teacher | treinta y dos

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Felicidad; el sentimiento más grato y pleno del que nunca fui venturosa de padecer. Una sensación análoga a la plenitud, la disipación de cualquier problema o inquietud, la más hermosa enfermedad. Mi vida entera me había acomplejado por el hecho del no saber si conocía lo que la alegría en su estado más rebosante significaba, y con aquellas tan inocuas palabras, Jeon JungKook me había regalado en bandeja el mero concepto de eso que tantas veces habíamos anhelado juntos, y que creíamos inalcanzable.

El más bello sudor frío en mis extremidades, el nerviosismo más tierno, y punzadas en el estómago del dolor más grato que alguien se pudiese imaginar, un hormigueo que a medida en que mis ojos descubrían que los suyos, marrones y esplendorosos, hablaban de veracidad, no cesaba y no daba tregua. El beso en los labios más dulce, el abrazo más contenedor. No le dije nada, no era necesario aclarar que yo sentía muchísimo más de lo que él me confesaba. Con aquella confesión, había conseguido arrasar con todo tipo de especulación o rencor que mi mente suspicaz podría haber formulado sobre su persona. ¿Era muy tonto creer en el brillo de sus ojos?

En ese instante, en donde en una mañana nubla y cubierta todas las nubes se hicieron a un lado solo para dejarme gozar, aunque fuesen unos ínfimos segundos, de la claridad de un cielo celeste, nadie volvió a existir para mí. Como si las dudas, las sospechas y los problemas envolvieran a las personas que los causaban y se fueran lejos, muy lejos de nosotros dos. Finalmente lo sabía, por fin algo era certero en mi vida. Yo le gustaba a JungKook, y porque eso es lo que quería oír en su voz, ni se me ocurrió mostrarme dubitativa. Era aquél, (o por lo menos así lo sentí), el instante no predeterminado en que yo fui feliz. Él también parecía gozar de un sentimiento similar.

Y así, de imprevisto, como vino se fue.

Odiar es una palabra muy fuerte, quizá demasiado para una chica de dieciocho años en mi contexto. Pero no encontraba otra manera de expresar lo que GaEun inculcaba en mí, ceñir los puños hasta que mis nudillos se encontraran blancos, apretar los dientes hasta que doliera. Lo único malo de estar con él, era recordar que ella era su progenitora, y no podía ser de otro modo. Cuando abrió la puerta de la habitación de imprevisto, fue como si estuviera mostrándole mi corazón exaltado frente a sus ojos. Merecedora de un premio a la actuación, su semblante actoralmente pasmado podría haber convencido a cualquiera; una lástima que su hijo y yo ya nos conociéramos sus máscaras de memoria. Era mucho más que obvio que como ella ya se había enterado de la tapa y la contratapa de la verdad, no dudaría en cerciorarse con ojos propios (como acababa de hacer, puesto que nos había encontrado in fraganti besándonos), aún cuando esto supusiera dejarme en ridículo una vez más. Era cada vez más difícil sostenerle la mirada, creo que muy en el fondo se jactaba de eso.

—Oh Dios –medio exclamó y dirigió sus ojos bien abiertos hacia el suelo. Mentía como, o mejor dicho porque, su vida dependía de ello. Saltaba con claridad el hecho de que su acción había sido a propósito, porque aunque pudiera no ponerlo en práctica ahora, ella siempre tocaba la puerta; lo había podido comprobar la noche en la que había llegado a la infernal fiesta de cumpleaños donde había dado inicio a todo. GaEun quería actuar avergonzada frente a la persona que más sabía de ello–. No era mi intención interrumpir –negó con la cabeza, levantándola una vez nos hubimos separado. Era fría hasta en esos momentos, ¿pero cuándo había pasado de ser la indignación en carne propia, a hallarse con un aire comprensivo y tolerante?

—¿Necesitas algo? –cuestionó JungKook, clavando sus ojos como dagas en el cuerpo de su madre. Supe que yo no podría aguantar nunca una mirada como aquella. El cometido de mi mejor amigo (cada vez me gustaba menos la etiqueta), había salido a la luz en el momento en que el rostro de la mujer se volvió a la misma indignación, como si su orgullo le pesara toneladas y se rehusara a perder un poco.

teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora