Fuera de vista, cerca del corazón

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Tres días habían pasado desde la velada en la playa. Emma y Regina se evitaban cuidadosamente. No era el deseo lo que les faltaba, pero tenían demasiado miedo de no poder mantener las distancias si se veían cara a cara. Habían puesto a los chicos al corriente de su decisión, sin, sin embargo, darles la razón del necesario alejamiento entre ellas. El desánimo había abatido a los muchachos. No sabían qué hacer para acercar a sus madres de nuevo. Notaban que algo grave pasaba. Así que ellos continuaron viéndose y jugando juntos, pero, para su gran desespero, ya no esperaban realmente un final feliz para la Operación Tórtolas.

Una mañana, mientras estaba corriendo para intentar sacar de su mente a la morena que poblaba sus pensamientos, el teléfono de Emma sonó. Aún jadeante, respondió

«¡Hey, hola Ingrid!»

«¿Todo bien, cariño? Pareces sofocada...Espero no haberte cogido en mal momento...» bromeó la madre adoptiva de Emma

«No, ningún riesgo por ese lado» respondió ella tristemente antes de retomar, más alegre « Entonces, ¿qué hay de ti?»

«Bueno...¿estás preparada? ¡Porque tengo una gran noticia que darte!»

Aunque cientos de kilómetros separaban a las dos mujeres, Emma podía sentir la alegría de Ingrid. Al igual que ella, Ingrid no podía ocultar sus emociones por mucho tiempo, y eso hizo sonreír a la joven. Su felicidad irradiaba y calentaba su propio helado corazón.

«Venga, cuenta» la alentó Emma

«¿Te acuerdas de que había conocido a un hombre hace algún tiempo? ¿Un francés...?»

«Euh, sí...»

Emma intentaba acordarse de la última conversación que había mantenido con su madre por teléfono. Pero tantas cosas habían pasado en su propia vida desde entonces que había olvidado completamente la existencia de ese nuevo compañero de Ingrid.

«Me ha pedido que me vaya con él....¡a París!» retomó Ingrid con voz plena de alegría

Emma hubiera querido tanto compartir su alegría en ese momento, pero asistir a la felicidad amorosa de los demás le recordaba con demasiada amargura su propia desesperación. Se obligó a adoptar un tono entusiasta.

«¡Guay!» respondió sencillamente «¿Cuándo os vais?»

«¡Pasado mañana! ¿Te das cuenta, Emma? ¡Me voy a mudar a París! ¡Ya he arreglado todo, las maletas están casi hechas e incluso hemos organizado el traslado de mis muebles por barco!»

«Pero, espera...¿Tan rápido? ¿Y quieres decir que te marchas para siempre?»

Emma estaba empezando a comprender lo que le estaba diciendo Ingrid. Se iba a mudar a la otra punta del mundo en dos días. Lo que significaba que no tenía sino unas pocas horas para verla una última vez antes de mucho tiempo...

«Bueno, sí. Sé que se ha hecho rápidamente, pero cuando el amor toca a la puerta, no hay que rechazarlo. ¡Así que, he aprovechado la ocasión y estoy preparada para vivir este nuevo capítulo en mi vida!

«Tienes razón...» respondió Emma con amargura

«Emma...me gustaría veros una última vez antes de marcharme, a ti y a Matt. ¿Podrías hacer eso por mí? ¿Podrías regresar a Boston estos días?»

"Algunos días. Solo serán algunos días", intentó tranquilizarse Emma "Y después, volvemos..."

«Por supuesto...Mañana por la tarde estaremos en Boston»

Siempre te encontraréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora