Cara a cara

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La noticia acababa de dejar petrificada a Regina en el sitio. Emma iba a volverse a Boston. «Ella no es nadie para mí, es mejor que se vaya...», se auto convencía la morena. Pero, entonces, ¿por qué ese dolor sordo que le oprimía extrañamente el pecho impidiéndole incluso respirar y pensar con claridad?

«Y...¿cuándo terminan sus días libres?»

«Aún me queda una semana» respondió tristemente «No sé qué hacer...Sé que no estamos lejos de Boston, y que podré volver, pero no logro concebir mi vida sin mis dos hijos, ahora que ellos se han conocido. Y al mismo tiempo, no puedo imponerme más tiempo aquí, con vosotros»

La voz de la joven rubia se rompió. De repente, Regina tuvo ganas de cogerle la mano, estrecharla en sus brazos...Una violenta empatía se amparó de ella.

«Emma...que sepa que no os estáis imponiendo en nuestra casa. Vuestra presencia le hace bien a Henry, y...me hace bien a mí» dijo ella bajando la mirada. Las dos mujeres parecieron, repentinamente, muy interesadas por todo, la arena, el horizonte, los niños a los lejos...Todo, salvo la mirada de la otra mujer que cada una tenía al lado.

«¿Sabe? Creo que la comprendo...Un hijo es lo más preciado que tenemos, y sé que no podría vivir sin mi hijo a mi lado diariamente. Así que, sé que usted no podría vivir sin sus gemelos...»

«Yo...gracias Regina...Gracias por comprenderme»

La morena abrió la boca, pareciendo querer añadir algo, pero se contuvo y sonrió tristemente.


Las dos mujeres se habían quedado dormidas desde hacía varios minutos cuando fueron despertadas por un alegre grito a los lejos.

«¡EH! ¡EMMA, SEÑORA MILLS!»

Las dos susodichas alzaron la cabeza y divisaron a Ruby, dirigiéndose hacia ellas a paso ligero. «Oh, no, no es el momento», pensó Emma, angustiada ante la idea de que pudiera decir cosas que no debía delante de Regina.

«¡Hey, hola Rub!» dijo la rubia con una alegría fingida

«Hola, preciosa, ¡buenas tardes señora alcaldesa!»

«Buenas tardes, Ruby»

«Euh...quizás os moleste» dijo ella dándose cuenta de la incomodidad de Emma

«Ah, no, en absoluto» respondió esta última, demasiado bruscamente

«Bien, espero que lo estén pasando bien. Las he visto a lo lejos, y me dije que iba a pasar a decirles hola. ¡Bueno, no las molesto por más tiempo...Les deseo un buen día y...que se diviertan, chicas!» dijo en un tono pícaro

Cuando la intrusa se hubo ido, el corazón de Emma volvió a su ritmo normal «Bueno, podría haber sido peor, está bien...» se dijo. Pero no era esa realmente la opinión de Regina, que preguntó

«Euh, ¿qué quiso decir con eso?...Me irrita con sus eternos sobrentendidos...»

«Oh, no es nada...Pero ya sabe cómo es ella, ¿no? ¡Siempre la primera para gastar un broma!»

«Sí, sin duda tiene usted razón...Bueno, ¿y si vamos precisamente a "divertirnos" con nuestros hijos?»

«¡Excelente idea!»

Y las dos mujeres corrieron hacia los chicos, salpicándolos con el agua al tirarse al agua fresca.


Después de haber pensado toda la noche, a la mañana siguiente, Emma se levantó decidida. Sin despertar a Matthew, cogió su teléfono y se encerró en el pequeño cuarto de baño de su habitación de motel. Marcó el número que conocía de memoria, y esperó con el corazón en un puño.

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