teacher | cincuenta y siete

53.4K 3.7K 5.8K
                                    

Las incomodidades más grandes no son las que uno siente de manera individual, sino que son aquellas compartidas en conjunto con alguien más.

Y el presente podría utilizarse como una justificación perfecta para la afirmación anterior.

Me repetía mentalmente y hasta el cansancio que podía sucederle a cualquiera, que era algo completamente normal. Pero a pesar de llenarme de ese tipo de pensamientos a la fuerza, cierta parte de mí quería esconderse y no tener contacto con el mundo exterior por el resto de mi existencia. Y es que una vez huele a casualidad, dos veces seguidas ya huelen a un problema.

Podría ser una exagerada a ojos ajenos, pero cualquier persona común en mi posición comenzaría a buscar la causa en sí misma. Y con más razón si no estás tratando con ningún novato o principiante al que pudieran ganarle los nervios. La cara de TaeHyung hablaba por sí sola y me decía que su inconveniente no era el ser impresionable, pues expresaba amarga frustración y un sentimiento de impotencia que se podía palpar en el aire.

Su perfil de mirada extraviada en algún lado de mi sala me hacía cuestionarme mil y una cosas. Era tan dulce, tan atento y maduro. Una persona hecha y derecha nacida de lo bajo y con su vida construida hacia lo alto, lleno de éxito, carisma, además de un aspecto que haría suspirar al mismísimo Dios. Me trataba tan bien, me hacía sentir bella, cuidada y adorada. Analizando todo esto, ¿sería alguna clase de ofensa el pensar que tal vez el problema que se presentaba entre nosotros era alguna clase de falta de interés?

Si el inconveniente fuese la diferencia de edad, me resultaría extraño, pues aquello no parecía importarle en ciertos momentos. Además, aún a sabiendas de que yo era mucho menor, él decidió buscar por mi interés aún así. Por eso mismo mi mente esquivaba esta posibilidad.

Sentados en el sofá, cada uno por su lado y sumidos en pensamientos propios, aunque de cierta manera mezclados con los ajenos, decidí cortar con la extraña tensión del momento abriendo la boca para exteriorizar aquello que nos estábamos guardando para nosotros mismos. Ajusté el bretel del sostén que me había vuelto a poner y aclaré mi garganta.

—¿Crees que tal vez yo vaya muy rápido? ­–inquirí de manera rápida, como si la pregunta me quemara la lengua al pronunciarla. Quería hallarle una solución al inconveniente, no me importaba si me moría de pena al intentarlo. Sentada con las piernas flexionadas y con mis rodillas en mi pecho, dirigí mi mirada hacia su persona, que al oírme cambió su semblante totalmente serio por un intento de pequeña sonrisa.

—No, no es eso YoungSoo –negó con la cabeza, pensante. Su voz teñida de desaliento, como cuando algo resulta de la manera contraria a como uno espera. Entonces dirigió su mirada tan oscura como extraviada hacia mi rostro, donde con toda la sinceridad existente en el mundo me aseguró, no sé si para reconfortarme o para hacerse sentir peor a sí mismo–. No haces nada mal.

Aquello causó dos reacciones en mí: una de ellas fue una suerte de alivio que con cara amargada me recitaba un arisco "te lo dije", afirmando la hipótesis de que no había nada malo en mí que pudiera causarle rechazo; pero mi otra reacción fue tristeza. Pero no cualquier tipo de aflicción, sino que se trataba de esa clase de angustia que solamente se experimenta cuando te encuentras mal porque alguien más lo está, y deseas cambiar su situación, pero no sabes exactamente cómo. Lo peor de todo, es que eso eventualmente siempre desemboca en amarga frustración. 

Acaricié mis brazos, y con el ceño fruncido invité al silencio a ser partícipe de nuestro encuentro mientras intentaba idear una manera en lo que lo nuestro funcionara realmente. Soy una adolescente y él un hombre adulto, pensaba para mis adentros; como si se tratase de algo nunca antes formulado en mi cabeza, cuando la realidad es que desde que mis ojos se posaron en su persona por primera vez, y de mi boca salió la primera palabra dirigida a él, no puedo hacer otra cosa que darle vueltas a ese asunto. "No hay nada que a mí se me pueda ocurrir y que él no sepa ya", era la conclusión a la que llegaba una y otra vez. 

teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora