teacher | treinta

77K 4.4K 3.3K
                                    

Jeon JungKook parecía no querer saciarse, motivo por el cual —y debía admitir que estaba encantada— lo que había sucedido entre nosotros, se había repetido un par de veces más en la noche, explotando el hecho de que sus padres se habían ausentado. Después de todo aquello, la palabra devastada era demasiado pequeña, y adolorida estaba al borde de serlo también. No obstante, si me preguntaran a mí, si tuviera que quedarme con algo de la noche anterior, no haría de mi elección alguna de las veces en las que habíamos tenido sexo, de distintas maneras. Sino una charla que se generó después, en uno de esos momentos donde la paz se transforma en un concepto casi hasta palpable, del que nosotros somos dueños.

En su cama, mi cansancio parecía no ser la excusa perfecta para convencer a mi cuerpo de dormir. En su lugar mi mente quiso hacerme imposible conciliar el sueño, haciendo rondar por mi pensamiento todo aquello que era demasiado importante como para ignorarlo. Como por ejemplo, aquél extraño "me gustas"; su actitud despótica en la referida noche; la manera en que actuaba de dos maneras distintas, cuando nuestro encuentro se tornaba caliente y cuando simplemente hablábamos o dejábamos que el silencio nos deleitara; el porqué de su interés sobre mí; y por supuesto, qué escondía Jeon JungKook.

—¿Está todo en orden? –su voz se hizo oír después de un silencio al que no presté atención por estar sumida en mi propia tortura mental. Su consulta no hizo más en mí que hacer que frunciera el ceño y volteara un poco el cuerpo hacia su lado de la cama. 

—¿Por qué lo dices? 

Se hallaba cubierto hasta el ombligo, y a diferencia de mí se había recargado un poco en el respaldo de la cama. La luz era mezquina aquella noche, por lo que apenas podía ver con claridad su rostro, al que le habían ganado las malas presunciones. A pesar de que la tesitura fuese esa, nuestras miradas encajaron como las piezas de un rompecabezas, uno muy obvio y fácil. 

—Estás muy lejos –me hizo saber, mientras esbozaba una pequeña sonrisa casi imperceptible. Estiró su brazo, y aprovechando que me había volteado para contestarle, me acercó de una manera súbita, tomándome por la cintura. Una vez conseguido su objetivo, esa mano que antes se hallaba en mi cintura descendió hasta mi muslo, haciendo luego que rodeara sus caderas con mi pierna. Por puro instinto me abracé a su pecho, suave y más cómodo que cualquier almohada que pudiese existir. Respiraba tranquilo, casi como alguien que se encuentra dormido –. Y también estás pensando demasiado –en el momento en que habló, sentí la vibración de su voz bastante cerca. Pero no le di mucha importancia, porque en sí había dicho algo que era verdad, por eso mismo me asombraba.

Todo parecía a inclinarse a que me conocía como la palma de su mano, o bien yo era tan transparente como un vidrio y bastante predecible. Pero, ¿era un problema para él que yo simplemente estuviese pensando? Por la manera en que lo había dicho, aparentaba increparme, como si estuviese mal de verdad. 

—No es cierto –negué, pero ya sabía que era en vano. Obviamente no le diría que sí, porque implicaría contarle sobre qué tanto formulaba mi cerebro, y por nada del mundo lo dejaría salir. No tenía el coraje suficiente como para hacer alusión a esa presuntuosa declaración dudosa. Prefería vivir nublada en la duda, que vislumbrada en la pena. 

—Sí lo es –replicó, apretando el hasta recién suave agarre de su mano en mi muslo. El contacto de su piel me brindaba un calor suave–, ¿no vas a decirme? –inquirió luego de unos segundos, en los que seguramente había esperado por una respuesta, que solamente había llegado de parte del ambiente, entrando por la ventana abierta de par en par. 

—Pensé que habías dicho que estaba bien esconder algunas cosas –fue mi respuesta, para no verme obligada a decir directamente que no, pero fue lo mismo. La mejor manera para hacer frente a esta clase de casos, era tomar el papel de la defensiva. Por esto mismo, esta vez fui yo quien inquirió, en un tono acusador, y sin medir las consecuencias, hasta el momento en que salieron las palabras de mi boca–: ¿Qué es lo que ocultas tú?

teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora