teacher | cincuenta y dos

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—Por favor YoungSoo, no estoy pidiéndote nada de otro mundo –replicó luciendo una pequeña sonrisa que reflejaba diversión; al parecer le hacía mucha gracia mi semblante sumamente desconcertado. Al verlo noté como tenía los ojos pegados en el camino, y sus manos posadas con elegancia sobre el volante.

Nos hallábamos volviendo luego de que el ambiente se haya tornado un tanto... extraño, por así decirlo. Después de mi acción tan poco meditada y dictada únicamente por mis impulsos, dejando atrás a la razón, TaeHyung comenzó a actuar de una manera un tanto diferente. Se podría decir que se mantenía casi igual que siempre, pero con la excepción de que ahora se empeñaba en jugar y entretenerse con mi persona, siendo ligeramente sugerente y cambiando su auténtica mirada enfocada y adulta por una más traviesa e inquieta, que ya no se centraba en la habitación con gran admiración, sino más bien en mí. Era intensa, tanto que podía sentirlo incluso en esos momentos donde no estaba viéndolo. 

Al notar todo esto le dije que ya había tenido suficiente, que había fotografiado todo lo necesario y que ya había vivido las experiencias que necesitaba y correspondían. Al oírme rió y me contestó con cierta gracia, diciéndome que de todos modos no podíamos irnos todavía. Me llevé como respuesta cuando le pregunté porqué, un simple "porque si nos vamos ahora, la recepcionista pensará que soy precoz", riendo y encogiéndose de hombros. Yo me vi obligada a reír también, pero todo se desvaneció cuando supe que no estaba bromeando en lo absoluto. Fue así como estuve alrededor de una hora sentada en una incómoda cama con TaeHyung, mirando hacia el frente y tratando de seguir su conversación, mientras él acostado y de lo más tranquilo, jugaba con el encendedor y hablaba mal de aquellas personas que lo contrataban para plasmar en un cuadro sus fantasías y deseos.

Me contaba como en sus inicios, con unos veinte años recién cumplidos, cuando recién estaba abriéndose camino en esto de ser conocido en el ámbito, había sido contratado por un hombre para pintar un retrato de su esposa. Divertido me decía que le parecía una experiencia interesante, y que el hecho de que le pagaran por ello para él era una novedad. Claro que no habían arreglado detalles, y lo supo todo cuando llegó allí. El hombre no había mencionado que su esposa tenía setenta años, y que la mujer posaría en una fina y anticuada lencería. Con gracia me decía que habían sido esas las horas más largas e incómodas de su vida, con el señor supervisándolo detrás suyo (como si fuese a intentar algo con aquél vejestorio), y con la arrugada dama posando como si fuese a salir en Vogue. 

Finalmente, el tiempo pasó más rápido de lo que esperaba, pues antes de que pudiera darme cuenta, ya nos hallábamos en su coche, en camino a la cuidad nuevamente. TaeHyung era un hombre muy hablador, tanto así que sacaba temas de conversación hasta por donde no los había. Eso lo tenía muy en claro, por lo que ya no me sorprendía cuando sacaba a la luz algún tópico extraño. 

Pero lo que sí no me vi venir en ningún momento, fue su última petición. 

—No, claro que no –negué cargada de un confundido y un tanto indignado sarcasmo. Me encogí de hombros actuando como si no fuese la gran cosa, y lo observé con mirada filosa–. Solo estás pidiéndome que me desnude y me analice en un espejo.

Ese había sido su raro y singular encargo. No entendía de dónde sacaba el descaro para pedir algo así tan a la ligera, pues lo había dicho en el mismo tono que me pidió que abrochara mi cinturón de seguridad minutos antes. Con una frescura alarmante, TaeHyung me había solicitado amablemente que me dedicara a conocer mi cuerpo frente a un espejo, como una clase de insulso ejercicio de percepción, como si fuese un profesor dejándole tarea a una alumna. 

Ya lo había repetido dos veces a petición mía, temiendo haber entendido mal, y todavía seguía sin comprender el chiste o la gracia de todo esto. Al principio creí que bromeaba, pero cuando lo fundamentó con mi supuesta incomprensión del cuerpo femenino, no tuve más remedio que fruncir el ceño y observarlo como si de sus labios hubiese salido la estupidez más grande jamás dicha. 

teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora