Aburrido era la palabra que caracterizaba la celebración. Enfrascada en una conversación sobre la señora Lee —prima lejana de la madre de JungKook, creo recordar— y sus nietos, había perdido de vista a JungKook, que seguramente se hallaba sufriendo en algún otro rincón del gran salón. Apenas nos hicimos visibles para el resto de los invitados, habíamos tenido que deshacer nuestras manos entrelazadas, para evitar malentendidos que vuelan como el viento en esta sociedad.
Lo sucedido me mantuvo pensando en ello y no en otra cosa por largas horas. Tenía la manía de actuar y arrepentirme, asustarme. Y es que la confesión de JungKook me tenía absorta, si él jamás había mostrado ni una señal que demostrara interés, sexualmente hablando, hacia mí, ¿por qué ahora sí? No sabía bien porqué me sentía tan afligida, por lo repentino del asunto o porque mi mente era la única parte pervertida de mí. Hoy me percaté de que el saber dar besos superficiales no es saber besar, y que no sé como seguirle el juego a un entendido en el sexo. Porque JungKook era un entendido en el sexo, ¿no? Sino, ¿de dónde sabía todas esas cosas, cómo había logrado ser tan experto? Yo sabía del tema por cosas como libros, porque por más que tuviera tendencia a negarlo, había leído algún libro con contenido erótico años atrás. Pero de nada servía eso en la práctica. Mi para nada imaginativa mente no se esperaba algo así.
Me sorprendí a mi misma pensando en diferentes momentos de la noche y de forma constante, en cómo se vería JungKook en un acto sexual; la sensación de su lengua por mi boca me había dejado fantaseando. ¿Pero por qué pensaba cosas como esas si me había tensado cuando de su boca salió la palabra follar, e iba dirigida a mí?
—...y SunHi ya tiene seis años, pero no podemos hacer que vaya al baño con la puerta cerrada. Claro que no es un problema al estar en casa, pero por ejemplo aquí, eso es imposible. ¿Tú crees que debemos hablarlo con un especialista? –sentí la mirada de la señora Lee fija en mí, esperando por una respuesta. Pero ¿qué le digo? Había estado pensando en cosas más importantes que su nieta SunHi, como el sexualizar a mi mejor amigo.
—Yo creo que deben dejarlo pasar, cuando crezca le dará vergüenza y comenzará a cerrar la puerta –se oyó una voz detrás de mí, con una amabilidad tan fingida que sólo podía ser de una persona. Al oír su voz nuevamente no pude evitar el sonroso tenue de mis mejillas, trayendo consigo un calor al que deberé acostumbrarme cuando me encuentre a su lado–. Ahora si me disculpa, me llevaré a YoungSoo un momento –sentí una mano al rededor de mi antebrazo, y recién en ese momento decidí voltear. Su mirada era áspera como una lija, se notaba a millas cuánto detestaba el acontecimiento–. Buenas noches, señora Lee.
Para cuando pude volver a pensar en otra cosa que no sea lo posesivo que estaba resultándome la acción de prácticamente arrastrarme por todo el salón esquivando a todo aquél que quisiera saludarlo, me percaté de que nos hallábamos en una habitación en la que nunca antes había estado. Por un momento mi corazón egoísta se vio alegre de que JungKook no se sintiera bien con todas estas personas, y conmigo sí. Él encendió un interruptor y se hizo la luz, era un despacho con estantes repletos de libros en los costados y un gran escritorio que demandaba poder y respeto colocado en el centro. Todo en tonos marrones viejos y polvorientos, horrible para mi gusto sin dudarlo.
—Ya no lo soporto –sollozó y se dejó caer deslizándose por la puerta hasta caer en el suelo, un gesto que no iba para nada con el prepotente Jeon JungKook. Reí suavemente al verlo cubrirse los ojos con las manos–. ¿De qué te ríes? Te gusta verme sufrir, ¿no es así?
—Mi pasatiempo favorito, sin dudas –viré los ojos cruzándome de brazos, pero sin borrar mi sonrisa. Viéndolo así se me hacía imposible pensar que había sido él quien había protagonizado el beso más caliente de mi existencia.
—En unos minutos será mi cumpleaños y hasta ahora no ha pasado nada que valga la pena –lo oí rezongar. En realidad no era alguien que le brindara excesiva importancia a fechas como los cumpleaños, recuerdo que solía decir que se sentía como un día más en el que se sentía más viejo.
—¿Ah sí? ¿Y qué hay de mi obsequio?–el hacer alusión al tema no me parecía lo más correcto, tal vez a él no le gustara recordarlo. Pero lo hice porque necesitaba saber qué pensó, si había sido tan novata como creí o sólo un poco mediocre pero moderado.
—Me has dado tu regalo antes de tiempo, ahora ya no cuenta. Supongo que tendré que pensar en otra cosa que debas regalarme –se encogió de hombros esbozando algo que se vio como una sonrisa pícara, como la de un niño.
¿Otra cosa? ¿Así, tan despectivamente? Entonces aquel beso había sido semejante a la nada, tanto que había quedado disconforme y ahora pediría otra cosa de mí. Pero bueno, no podía pedir mucho de mí; ya lo he dicho antes, nunca había dado un beso así.
—Pensé que sólo tenías una cosa en mente –contesté un poco decaída, porque ya me había hecho la idea de que tal vez le había gustado tanto o casi tanto como a mí.
—Luego de ese beso, se me han ocurrido una lista de regalos de cumpleaños que quiero de ti –buscó mis ojos para mantener un matador contacto visual. ¿Eso significaba que entonces sí le había gustado? ¿Acaso esa lista tenía algo así de íntimo en ella? Todo se había vuelto tan confuso desde que perdí la cabeza hace ya un rato–. Acércate.
Su ordenanza fue obedecida por la parte curiosa de mí, la que todavía no tenía miedo de lo que podía pasar si me quedaba a solas con el nuevo lado de JungKook. Una vez junto a él, estiró su mano para que la tomara y así lo hice. Lo que no esperaba era que fuera tan tosco de tirar de ella haciéndome caer sobre él, sentado en el suelo y con la espalda en la puerta. Pensando que se había tratado solamente de un accidente traté de removerme, pero me lo impidió.
—Ju-JungKook –me removí incómoda, las posibilidades de que nos encontraran eran menores, por lo que él podía hacer conmigo lo que quisiera ahora. Eso me aterraba porque había quedado claro que no conocía del todo a JungKook como creí hacerlo.
—¿Qué tienes? –preguntó frunciendo el ceño, aflojando el agarre de su mano en mi muñeca.
—¿Por qué estás haciendo esto así tan... de repente? Tú no eres así –respondí en un balbuceo que no me permitió decir lo que quería de la manera en la que me hubiese gustado. No quería parecer una tonta que se cohibía ahora, que se traumaba por un beso y se sentía extraña con su mejor amigo.
—No. Eres tú la que nunca se ha dado cuenta de nada –negó con la cabeza dejando ver una sonrisa pequeña, como si hubiese entendido el porqué de mis tímidos y confusos actos. Pero eso no hizo más que abrumarme más–. Lo siento si para ti todo es tan repentino, pero al tenerte en mi habitación, a oscuras, con ese vestido rojo y esa expresión inocente, quiero comerte.
—¿Qué? JungKook yo... no entiendo.
—Me contuve por mucho tiempo, me conformé con esos roces a los que llamas besos aún queriendo algo más. Pero yo ya no puedo esperar a que te des cuenta de lo mucho que quiero hacer esto.
Y aún así, perpleja por su confesión que carecía de un índole amoroso, y estaba orientado hacia el deseo sexual, dejé que sus labios tomaran los míos una vez más, sin un rastro de paciencia. Percibí a la par de su ávida lengua haciendo intromisión en mi boca sin ningún juego previo, a sus manos bajando por mi espalda hasta hallar un lugar que ninguno otro hombre había tocado antes. Si antes había dicho que donde JungKook tocaba era fuego, no mentía. Pero no recordé que por donde pasaba el fuego, luego dejaba una quemadura. ¿Era acaso masoquista por eso?
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teacher | jeon jungkook +18
FanfictionTentada por la inseguridad de su ignorancia sobre todo lo que el sexo se trata, YoungSoo se deja ayudar por un viejo amigo que, tras una provocadora experiencia, se ofrece a enseñarle a la inocente chica todo sobre el erotismo y su sexualidad. ∆Cont...