Bye, bye, Graham

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Los cuatro jinetes disfrutaban de su pausa desde hacía una buena media hora. El sheriff estaba recostado, con la cabeza apoyada en una de las mochilas, Regina, sentada con las piernas cruzadas observando la mar y a los niños que se ocupaban de los caballos. Henry se deleitaba mostrándole a Matthew todo lo que sabía sobre esos animales: cómo cuidarlos, alimentarlos, lavarlos...Le enseñaba las diferentes partes de su cuerpo, el nombre de cada pieza de los arreos. Estaba realmente en su elemento...

Por un breve instante, la mirada del muchacho se veló, cosa que a Matthew no le pasó desapercibido.

«¿Estás bien, Henry? ¿Qué te ha dado de golpe?»

«Sí, estoy bien. Solo que...me habría gustado tanto que Emma hubiera venido con nosotros hoy»

«A mí también...» respondió él tristemente. Después con algo más de animación, propuso «¿Y si le enviamos una foto nuestra?»

Henry recibió su idea con alegría y llamó a su madre para que también figurara en la foto. Loca de alegría, ella se colocó instintivamente entre los dos muchachos.

«¿Pero quién va a sacar la foto?» se inquietó uno de los hermanos

«Sé exactamente quién» sonrió la morena «¡Graham! ¿Puedes venir un momento, por favor?»

Graham se levantó de su siesta con algo de dificultad y se acercó a la pequeña familia. Regina le pidió con amabilidad que les sacara una foto a los tres, lo que él hizo sin gran entusiasmo.

«Super, gracias Graham» dijo Henry cuando el sheriff le devolvió el móvil «¡Emma se pondrá contenta de vernos!»

"Era para Emma esa foto...Pero, ¿por qué Regina tenía necesidad de posar con ellos?", pensó en su interior, echando peste contra esa cosa que se estaba instalando en esa familia y que él no comprendía.


El bip del teléfono de Emma la sacó bruscamente de sus investigaciones. No había levantado la nariz del Storybrooke Daily Mirror desde hacía varias horas, y acogía la pausa fortuita dada por su teléfono con alivio.

Leyó el mensaje con emoción. Era sencillo, pero la hizo sonreír tiernamente

¡Pensamos mucho en ti, mamá! ¡Nos estamos divirtiendo mucho y esperamos que no te estés aburriendo demasiado sin nosotros! Un gran beso de parte de los tres.

Después, abrió el archivo adjunto y su corazón se aceleró. Delante de los caballos que pastaban apaciblemente en la parte de atrás, estaban sus hijos y Regina entre ellos, rodeándolos con sus protectores brazos. Los tres enarbolaban una sonrisa franca que le recalentó el corazón. No pudo contener un tierno suspiro, que provocó que Belle alzara la cabeza.

«¿Buenas noticias?»

«Sí, es una foto de Regina y los niños» respondió ella sin apartar los ojos de la pantalla

Belle no dijo nada. No había nada que decir. Nada, porque por la manera en la que la joven miraba su teléfono, ella había comprendido que nada ni nadie podría separarlos por mucho tiempo...Emma colocó rápidamente la foto como fondo de pantalla y volvió a sumirse en su investigación con nuevos ánimos.


El paseo de los cuatro jinetes ya había sido retomado desde hacía una hora. Cada cierto tiempo, Henry y Regina dejaban que los caballos tomaran velocidad y cabalgaban, lado a lado, al galope. Sus gritos de alegría demostraban su felicidad. ¡Eran libres! Para decir la verdad, solo a caballo Regina se sentía realmente libre. Sobre su montura, Gold y su madre estaban lejos y todos los problemas olvidados.

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