teacher | veintitres

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—¿Qué sucede, JungKook? –al ver que enmudecía, llevándose consigo el ambiente tan placentero de hacía segundos atrás, y siendo reemplazado con una amargura súbita, me vi obligada a preguntar inquisitiva y descolocada.

Preso de una ofuscación de la que todavía no conocía la procedencia, me dirigió una mirada tajante y ardida en frustración. Me hizo pensar que tal vez no debería haber cuestionado; y mi semblante debió haberle parecido un tanto temeroso, pues suspiró armado de lo poco que le quedaba de serenidad, posteriormente con los ojos entrecerrados y la cabeza apoyada en el asiento, masculló:

—El condón.

—Huh...

Así que eso había sido, y yo no tenía porqué verlo venir. Tampoco me sentía culpable, pues no tenía sentido apoderarme de ese sentimiento, que solamente debía ser de él. Si bien la noticia a mí me sentó como un baldazo de agua fría, a JungKook le debe haber resultado como el mismísimo hielo. El sólo hecho de pensar que si lo hubiese traído consigo, habría conseguido lo que quería, y en una realidad penosa, lo que yo también anhelaba, erizaba mi piel; pero esa era de repente la única sensación que era capaz de sentir, pues la calentura y todo lo demás se había ido lejos.

No obstante, oscilante JungKook dejó ir un suspiro, y un poco dimitido, apoyó su cabeza en mi hombro; yo podía ver únicamente más allá de su nuca, y la situación me pareció tan vergonzosa que el carmesí tomó el tono de mi cara enteriza. Di las gracias porque no estuviera viéndome y que el anochecer y la falta de luz artificial me brindaran apoyo.

—Puedo... –titubeó conservando esa misma voz áspera que estaba volviéndose un vicio después de todo–, puedo venirme afuera.

—No, JungKook –fue mi respuesta rotunda, empujando su hombro para que se hiciera hacia atrás. La seriedad era dueña de mi semblante, que causó una desilusión en sus ojos de la que no quise hacerme cargo tampoco. Bufó un tanto irritado, pero conservando, y tal vez aumentando ese sentido de embaucamiento con el que a menudo conseguía lo que quería.

—Mierda, por favor YoungSoo –farfulló cerca de mis labios, no cabía duda que a pesar de todo JungKook seguía caliente y dispuesto, pero en todo caso el desliz había sido suyo, y no iba a persuadirme por más que se esmerara muchísimo en ello.

Yo no iba a correr el riesgo que denotaba una relación sexual sin un preservativo de por medio, era primeriza pero no estúpida. Muchas de mis amigas solían decirme que con la primera vez no era posible quedar embarazada (como uno de los miles de riesgos que podía llevar consigo tal acto); pero nunca confié demasiado en ellas, porque eran las mismas bocas de las cuales salían una sarta de estupideces inmaduras. Yo, YoungSoo, podía ser una santa, sí; pero no tenía nada que ver con el ser ignorante.

—No, no está bien –hablé segura, ya comenzaba a tener frío y el aire era espeso, la tensión de una discusión flotaba en el aire y para colmo, él colaboraba con aquello.

—¿Qué no está bien? –mantuvo su tono calmo, pero sus orbes irradiaban la mismísima frustración, que era muy diferente a la que tenía yo. Podía sentir cómo deseaba que yo fuera más osada, y el saber que quería cambiar una parte de mí, terminó por hacerme sentir mal. Era una mezcla de lo que él sentía, del reprimir un deseo, pero de enfado, tensión y vergüenza a la vez.

—Perdóname –le dije, casi inteligible. Mi mirada me permitió observar como el pecho de JungKook se encogía en un suspiro, de esos que solamente daba cuando estaba arrepentido. Ahora la pregunta era, ¿arrepentido, realmente de qué?

Sin mediar palabra alguna, acarició mi mejilla con su mano segundos después, pero no dijo ni se dio por transmitir absolutamente nada. Tampoco pude oír palabra suya en el incómodo viaje de regreso, aunque esto no quitaba que sus gestos no estaban siendo malintencionados. JungKook no callaba porque estuviese enfadado, o tieso por no haber podido concretar su plan; estaba así porque un sentimiento muchísimo peor que el del cargo de no haber traído un mísero condón estaba adueñándose de toda aquella interacción conmigo. Y así permaneció hasta después, se extendió tanto que el sonido de la nada reinó hasta el momento en el que estaba justo enfrente de la habitación que era mía. Más precisamente justo en el momento en el que iba a entrar, y su mano en la puerta no me lo permitió.

teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora