teacher | diez

94.3K 7.5K 1.5K
                                    

A eso de las seis de la tarde todos estaban migrado hacia el interior de la mansión, dejando abandonado el jardín trasero. Y cuando se hicieron las ocho de la noche, ya nadie quedaba en la residencia a excepción de JungKook, sus padres, algún que otro empleado y obviamente yo. Quien era la madre de mi mejor amigo no paraba de hablar de lo maravilloso y magnífico que había resultado todo, sin contar el hecho de que el celebrado no había puesto muchas ganas que digamos a su fiesta. Luego comenzó a quejarse con él diciendo que en brindis por lo menos debería haber sonreído, y una sarta de otros reclamos. El padre de JungKook, el que no había visto desde hace un buen rato, parecía cansado y agotado, y no paraba de entrelazar las llamadas de atención de GaEun, con manifestaciones de lo fatigado que se hallaba. 

Nos hallábamos en la sala de estar, sentados los cuatro, y mientras GaEun, su madre, parloteaba sin descanso dirigiéndose a nosotros, diciendo por ejemplo que había sido una muy buena idea eso de invitarme a pasar la semana aquí, aunque dudaba de lo verídico en sus palabras. Finalmente, cuando fue la hora de la cena, su padre se disculpó por no participar de ésta y se largó diciendo que se iba a dormir. Yo notaba la insistente mirada de JungKook todo el tiempo sobre mí, ¿es que acaso el disimulo no era lo suyo? La cuestión fue que, tras una cena en la que GaEun insistió en que su hijo se sentara frente a mí y no a mi lado, ella se retiró no sin antes darle indicaciones a JungKook de que me mostrara la habitación donde dormiría. Pero al decirle eso su mirada había sido de lo más amenazadora. Al parecer sabía o percibía sus planes, y eso no era bueno en absoluto. 

Cuando quedamos solos nosotros dos, él me dirigió su mirada oscura desde arriba. Lo observé con recelo y crucé mis brazos. No habíamos podido tener una charla decente a solas desde antes del almuerzo. Y tenía un par de cosas que reclamar yo también. 

—¿No pensabas consultar conmigo eso de quedarme aquí? –entorné los ojos y eso él lo contestó con un chasquido de lengua seguido de las siguientes palabras:

—¿Qué más da, YoungSoo? –preguntó y se encogió de hombros–. No es como si no te hayas quedado aquí antes. 

Tenía razón, me había quedado con él antes, ya sea en mi casa, en la suya o en otro lugar. Pero nunca había existido una especie de tensión sexual como esta. Me refiero a que las veces en las que ocurrió, yo lo veía a él como una especie de amor platónico lejano, y como mi mejor amigo.

—Pero esta vez es diferente y lo sabes –recriminé con un ademán. 

—No sé a qué te refieres –vagó por la sala haciéndose el desentendido, eliminando el contacto visual hasta que se apoyó en uno de los sofás. JungKook enarcó una ceja y prosiguió–, ¿cómo que diferente?

—Ya lo sabes, no voy a decirlo –no iba a seguirle la corriente. Él suspiró derrotado al ver que no iba a contestar aquello. La postura sobre el sofá le duró poco, porque se levantó y se acercó a mí una vez más. 

—Eso es una lástima –se mostró dolido de forma simulada y me tendió la mano–. Ven –me dijo simplemente. Iba a tomar su mano, pero al parecer tardé demasiado porque fue él quien agarró la mía y comenzó a caminar conmigo detrás. El sonido de nuestras pisadas hacía ruido en el suelo, en especial yo que llevaba tacones. Subimos las escaleras interminables y me condujo al pasillo derecho, donde había estado antes para buscarlo la noche anterior, nos detuvimos en una puerta que estaba un poco antes de la que identifiqué como suya–, tu habitación está cerca de la mía. De todos modos no tienes que dormir aquí si no quieres.

—¿Y dónde dormiría entonces? –pregunté aunque la respuesta fuese un poco cierta. Igualmente nunca estaba demás el preguntar, con él no se sabía con certeza–. ¿Tu habitación? –cuestioné al ver que no me respondía, asintió siendo obvio. Negué con la cabeza, si sus padres se enteraban estaba muerta–. No, no.

—Como tú quieras –suspiró rendido–. Tomaré una ducha, haz lo mismo si quieres –se alejó un poco retrocediendo, me extrañó que no intentara acercarse, pues había estado viéndome con una insistencia abrumante por bastante tiempo–. Nos vemos en mi habitación cuando termines. 

Ahí estaba la trampa. En su habitación, como no... Lo peor de todo esto era que, ciertamente, iba a hacerle caso y visitar su habitación luego de un baño que necesitaba con urgencia. Tenía un poco de miedo, por no saber qué era exactamente lo que me aguardaba. ¿Cómo serían esa clase de lecciones? De todos modos las ganas de recibirlas contrarrestaron al miedo y éste quedó en segundo plano. No sabía absolutamente nada sobre sexo y juraría que con él lo tendría.

Toqué la puerta de su habitación a diferencia de anoche, y al no recibir respuesta, entré sin más. La ausencia de luces me decía que JungKook era un gran admirador del destello de la luna. La habitación me traía recuerdos, recuerdos que podían hacer mi feminidad arder con sólo proyectarlos en mi mente. Me acerqué al gran ventanal por el cual entraba viento frío y la agradable luz lunar, las olas en el mar eran pequeñas y constantes, bastantes y brillosas. La vista del ventanal de mi mejor amigo era ciertamente una vista digna de ser plasmada en un lienzo, o en una foto por lo menos. 

Desafortunadamente para mí, no pude seguir contemplando el paisaje que seguramente JungKook observaba a diario. Esto porque el sonido de una puerta abriéndose en seco me sobresaltó y giré sobre mi misma. Había sido la puerta del baño de la habitación, cuya luz estaba encendida. No se hallaba cerca de donde yo estaba parada, pero igualmente deduje con obviedad que quien salía de allí con una toalla sujetada a la cintura era JungKook.

Rogué por mi alma y mis ojos en ese momento, que no podían creerse que él estaba allí, paseándose delante de mí con tan solo una mísera toalla colgando de sus caderas. La luz de la luna dio brillante en su pecho, y las gotas de agua que bajaban por su torso y se perdían yendo hacia abajo se hicieron visibles. Me observó, pero era evidente que no esperaba encontrarme allí. Y yo como toda una entrometida sin siquiera evaluar las posibilidades entré sin más. Qué idiota, que vergüenza. Fue por mis pensamientos mismos que como una estúpida caminé a un paso rápido hacia la puerta que daba al pasillo. Yo me iba de aquí. 

Pero muy a mi pesar él se encargó de evitar aquello, tomándome del brazo. Me estremecí ante el contacto, y es que mi hormonalmente ridícula mente no podía parar de pensar que él estaba prácticamente desnudo ahora y que la cercanía estaba haciéndome perder la cabeza. Maldición, el bello paisaje que hace unos segundos admiraba había perdido toda su gracia, había sido opacado y borrado de mi mente por una nueva imagen que era tan magistral como excitante y tenebrosa; esto último porque mi corazón palpitaba enfermizo y yo sabía bien que lo que él me estaba causando no estaba bien. 

—Tonta –masculló con voz jocosa, elevando las comisuras de sus labios ante mi semblante en pánico. Su mano no salía de mi brazo y su cara estaba peligrosamente más cerca. ¿Por qué se estaba prácticamente burlando de mí y yo no podía pensar en otra cosa que no fuese lo sensual que se veía con el cabello mojado?–. Siéntate.

JungKook señaló su cama vestida de gris en un costado de la habitación. Soltó mi brazo y yo bajé la cabeza porque su persona mojada estaba dándome problemas. Había sido una mala idea, pues lo primero que pude observar fue su torso marcado. La última vez que lo había visto sin camiseta había sido hace siglos, y ni siquiera tenía músculos. Había estado trabajando todo su cuerpo. Normalmente no me gustaban los hombres marcados, pero sus piernas se habían tonificado, sus brazos eran más grandes, su espalda más ancha y sus abdominales habían aparecido como si le hubiesen hecho un favor al mundo. Yo caminé hacia la cama mientras me preguntaba si había sido un buen lugar para sentarse. 

Para cuando por fin me senté y pude levantar la cabeza, JungKook se hallaba buscando algo de ropa en su gran closet, vi como sostenía lo que se podría en sus manos y luego de erguirse me preguntó algo con el ceño fruncido, como si la pregunta le hubiese molestado como una urgencia curiosa.  

—YoungSoo –comenzó–. ¿Has visto alguna vez a un hombre desnudo?



teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora