cuarenta y cuatro

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(Alonso)

A lo lejos distinguía a un cabro chico ruliento, cuyo pelo castaño brillaba por el sol. El cabro chico tenía una polera de la Cato y estaba pateando una pelota entera bacán, de esas más caras que venden en las tiendas del mall.

El cabro chico pateaba la pelota con la punta de las zapatillas, así que yo empecé a caminar en su dirección con la intención de enseñarle a chutear.

El pendex me tiró la pelota y la atrapé en el aire. Él quedó sorprendido por lo bacán que yo manejaba la pelota y me dedicó una sonrisa demasiado tierna.

¿Yo encontrando tierno a un pendejo que no fuera mi hermanita chica? Raro.

─Tení que patear la pelota con esta parte de la pata ─le dije, señalando mi empeine─. Inténtalo de nuevo.

Le entregué la pelota y él la volvió a chutear, esta vez a un arco que apareció de la nada, al extremo de la especie de cancha en la que nos encontrábamos.

─ ¡Metiste un gol! ─le dije al cabro chico, terrible contento.

Él me miró con sorpresa nuevamente. Estiré mis brazos mientras me agachaba un poco para quedar a su altura y él corrió a abrazarme.

─ ¡Grachias, papá!

La palabra "papá" me provocó un sentimiento culiao inexplicable. Me sentí chico, inepto, culpable. Pero por otro lado me sentí tan feliz y completo.

En ese momento desperté más transpirado que la chucha. Lo primero que hice fue prender mi celular. Eran las 6:48 de la mañana. Juraba que me había quedado raja y que no alcanzaría a ir al colegio a la primera hora.

Qué paja me daba volver a clases. Además, que la Lidia se hubiera enojado conmigo y tener que verla de lunes a viernes, me dolía más que la chucha. Era mi mejor amiga y me estaba abandonando en mi peor momento, esa era la hueá que más me dolía.

Tampoco era culpa mía que ella hubiera sufrido por mí, como decía, si nunca me dio señales de que yo le gustaba. Siempre creí que me veía como un hermano mayor, y saber que estaba enamorada de mí era brígido.

No quería perderla, pero entendía que necesitara su espacio para... No sé, superarme. Aunque sonara egocéntrico decirlo así.

No entendía en qué momento toda mi vida se había ido a la chucha.

Quería volver a ser un cabro chico que solo pensaba en jugar a la pelota con los cabros...

Revisé mi celular aprovechando que me sobraban unos minutitos. Entré a Instagram y sapeé las historias. Sin querer queriendo pasé a ver la historia de la Lidia, cosa que no quería.

 Sin querer queriendo pasé a ver la historia de la Lidia, cosa que no quería

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Me dolió que pusiera "send un nuevo mejor amigo". ¿Era tan simple reemplazarme?

Ya tenía claro que la había cagado, pero los amigos siempre se perdonan.

Enamorada de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora