CAPITULO VEINTISIETE

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Enero

El mes más frio de muchos años en mi vida, después de ese inicio de año tan lleno de movimiento las cosas poco a poco comenzaron a retomar su movimiento uno que por cierto no era tan agradable. Regrese a clases tratando de ser la mejor persona que podía ser, pero la verdad es que momento a momento mi mente estaba recordándome lo que me decía esa concubina.

- ¿Segura que quieres ese postre con judías? – me dijo Hiroshi, creo.

- Si lo que sea está bien – le respondí sin hacerle caso mientras seguía perdida en mis pensamientos.

- ¿Segura hermana? – voltee a verla y me quede pensando mucho de nuevo, mi mente me estaba jugando una pésima pasada porque verme al espejo o ver a mi hermana me hacía pensar en esa mustia que me había implantado la idea de que podríamos ser hermanas.

- Su pedido – me dijo el mesero. Recibí distraída el plato que me dio y sin más tome una cuchara del postre y me lo comí, en seguida note el asqueroso sabor de las judías, pero por costumbre simplemente me lo pase haciendo gestos que seguramente fueron demasiado graciosos porque Yukiho y Hiroshi estaban muertos de risa.

- ¿Por qué tengo judías en mi plato? – reclame una vez que me termine el litro de agua que estaba en la mesa.

- Eso mismo quisiera saber hermana, estas tan distraída que tú misma hiciste el pedido y no nos hiciste caso de cambiarlo ¿en qué demonios estás pensando que decidiste comer judías?

- Sabemos que las odias con el alma, así que te pediré otra cosa – antes de que mi novio pidiera algo más lo detuve.

- Me lo voy a comer no te preocupes, no voy a desperdiciar nada, no es la primera vez que tengo que comer algo que no me gusta, y es una ofensa a la buena fortuna.

- Cuando te fuiste de casa, ¿Cómo sobreviviste? – me pregunto Yukiho apenada, Hiroshi solo me vio con atención.

- Con judías – respondí mientras ya mentalizada le daba otro bocado a ese postre que, aunque no era mi favorito por lo que tenía me hizo sobrevivir por meses antes de poder tener dinero para comer pan y leche. Seguían mirándome como esperando una historia, solo suspiré mientras tomaba ahora un poco del café de mi novio quien solo se rio de medio lado – cuando salí de casa pues con lo que tenía solo me alcanzaba para dos cosas judías para tres meses o para comer pan y leche con un poco de carne unas cuatro semanas. No me quedo de otra más que comer esto por meses, aunque a la larga se echó a perder porque no comía tanto ni tan seguido no tenía hambre, aprendí que más vale el sabor de algo que, aunque no te guste este en buen estado – cerré los ojos y recordé el sabor de esos días, hice gestos horribles.

- Claro después pude mejorar económicamente y comencé a comer pan, leche, muy de vez en cuando un dulce, o carne, aunque el ramen instantáneo también me hacía muchas veces de gran ayuda – me reí al recordar la vez que por tener comida me compre una dote de ramen instantáneo, por un año tuve que comer eso.

- Perdóname – escuche decir a Yukiho antes de verla tirarse al suelo haciendo una reverencia completa, me levante corriendo para levantarla, al verla a los ojos vi toda esa culpa que aun cargaba, me recordó cuando era niña y rompía algo por berrinchuda yo la defendía con mis papas y recibía los regaños mientras ella se escondía apenada.

- Ya hermana levántate, de poco te sirve seguirte condenando por algo que ya paso, no te guardo nada de rencor, al final estamos juntas – ella solo me abrazo y siguió llorando cosa que, aunque me enterneció también me llamo la atención ella no suele ser tan sentimental. Hiroshi nos ayudó a levantarnos.

Love Live School Idol Project: Un aplauso para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora