teacher | doce

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JungKook estaba divirtiéndose con mis reacciones de novata. Al principio, debo decir que pensé que lo hacía a modo de broma. Pero cuando enarcó una ceja, aguardando por mi respuesta, me hizo saber que estaba equivocándome. ¿Era necesario ser así de cruel con alguien que a duras penas puede hablar del tema sin escandalizar?

—Responde, Youngsoo –demandó. ¿Por qué tenía que ser tan vergonzosa? Quería correr fuera de esa oscura habitación como una niña, no entendía como él podía fijarse en mí, encontrar atracción sexual en alguien tan fracasada en el ámbito–. ¿O tal vez no quieres quitarte nada?

Indagó y no estaba del todo errada su suposición. No había hecho ni un comentario al respecto sobre mi sostén o lo que cubrían, tampoco podía mirarlo directamente ni mucho menos tratar de adivinar que pasaba por su cabeza. Lo único en lo que sí era acertada, era en que su voz era profunda, y sumándolo al contexto de la situación, estaban comenzando a hacer desastres en mis bragas, los cuales prefería reservar.

Mi voz no se hizo oír unos segundos después, pero yo ya estaba decidida a contestar. Prefería que me viese en una ropa interior ignominiosa entera, a que pudiese observar mis pechos. Nunca nadie antes lo había hecho, y que sea JungKook el primero me tenía inhibida. Pero para mi mala suerte, o tal vez para mi beneficio, él dijo algo primero, ganándome el lugar a la palabra, encongiéndose de hombros dando a entender que la silenciosa respuesta le resultaba secundaria.

—Bien... –dio por sentado mi rehúso–. En ese caso, creo que es mi turno.

No me lo veía venir, para nada, cuando él se levantó de la cama y comenzó a deshacerse de los negruzcos pantalones suyos delante de mí. Por mi parte, di un respingo y mis ojos se cerraron de la impresión, pero no tardé en volver a abrirlos, al oír su risa corta y profunda, se inclinaba a reírse de mi, otra vez. Demonios, mi corazón latía desmesuradamente y yo ni siquiera me había movido de mi lugar. La presencia de JungKook era intimidante realmente, cosa que no era (la mayoría del tiempo) cuando se hallaba vestido. 

—Pensé que habías dicho que no iba a verte sin ropa hoy... –titubeé como tratando de excusar mi sobresalto.

Pero el único pretexto válido, era el verdadero; era la primera vez que mis ojos veían algo tan explícito, pero a la vez tan precioso y ameno, como lo era JungKook con tan solo unos boxers negros. Parecían someterse a su cuerpo a la perfección, y se inclinaban a dar una pista bastante grande sobre lo que se encontraba delante. Sentí el calor tanto en mi cara como en mi feminidad, y me avergoncé por ambas, por asumir mis eclipsados pensamientos e intenciones. Junté mis piernas en un intento de apaciguar el pícaro ardor, pero no había remedio, o parecía no haberlo.

—Y no lo harás –negó con la cabeza para volver a tomar asiento. Y una vez más no supe cómo sentirme al respecto, aliviada o desilusionada. Dos partes de mí luchaban por tener el mando de mis pensamientos, pero hasta ahora era solo eso, una lucha en curso que desembocaba en la inseguridad.

Inesperadamente tomó mi cintura con una de sus cálidas manos y me acercó nuevamente a él. Mis piernas se hallaban entre sus muslos ya descubiertos, pero aún así no alcanzaba a apoyarme en la cama. Sin esperar demasiado, hizo lo que quería conmigo. Tomó el elástico de mis pantalones y los comenzó a bajar, clavando la vista en lo que quedaba al descubierto. Cuando los sentí en los tobillos, también tuve la respiración caliente de JungKook en mi vientre, y el cosquilleo de su nariz también. Miré hacia abajo y él lo notó, entonces nuestras encendidas miradas se encontraron; tenía las cejas levantadas y sonrió contra mi estómago.

—Déjame verte –pidió y se hizo hacia atrás, ilusionado. Fue en ese entonces cuando hizo un gesto con la mano que no tenía apoyada en la cama, para que diera una vuelta.

Debía estar bromeando, sí. Porque no podía hacer tal petición, desfilar el conjunto deprimente que llevaba puesto como si fuese lencería de Victoria's Secret, y como si mi cuerpo se asemejara al de una de sus modelos. Casi me dispongo a decirle que no me tomara el pelo con ese poco alumbre de valentía que todavía me quedaba, hasta que recordé que se suponía que debía obedecer, si estaba negándome a cada cosa que él proponía no solo sería una desobediente, sino también una aburrida y sosa. Fue por eso mismo que dejé mi rosado pantalón lejos junto con la camiseta y di una vuelta que resultó bastante zopenca, pero mi pudor no me permitía ni observarlo.

—Mírame a los ojos cuando lo hagas, YoungSoo.

Cuando lo decía, así como pronunciaba las palabras, parecía tarea fácil. Pero el brillo de los ojos de JungKook pesaba, no era algo que cualquiera podría mantener. Sin embargo yo lo hice, y se contentó con mi acatamiento. La plateada luz escasa de la luna iluminaba la mitad de su rostro, y también la mitad de su cuerpo. Estaba tan cerca, pero la imagen lucía irreal. Y me hacía sentir menos, porque él emanaba un atractivo y una sugestión por naturaleza; en cambio yo, no había nacido con el don de la lascivia.

—Perdona si no luzco lo suficientemente sensual para ti –me encogí de hombros y le dije en un tono de disculpa, que también podía hacerse pasar por autoburla. Seguramente sus expectativas eran más altas de lo que veía, y la realidad no le sentaba del todo bien–. No tenía ropa interior para la ocasión –bromeé para hacerle saber que era realmente consciente de mi falta de erotismo.

Pero JungKook no rió. Chasqueó la lengua y frunció el ceño mirándome a los ojos, como si le molestara mi carencia de confianza y no mi falta de sensualidad.

—Tú no necesitas esas mierdas –me contestó severo, y fui arrastrada de forma tosca por su mano en mi antebrazo. Logré acomodarme en un acto reflejo con el fin de no hacerle daño, pero quedamos uno frente a otro, y yo con mis piernas a los costados de sus caderas. Su rostro se hallaba muy cerca del mío, tan cerca que recibí su aliento cuando pronunció una frase con una voz deleitante y áspera–; mira como me tienes.

Efectivamente, sentí bajo de la bochornosa humedad de mi feminidad, el miembro viril duro de JungKook. Mi corazón pegó un salto, y la necesidad allá abajo se hizo más ardiente. Era extraño, me asustaba la idea de tener justo debajo de mí el pene de un chico, pero eso no me impedía anhelarlo aún más. Una mezcla de sentimientos vinieron a mí, me sentía bien por haber causado una erección en JungKook sin siquiera haberlo tocado, pero misteriosamente también la sensación de estar haciendo algo malo me impedía disfrutarlo al máximo. Se me caería la cara de vergüenza si la yo del pasado llegara a pensar que algo así con él pasaría, es por eso que el hecho de que en verdad esté sucediendo, me tenía loca.

Sus suaves labios encontraron los míos sin siquiera saber que los estaba buscando. No daba lugar a la calma desde el primer momento, y el asunto no parecía querer regularse. Me estaba robando el aliento en ese beso, sin embargo yo, dominada por sus incitantes besos me dejé llevar. Enterró sus largos dedos en mi cabello y me apretó más contra él, parecía imposible el darle aún más profundidad. Su lengua asaltando mi boca de una manera sucia, actuó como una distracción; porque no me di cuenta sino cuando sentí sus manos viajar por mi espalda, de que yo me hallaba sobre él, y JungKook yacía acostado en la cama.

Mis manos se encontraban en sus hombros desnudos, ejerciendo fuerza allí. Pero de modo imprevisto tomó una de ellas, y lo que dijo a continuación, acompañando el acto de llevar mi temblorosa mano hacia abajo por sobre su abdomen, me recordó lo pequeña que podía ser a veces a pesar de todo.

—Te necesito allí, YoungSoo –el tacto en descenso que me proporcionaba el trabajado vientre de JungKook, pudo anticiparme a dónde estaba dirigiéndome.

Para el momento en el que percibí el intenso calor corporal de su zona baja, la molesta debilidad me abordó, pero fue demasiado tarde para evitarlo. No estaba tocando el excitado miembro de JungKook sobre su ropa interior; mi mano estaba en un tocamiento directo y llano con su pene, la cálida, rígida y suave piel de su miembro, extraño por completo. Era entendible el que me hallara asustada, pues su mano hacía presión con la mía, invitándome a explorar mejor la textura de su gran estructura. Intenté retirar mi mano, pero su fuerza obviamente era más importante que la mía. La boca de JungKook volvió a buscarme, tratando de acallar su propio jadeo. 

Tenía una sensación de no querer separarme de él, porque el calor que me brindaba era adictivo. Jamás lo habría pensado, pero el besar a un chico de esta manera, y en ésta posición, resultaba algo tan entretenido como indecentemente deseoso. Comenzaba a descubrir que mi vida de color blanco, comenzaba a teñirse de tonalidades grises.

teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora