catorce

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─ ¿Qué es esto? ─le preguntó la Nacha, devolviéndole la hoja.

─ ¿No saben?

Ambas negamos con la cabeza.

─Un mensaje de Instagram ─respondí.

─ ¿Lo mandaron ustedes?

La Nacha arrugó la cara y negó.

─ ¿A quién le llegó ese mensaje?

─A su compañera Ágata Echeverría, Ignacia. Ella afirma que fueron ustedes quienes se lo mandaron ─La vieja cruzó sus manos y las puso sobre la mesa.

─ ¡¿Nosotras?! ─preguntó mi amiga con voz aguda─. ¡No fuimos nosotras, directora!

La directora posó la vista en mí con una mirada que no me gustó, como si estuviera otorgando mi silencio como respuesta de mi culpabilidad.

─Yo tampoco fui ─me saqué los pillos─. Ella nos tiene mala porque somos amigas de su ex.

─ ¡Exacto! ─me apoyó mi mejora, acomodándose en su silla─. ¡Por eso nos está culpando de algo que no hicimos!

─ ¿Quién es el ex de Ágata? ─preguntó la vieja ignorando nuestras palabras.

─Alonso Sáez.

La dire nos miró pensativa.

Ojalá no nos lea la mente esta vieja bruja.

─Incluso ─agregó la Nacha, bajando un poco la voz─, la Ágata nos amenazó denante en educación física.

─ ¿Qué les dijo? ─preguntó la vieja con preocupación.

─Nos culpó de su infidelidad ─continuó mi amiga─. Y dijo que nos preparáramos porque se iba a vengar, algo así...

─Sí, directora ─apoyé a mi mejora─. Aparte ella no es la única que ha sufrido acoso por redes sociales. Hay una cuenta del colegio dedicada a puro inventar cahuines sobre los alumnos.

─ ¡Así es, directora! ─se metió la Nacha─. Yo creo que los mismos administradores de esa cuenta fueron quienes le mandaron esos mensajes a la Ágata.

Nos habíamos ido de tarro con lo de la cuenta de los sapos culiaos, pero me importaba un pico. Teníamos que salvar nuestras vidas.

─Publicaron algo muy machista sobre el Federico de la Fuente, el Joaquín Aliaga, la Ignacia y yo ─agregué.

La vieja mostró un interés mayor a la conversación cuando le contamos eso.

─ ¿Tienen esa publicación para verla?

La Nacha asintió sacando el celular del bolsillo de su polerón y se equivocó como tres veces en el patrón.

─Espere, directora ─se excusó por su demora─, que se me bloqueó el celular porque me equivoqué en el patrón. ¡Son treinta segundos no más! ¡Va en quince, catorce, trece...!

Me reí internamente y esperé, mientras la vieja se ponía sus lentes para poder ver bien la hueá que le íbamos a mostrar y esperaba con una cara culiá muy chistosa.

Mi amiga le mostró los pantallazos que nos había mandado el Alonsín y la vieja los leyó en voz alta, incluso leyó los garabatos. Me quería puro reír, pero me tuve que aguantar aplicando la técnica de morderse la lengua, que no me servía mucho.

─Y hay publicaciones sobre alumnos de toda la media ─agregué una vez que la vieja terminó de leer.

─Usted podría rastrear el IP de esas cuentas, para que vea que nosotras somos inocentes...

Enamorada de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora