Puesta en marcha

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Los días que siguieron a la salida al Rabbit Hole estuvieron bien apurados para Emma. Decidida a descubrir lo que se tramaba alrededor de Regina y de Gold, pasaba su tiempo interrogando a los habitantes, estudiando los archivos municipales y espiando por los alrededores de la tienda de antigüedades. No había informado a sus hijos de sus investigaciones, prefiriendo decirles que pasaba su tiempo con sus amigas Ruby o Belle, y los dejaba a los dos jugar en casa de Regina o en el parque. Pero sus averiguaciones no dieron como resultado nada, no estaba descubriendo absolutamente nada, y comenzaba seriamente a descorazonarse.

Como era su costumbre, los dos hermanos, inquietos ante la frialdad que empezaba a instalarse entre sus madres, se habían puesto de acuerdo para intentar descubrir lo que estaban escondiendo. Deberían acosarlas poco a poco hasta que se derrumbaran. Henry, en realidad, no estaba muy convencido del éxito de ese plan con Regina, pero aceptó de todas maneras, ya que no tenía otra idea mejor. Una tarde, Matthew tomó el toro por los cuernos y comenzó a interrogar a Emma. Esa tarde sabría lo que pasaba.

«Venga, mamá, déjalo ya...¿Qué es lo que está pasando?»

«Nada. ¿Qué quieres que esté pasando?» preguntó ella fingiendo sorpresa

«Para...hace dos días que estás rara. Pareciera que has vuelto al trabajo y estás dentro de una investigación. Sin hablar de tu humor que va de la euforia cuando hablamos de Henry y de Regina a la depresión absoluta cuando ellos no están»

Definitivamente, no podía esconderle nada...Y además, ¿para qué negarlo? Tenía el derecho a saberlo.

«Bueno...a ver...»

A Emma le costaba lanzarse. ¿Por dónde comenzar? ¿Por el plantón? ¿Por el beso? ¿Sus investigaciones sobre Gold? Matthew, de forma indirecta, la ayudó

«No te inquietes, de todas maneras Ruby me ha dicho que has besado a Regina...» dijo en tono de desafío mirándola pícaramente

Ante esa pillada, Emma no pudo sino asentir, y ella continuó

«Es verdad, nos besamos, fue...solo...bueno...»

«Mamá...te conozco, no lo olvides...»

«Bien, ok, fue genial, y me encantó...Realmente estoy bien con ella, me gusta cuando pasamos ratos en familia, los cuatro. Me encanta hundirme en sus magníficos ojos, me gustan sus manos, sus cabellos...Y sus labios son...»

«Sí, vale, ok, creo que lo he pillado» la interrumpió él, entre divertido e incómodo «Entonces, ¿cuál es el problema?»

«Me ha rechazado, eso es. Pero para decírtelo todo, creo que me esconde algo que le impide estar conmigo. No sé por qué, pero lo presiento. Así que, estoy investigando desde hace varios días»

«¿Y...?»

«Y nada. No encuentro nada. Nadie me dice nada. Parece que Gold tiene asustados a la mitad de los habitantes de este pueblo y Regina, a la otra mitad, así que nadie abre la boca. En cuanto a mis búsquedas en los archivos municipales, tampoco encuentro nada. Me pregunto si no tengo que dejarlo estar y hacerme a la idea de que ella simplemente no quiere nada conmigo...»

«No desesperes, mamá...¿Sabes? Henry me dice a menudo que jamás había visto a su madre como ahora. Dice que cuando está con nosotros, está sonriente y...¿cómo es qué dijo? Ah, sí...radiante. ¿No es eso una prueba de que también ella te aprecia?»

Matthew había logrado, finalmente, esclarecer el misterio. Ahora estaba seguro. Emma y Regina estaban hechas la una para la otra. Y, sea cual sea la fuerza que parecía interponerse entre ellas, juró que haría de todo para destruirla.

Siempre te encontraréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora