seis

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Tocaron el timbre y la Nacha llegó aproximadamente un minuto después. Apenas me vio, su boca se transformó en una O.

─ ¡Te veí regia! ─me dijo al sentarse a mi lado─. Si fuera hombre... me culearía a Selena Gomez, ah ─se rió.

Mi caracho se esfumó y me reí. Era imposible estar enojada o emo si la Nacha estaba a mi lado.

─Vale ─le respondí─. ¿Cómo estai?

─Con sueño, hueón. Te juro que no me podía levant... ─dejó la frase inconclusa porque se fijó en el Alonso con la compás─. ¡¿Me estai hueveando?!

─Más ahueonao ─comenté, negando con la cabeza.

─ ¡Es que cómo tan saco huea!

El profe de lenguaje justo entró a la sala e interrumpió nuestro momento de pelambre.

─Vamos a tener que planear nuevas hueás en el recreo... ─me dijo mi amiga.

Con cuea escuchaba la materia culiá porque mi mente estaba ocupada pensando mil formas de desenmascarar a la compás, pero no se me ocurría nada, solo matarla y tirar su cuerpo al Mapocho.

Me quería puro ir a mi casa, a escuchar música emo y a deprimirme, pero acostada en mi camita.

Cuando tocaron para recreo, la Nacha sacó su colación como el rayo McQueen. Estaba terrible desesperada por comer la culiá.

─ ¿Y si salimos de la sala? ─le propuse.

Ella quedó como paralizada y dejó de intentar sacarle el plástico a su quequito, para poder mirarme.

─ ¡Dale! ─aceptó.

Saqué mi colación ─aunque no tenía hambre─, y bajamos al patio. Nos sentamos sobre el escenario porque ahí llegaban unos rayos de solcito y teníamos frío.

─Deberíamos decirle care raja al Alonso que pillamos a la compás cagándolo ─habló la Nacha.

─No sé, te juro que ese tema me tiene chata ya... ─me puse a jugar con el anillo que me regaló mi lela y que siempre usaba, hasta para bañarme─. Es como si la maraca le hubiera tirado un hechizo.

─Demás, hueón. Todo se puede esperar de esa perra bastarda... demás anda metida en hueás oscuras, del cachúo.

Nos callamos un rato porque la Nacha estaba comiendo.

─Me cae tan como el pico, hoyo y callampa la Maracarena, hueón ─le comenté, acordándome de la hueá que me había dicho ayer, ya que vi al grupito del Fede malo afuera del laboratorio.

─A mí también, hueón. Ayer estaba que le mandaba una patá en el hocico pa' que se callara... Oye, hueona, como que el Fede está mirando para acá, pero disimula sí po ─me dijo, intentando parecer disimulada poniéndose el pelo en la cara.

─Tu intento de disimulación es súper notorio ─le avisé y me reí.

─Chupa el pico... del Fede rico.

Se cagó de la risa de su talla fome, mientras yo, seria, intentaba mirar disimuladamente al hueón. Estaba como apoyado en la pared, con los brazos cruzados y mirando fijamente hacia el frente, o hacia donde estábamos nosotras. No podía asegurar que nos estaba mirando, porque igual estaba bastante lejos, ¡pero igual miraba en nuestra dirección po!

─ ¡Qué mira tanto ese ahueonao! ─me quejé.

─Hueona, la dura, fuera de hueveo, parece que le gustai, ¡si no te deja de mirar!

─ ¿Y si te está mirando a ti?

Ella puso los ojos en blanco.

─Dos hueás, uno; ni me conoce. Dos; ando más indecente que indigente, en cambio vo estai regia. Tres dedos de frente, Lidita.

Enamorada de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora