Dicen que el estar enamorada quita el apetito, pero el desamor es más efectivo aún.
Desde el día en que JungKook supuestamente volvió a Busan después de tanto tiempo, me enviaba mensajes de manera diaria. Dos semanas enteras habían pasado, en la que cada día que pasaba su frustración aumentaba y junto con ella, el número de mensajes y llamadas que me dejaba. De igual modo iba en ascenso, mis ganas de coger alguna llamada con el único propósito de mandarlo a la mismísima mierda. Aunque por la falta de valor, simplemente habían veces en las que optaba por apagar el móvil.
No se podía ser tan cruel, en mi cabeza no podía ser tan mala persona. Era repulsiva la manera en que fingía preocupación por mí llamándome repetidas veces con el pasar de los días. Hasta había llamado a mi casa para preguntar si me encontraba bien, a lo que mi madre totalmente desconocedora de lo que mi situación real respectaba, le había respondido que simplemente estaba un poco enferma. Y cómo no, si iba ya unas dos semanas sumida en una tristeza que se llevaba el color de mi piel y consumía mi cuerpo. Ciertamente, me daba un poco de lástima el hecho de no poder contarle la realidad detrás de mi desánimo y depresión, pues no tenía la menor idea de que había estado en algo con JungKook en primer lugar. Además, ella ya sufría por su cuenta con lo de mi padre.
Era la coincidencia más amarga e infortuna del puto mundo aquella por la que pasábamos las dos. Y es que no se sabía realmente quién estaba peor, si ella con su matrimonio de años hecho pedazos por Mary Sue, o yo con mi estúpido amorío adolescente lleno de planes futuros burlados e ilusiones desbaratadas. Ni siquiera podía tener el apoyo de mi madre, pues ella ciertamente estaba igual de hundida. Y viceversa, yo ya no podía apoyarla porque ni siquiera me sabía mantener a mí. Era realmente vil lo desconsiderados que podían ser algunos hombres.
Era jueves, y el clima afuera era agradable. Al menos eso decía en las noticias, que miraba recostada en el sofá. Jamás veía programas informativos, tampoco solía descuidar mi aspecto demasiado, ni pasaba tanto tiempo sin hablar. Pero es que sin siquiera JiMin, quien había tenido que volver a Busan también, ya no tenía a alguien con quien contar. La poca gente que conocía a medias en esta ciudad también la había estado ignorando, pues ellos no conocían mi situación. Las pocas veces que cogía el teléfono eran cuando mi padre o JiMin me hablaban de vez en cuando.
Era realmente triste ya no tener una razón para verse bonita, tampoco algo que esperar de alguien. Las cosquillas en mi estómago por los mensajes de JungKook se habían vuelto una dolorosa revolución en su lugar. Me daban ciertas ganas de vomitar cada vez que desesperado me cuestionaba el porqué no le respondía los mensajes, preguntando qué me sucedía, si me encontraba bien. Obviamente no estaba bien, estaba hecha un puto desastre y era solamente su culpa.
De vez en cuando me gustaba torturarme observándome en el espejo. Aquella tan SoMin debía ser bellísima, se me ocurría que debía estar en su mejor momento, viéndose genial. Y en cambio yo, con el cabello enmarañado, cubierta con un viejo piyama que me quedaba grande, sin una gota de maquillaje con mi rostro adornado por tonalidades rojas en mi nariz y en mis hinchados ojos, y un cansancio sin origen. Tal vez solamente estaba cansada de sufrir, de ser tomada por idiota. Tal vez ya estaba cansada de pensar en JungKook.
Pero no se me ocurría otra cosa. Cuando lograba olvidar por un momento toda la mierda que estaba pasando por su culpa, su recuerdo tocaba la puerta y me sonreía con cinismo. Y la misma pregunta, la misma cuestión que hacía que mi pecho doliera con tan solo pensarlo, ¿cómo es que no me había dado cuenta?
Ese día en el que JiMin confesó todo, el mismo donde me regaló aquél anillo que había dejado sin querer en mi habitación después de intentar devolvérselo, le conté varias cosas que podrían haberme dado un indicio de lo obvio que había sido en realidad. Como por ejemplo su famosa llamada por la madrugada, en la que me había respondido que no era nadie más importante que yo. Y lo creí, me tragué la falacia como toda una ilusa. Su engaño no paraba de hacer que además de odiarlo a él, me odiara a mí misma.
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teacher | jeon jungkook +18
FanficTentada por la inseguridad de su ignorancia sobre todo lo que el sexo se trata, YoungSoo se deja ayudar por un viejo amigo que, tras una provocadora experiencia, se ofrece a enseñarle a la inocente chica todo sobre el erotismo y su sexualidad. ∆Cont...