cincuenta y uno

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(Lidia)

¡Innombrable de mierda! Qué roto entregarme la prueba sin ni siquiera darse vuelta. Ya no éramos amigos y ni siquiera hablábamos, pero, hueón, es un tema de educación darse vuelta para pasar la prueba po.
Vieja culiá de la profe, que se le ocurría sentarme detrás de ese hueón.
Ya, filo. Era.

Miré prueba. Éramos ella y yo, frente a frente. No le tenía miedo. Estaba lista para chamullar como nunca. Leí la primera hueá; nombre. Fácil. Lidia Cruz ─escribí con lápiz pasta, luego tomé el lápiz mina y escribí─; de la Fuente. Me reí sola, de-pa-cito sí po, y después borré esa parte con la goma. La siguiente hueá que rellené fue el curso y, por último, la fecha. ¿A cuánto estábamos? Miré a mi alrededor. ¿A quién le podía preguntar? Al Alonso ni cagando. A la profe tampoco porque me daba miedo la vieja. Y atrás mió estaba la pared. Ojalá hablara la hueona muda, ah. Ya, pichula, no pongo la fecha no más. Luego leí la primera pregunta y ahí fue cuando me fui a la chucha. Leí las otras y me di cuenta de que la prueba estaba más pelúa que la cresta. Empecé a entrar en pánico y a pensar en cuánto tiempo me quedaba. Había sacado la vuelta y ni siquiera había respondido la primera, mientras que los hueones de la fila de al lado ya iban en la segunda hoja.

Si tan solo hubiera leído el libro... O sea, me leí como diez páginas con cuea y después me leí unos resúmenes, pero el profe había preguntado hueás demasiado rebuscadas. Todo era culpa del Fede que me distrajo todo el día anterior, ah.

La mitad del curso había entregado la prueba y a mí todavía me faltaban dos preguntas de desarrollo por responder. No sabía qué mierda responder, ni siquiera entendía a qué se referían. Estuve caleta de rato pensando en unas respuestas, mientras observaba cómo más hueones se unían en la entrega de pruebas.

─ ¡Quedan quince minutos! ─nos avisó la profe.

Si hubiera estado el profe de lenguaje quedarían más minutos.

Empecé a entrar en un pánico aún más profundo. Ubiqué a la Nacha con la mirada y la hueona estaba raja parece. Había entregado la prueba hace rato ya po.

Empecé a escribir cualquier hueá en la penúltima pregunta no más, que fuera lo que yisus quisiera; que me fuera bien o que no me fuera mal. Con un cuatrito me conformaba, no pedía mucho.

─ ¿Quiénes todavía no terminan? ─preguntó la vieja culiá, interrumpiendo mi chamulleo inspiracional─. Tres. Apúrense, les quedan diez minutos.

¡Faltan cuatro, conmigo! Me dio paja levantar la mano, quita tiempo esa hueá.

El ahueonao del Alonso tampoco había terminado la prueba. Me quería burlar, pero claramente no estaba en una postura superior para hacerlo. Estábamos ambos en la misma miseria. Aunque presentía que yo iba a ser la nota más baja y me iba a cortar las tetas si mi teoría se llegaba a cumplir. No hay hueá más penca que sacar la nota más baja del curso. Quedai como tonto, como hueón...

Respondí la última pregunta a la velocidad de la luz. Estaba a una palabra de empezar mi última oración para rematar la respuesta, cuando la profe nos dijo que entregáramos las pruebas. Me hice cagar la mano escribiendo lo más rápido posible esa maldita oración. Me paré de golpe y caminé hacia el escritorio esquivando a los hueones que estaban empezando a salir a recreo, para luego dejar la prueba encima de las demás. Suspiré con cansancio y luego me di vuelta y en ese preciso instante choqué frente a frente con el Alonso.

─Disculpa ─me dijo, preocupado en esquivarme para entregar su prueba.

─No ─le respondí pesá.

Enamorada de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora