Un plan orquestado

1.7K 144 4
                                    


Una semana había pasado desde el paseo en bicicleta. Regina había tenido mucho trabajo en el ayuntamiento, y el poco tiempo libre que lograba raspar, lo pasaba con su hijo y los Swan. La mansión Mills nunca había sido testigo de tal actividad entre sus muros. Cuando no estaban de paseo, Emma y los chicos casi se habían instalado allí. A decir verdad, los Swan solo volvían al motel para dormir, y por la mañana, todo ese pequeño grupo se volvía a encontrar en la casa de los Mills. Regina aceptaba esa presencia nueva en su casa sin hacerse preguntas. Le gustaba acoger a los Swan en su casa cada mañana y volver a encontrárselos cuando regresaba por las tardes. Sin embargo, no hacía mucho tiempo, solo habría abierto la puerta de su casa con temor, y mucho menos si ella no estaba allí...Realmente había cambiado...

Cuando la alcaldesa no estaba en casa, Emma y los niños jugaban, veían DVDs, o charlaban, simplemente. Y aunque Emma no era una gran cocinera, y los platos de Regina no tenían rival ninguno, a menudo ella preparaba la cena. Para gran sorpresa del Consejo Municipal, y fuera de costumbre, era corriente que la alcaldesa regresara a su casa también al mediodía.

Algunos rumores sobre esa joven rubia y la relación que tenía con la alcaldesa y su hijo comenzaban a correr por las calles de Storybrooke, pero nadie habría tenido el valor de enfrentarse a la señora Mills para preguntarle, así que ella dejaba que los habitantes hablaran. Sin embargo, no era algo dentro de sus costumbres. Ella no comprendía por qué, pero en presencia de Emma y de los chicos, no sentía su necesidad habitual de control. La gente podía hablar lo que quisiera, ya no le importaba. Unas semanas atrás habría intimidado, o incluso amenazado a cualquiera que se hubiera atrevido a criticar su vida privada. Pero ahora, toda esa agresividad había desaparecido.

Aunque Regina lo había escondido en lo más profundo de su ser, le gustaba de verdad esa vida. Le gustaba volver a su casa y ver que era esperada. Apreciaba empujar la puerta y escuchar las risas y los sonidos de pasos. Adoraba dejar sus cosas y notar el olor de la cena haciéndose en el horno. Evidentemente, antes de conocer a los Swan, la vida con Henry la colmaba, y verlo cada tarde era su momento de felicidad del día...Pero, extrañamente, se sentía ahora mucho más serena, más tranquila. Parecía haber encontrado un hombro en el que apoyarse. Ya no estaba sola para encarar todo.

Así es como la alcaldesa de Storybrooke encaró su día rellenando tediosos informes presupuestarios y los futuros trabajos en las carreteras, con el corazón ligero.

Por su lado, Emma y los chicos pasaban la sobremesa con Ruby, que era su día libre. De común acuerdo, habían ido al parque de Storybrooke, donde había un gran castillo de madera. Los chicos jugaban a ser caballeros, mientras que las dos amigas estaban sentadas en un banco y charlaban amigablemente.

«¿Bien el trabajo en este momento, Rub?»

«Sí, sí, bien...En este momento, es bastante tranquilo, y además, ya sabes, tener a tu abuela como jefa tiene ciertas ventajas»

«No lo dudo...»

«Y tú, si he entendido bien, no te incorporas inmediatamente al trabajo»

«No, en efecto, me he cogido tres semanas más. No consigo decidirme a dejar este sitio...»

«¿Este sitio o...a los Mills?» preguntó Ruby sonriendo

«Rub...para un momento...No sé a dónde quieres ir a parar...»

«¿Qué? ¿Lo vas a negar? ¿Me vas a decir que no sientes nada por ella? Emma, ya sabes, solo se vive una vez. Inténtalo y ya verás» le dijo mirándola con dulzura

«Ruby, escucha...Acabo de reencontrar a mi hijo, lo último que quisiera hacer es ponerme a su madre en contra. No quiero enfadarla o que comience a tener miedo de mí. ¿Comprendes? No QUIERO perderlo otra vez»

Siempre te encontraréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora