regresaran por esa puerta y me intentaran llevar de nuevo, Maki solo me abrazo aún más, al sentir como comencé a temblar, abrí los ojos asustada al sentir una tierna caricia en mi mejilla, me encontré con la mirada preocupada de Kotori quien me sonreía tranquila, a lado de ella Umi, intentaba no gritar por la molestia que se veía claramente en sus ojos.

- No cambian – dije con una media sonrisa al ver a mis amigas de siempre frente a mí.

- Afortunadamente no lo hemos hecho mucho, Honoka.

- ¿Entonces porque mis padres si cambiaron de esta manera tan cruel conmigo? – pregunte haciendo un puchero tan infantil que en seguida me solté a llorar como una niña pequeña llena de temor por lo que estaba viviendo, Kotori me abrazo y me dejo llorar, grite, patalee, maldecí, rogué a mis padres que me perdonaran si algo había hecho mal, porque no sabía que fue lo que hice tan mal que he merecido este odio desmedido de parte de ellos.

Me estaba ahogando, en un arranque me solté de los brazos protectores de mis amigas y tire lo primero que encontré a mi paso, lo rompí, no me fije ni que era, vi el cuadro que estúpidamente había comprado meses atrás, ese que decía que el pasado no te podría alcanzar, lo baje como pude para tirarlo al suelo, lo patee, le escupí, lo rompí hasta que la ira en mi corazón disminuyo un poco, me gire para ver mi amado piano, con fingida calma me senté y comencé a tocar lo que mi corazón sentía en este momento.

La melodía indudablemente era triste y llena de sentimientos negativos, había intentado de todo para salir adelante y al parecer nada había funcionado de la manera adecuada, me sentía completamente sola en medio de esta tormenta, al menos en este momento así era.

Comencé a tararear lo primero que se me ocurrió, ya no quería caer en ese abismo sin fondo en el que viví los últimos cinco años de mi vida, no quería regresar a ese pensamiento en el que respirar era una mera necesidad automática de mi cuerpo, no quería sentirme de nuevo como me sentí aquellos días, abandonada, olvidada, recluida en una realidad que nunca quise ni imaginé merecer.

¿Cuándo se terminarán las lágrimas? ¿Cuándo podre alcanzar mi anhelado sueño? ¿Qué más me falta de pagar? ¿Acaso hice algo mal en mi antigua vida? ¿El destino se ha encaprichado conmigo y por eso me hace sufrir tanto? Poco a poco me fui calmado, las lágrimas de mis ojos dejaron de caer en medida que mi sonata se apagaba, quisiera decir que al salir de este abismo por el apoyo de mi novio, y mis amigas nunca volví a caer ante las adversidades, quisiera contar con una sonrisa llena de satisfacción en el rostro que me levante una única vez de mi dolor y no existió jamás algo que me hiciera llorar de nuevo, al menos no por el mismo motivo, pero la realidad es que miento, de manera constante caigo y me levanto, me desespero y quiero abandonar todo para simplemente morir, pero no puedo.

Love Live School Idol Project: Un aplauso para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora