Algo en mí decía que no debería quedarme inmóvil, porque un beso francés se daba por parte de los dos, ¿no? Entonces mi lengua entró en contacto con la suya esta vez por maniobra mía, con un movimiento simple. Mientras movíamos nuestros labios, JungKook demandaba cada vez más y más al beso, dejándome sin respiración. Y volvía a introducir su lengua en mi boca, para rodear la mía, jugar con la mía; luego de eso se hacía hacia atrás, como incitándome a seguir la suya para no abandonar la sensación. Entonces eso hice, y en el medio de un desenfrenado beso, mi lengua terminó en su boca, la suya induciéndome a realizar acciones cada vez más grotescas y pasionales. Y cuando él sintió eso, dejó escapar un pequeño sonido de satisfacción de su garganta. Me sentí campante debido a su reacción, y por instinto me acerqué más hacia él, tratando de encontrar una mayor cercanía que tanto él como yo, sabíamos que no podíamos darnos en esa posición. Jamás me había sentido tan viva y urgida, tal vez eso era lo que su beso francés me ocasionaba.
En el momento en el que ambas manos aprisionaron mi cadera y me desplazaron ásperamente hasta que mi espalda baja chocó con el piano de cola, dejé de abstenerme por completo. La sensación de su sedoso cabello entre mis dedos, su impertinente lengua invitándome a jugar su mismo juego. Acorralada entre el instrumento y su caliente cuerpo, no me importó cuando sus manos vagaron hasta mis muslos, acariciándolos con urgencia sobre el vestido. En un acto vivaz e impensado, tal vez dejándome llevar por el momento, tuve el coraje de desprender el primer botón de su camisa negra, con el fin de tener más piel a mi alcance con la que alimentar de caricias. Gracias a la fuerza que JungKook poseía, no le costó trabajo sujetarme de la parte posterior de los muslos y sentarme en el piano. Ahora era yo quien tenía que bajar la cabeza y era él quien tenía que alzarla. Nunca había besado a alguien así, y entendí que era besar estando en una altura mayor que el otro. En el momento en el que con sus labios aprisionó mi lengua y la apretó, pude advertir que sus caricias vehementes ya no eran sobre el vestido, éste había dejado de ser un obstáculo, teniendo el descaro de manosear mis muslos directamente.
Sentí fuego en mi feminidad cuando JungKook abandonó mis labios para abrir los ojos lentamente a la par mía. Nublados de anhelo y ansias sus ojos ennegrecidos seguían brillando en la oscuridad, con la mirada alta encontrándose con los míos, en iguales condiciones. Respiraba irregular y agitado, con los labios mojados y rojizos.
—Dios, te follaría aquí mismo.
Mi semblante se tornó a uno tan desconcertado como avergonzado. ¿Acaso JungKook me había dicho a mí una palabra tan atrevida como follar? Él había dicho que quería... Dios mío. Mi mejor amigo; no sólo habíamos compartido algo más que un simple beso, sino que había manifestado su deseo hacía mí de tal manera. Siempre había sido tan cuidadoso y prudente conmigo que el que utilizara una forma tan directa y tan de repente me tenía anonadada. ¿Debería sentirme feliz? Así creía, pero no podía hallar en mí otra manera de manifestar lo que sentía más que nervios. Me sentía como un manojo de nervios. ¿Tener sexo? Pero si acababa de aprender lo que un beso francés significaba, si había sido la primera vez que daba un beso utilizando la lengua, y la primera vez que me atrevía a desprender aunque sea mínimamente la camisa de un hombre. No estaba preparada mentalmente para algo así, fuese o no JungKook.
—¿Que tú me qué? –pregunté con el fin de cerciorarme de que lo que había oído era verdad. No me importaba si parecía la novata o la estúpida que en verdad era, necesitaba saber si lo que había dicho era cierto o no, tal vez sólo jugaba conmigo. De igual manera sólo lo había dicho por el momento y no hablaba enserio. Había soñado tantas veces con la oportunidad de mi primera vez con el chico del que llevo enamorada mucho tiempo, y cuando se da un indicio, me acobardo y cohíbo.
—JungKook, YoungSoo. ¿Todo en orden ahí dentro? –se oye una voz desde fuera de la habitación, más precisamente la voz de la madre de JungKook.
Claro, seguramente no habían sido cinco inocentes minutos los que habíamos estado aquí dentro. Y si me habían enviado con el propósito de llevar al casi cumpleañero a su fiesta, no debí haberme quedado por tanto tiempo. Obviamente tampoco iba a empujarlo a tal martirio forzándolo a bajar las escaleras y reunirse con desconocidos en lo que quedaba del día de hoy y una parte del de mañana.
Me hallé decidida a bajar del piano y acomodar un poco mi aspecto antes de que se le ocurriera entrar por la puerta y pillarnos in fraganti a su hijo y a mí. Pero el castaño fue más rápido y selló mis labios con su mano, haciéndome una seña para que no emitiera sonido alguno. Presa del pánico y la confusión le hice caso conservando mis ojos abiertos de par en par.
—YoungSoo no está aquí, mamá. Me dijo que querías verme abajo y eso haré, cuando ella salga del baño –contestó en voz alta, con modulación seria y mirando a la puerta. La mano de JungKook que no se hallaba en mi boca se encontraba quieta donde la había dejado, pero yo había retirado las mías en cuanto escuché lo que tuvo para decirme luego del beso.
—Está bien hijo, pero que sea rápido. Hay unas personas que quiero presentarte –y dicho esto, resonaron tacones de quince centímetros por los pisos de porcelanato hasta alejarse tanto que el ruido se hizo inexistente.
Devolvió su mirada hacia mí, pero esta ya no estaba encendida. El fulgor con el que resplandecían los ojos de JungKook era casi inexistente, se encontraba ofuscado. Lentamente descubrió mi boca y mis mejillas se tiñeron de rojo al pensar que si mi labial se había corrido, me vería como un payaso. La situación se hizo más embarazosa cuando se separó de mí y trató de ayudarme a bajar del piano sin mediar palabra. "Hay unas personas que quiero presentarte". No invitas a desconocidos a tu cumpleaños, JungKook estaba harto de ser presentado a entendidos en negocios que le llevaban al menos veinte años, estaba cansado de vivir para algo que odiaba en lo absoluto como el negocio familiar. Cada vez que alguien nombraba algo por el estilo se enfadaba, porque estaba confundido sobre su futuro y no quería pensar en él o lo que tuviera relación con ello.
Sé que no quiso ser grosero, cuando avanzó por la habitación hasta abrir la puerta sin siquiera mirarme o preguntar si estaba bien o comentar algo sobre tan relevante hecho que había ocurrido hace nada. Estoy al tanto de que en ningún momento quiso confundirme o dejarme con las ganas de otro beso o la palabra en la boca. Porque sé que no había maldad o rechazo verdadero en sus acciones, me apresuré a llegar a su lado y tomar su mano con la mía, la misma que había estado en mi boca. Miró hacia su costado izquierdo por sobre su hombro hacia mí, mientras caminaba por el largo pasillo.
—Ya sé que quiero para mi cumpleaños –solté sin mirarlo, como queriendo iniciar una conversación y romper la tensión que su madre había logrado generar. Me observó extrañado pero aún así no lo miré.
—¿Qué? –preguntó confundido.
—Un beso francés.
Entonces, sin siquiera verlo de reojo, pude sentir cómo sonrió, percibí cómo su gesto duro se ablandaba y su paso se relajaba. Supe que mi comentario logró reanimarlo cuando apretó mi mano con la suya, transmitiéndome un atisbo de lo que creo algunos llaman felicidad.
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teacher | jeon jungkook +18
FanfictionTentada por la inseguridad de su ignorancia sobre todo lo que el sexo se trata, YoungSoo se deja ayudar por un viejo amigo que, tras una provocadora experiencia, se ofrece a enseñarle a la inocente chica todo sobre el erotismo y su sexualidad. ∆Cont...