Vida nueva

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Escucho el sonido de la puerta al cerrarse detrás de mi hermana Abby, quien venía a asegurarse de que no me había hecho daño. Cada vez era más confuso y repetitivo, siempre revivía el impacto del choque y luego escucho el llanto de mi madre hasta que todo es oscuridad y silencio. Es evidente que desde antes del accidente tenía alucinaciones e insomnio pero después del accidente se salieron de control. A veces las cosas parecían más reales o se representaban en mis pesadillas ocasionando que gritara y llorara... Hoy es uno de esos días en el que, sin saberlo, he gritado tanto que Abby ha tenido que venir a asegurarse de que no me he mordido o rasguñado y un millón de cosas más.

En estos casos me abraza y me dice que todo lo vamos a superar, que ella nunca me dejara,bla bla bla, pero yo ya no quiero que siga ocurriendo. No quiero escuchar y ver cosas que no están ahí. A veces dudo de mi misma cuando tengo que asegurar algo y el aparentar normalidad ante todos es aun más difícil.

Odio cuando es la una de la madrugada y me despierto porque escucho a alguien llamarme entre gritos, gemidos y a veces llorando. Para calmarme, me cubro los oídos con las manos, me siento en el suelo junto a la puerta y me repito a mí misma <<Esto no es real, ya se detendrá>>. Hoy Abby estaba para ayudarme, siendo también la única persona que me queda de mi antigua vida.

—¡Sophie! —dice Abby con desespero y hecha un mar de lágrimas—. Ocurrió de nuevo, prométeme que estás tomando los medicamentos.

Me abraza y besa, después de un rato terminé por quedarme dormida al no tener la suficiente fuerza de voluntad para mantenerme despierta.

Al despertar me vi envuelta en mantas con Abby durmiendo a mi lado. Salgo de la cama en silencio y bajo las escaleras para ir al patio. Al salir de la casa la examiné detalladamente. Es curioso, ahora que lo pienso, me mudé hace ya tres meses y nunca la había detallado. Bueno, tampoco es como si hubiera estado muy feliz porque Abby vendiera la casa y me arrastrara hasta este pueblo que está a media hora de la ciudad y sí, he tenido muchos problemas con mi salud mental estos últimos meses, pero no era para tanto.

—No es tan fea —me digo a mi misma.

Es una casa victoriana -no me sorprendió-,Abby siempre quiso una casa estilo victoriana.Bueno, ni modo. Es una casa muy grande para dos chicas; tiene dos pisos y cuatro habitaciones junto con dos baños, un candelabro que ilumina la sala de estar, pisos de madera y una cocina moderna lo cual me desconcertó. Ya conozco la casa por dentro, sólo me faltaba el exterior, es la típica fachada que esperas en este tipo de casas. El jardín es lindo, tiene un árbol de cerezo y la grama verde cubriendo la tierra. Siento el impulso de sentarme en la grama y rodar sobre mi espalda como cuando era niña pero me detengo. ¿Qué pensaran los vecinos si me ven? Así que me privo de hacerlo y, en cambio, entro a la casa.

Abby estaba estresada porque es mi último año, que voy a ir a una academia que no conozco, que tengo que tener cuidado con como actúo y todas esas cosas que ya me estaban amargando a mí también.

Al otro día me levantó con una pereza que para qué pensar en ella, sólo hasta que vi el reloj. Abby ya había preparado el desayuno, tenía el cabello recogido en una cola y vestía unos pantalones negros con una camisa blanca de encaje. Apunta hacia el plato y, aun lado de este, las pastillas que me correspondían.

Desayuné lo más rápido que podía y cogí las pastillas para salir corriendo a ducharme y arreglarme para mi primer día de clases. En ese transcurso de tiempo me pongo a pensar en cómo había sido los últimos años y me estremecí al recordarlo.

Mis padres y mi mejor amigo fallecieron hace ya 3 años. Abby y yo habíamos tenido que pasar por cosas horribles, como pensar qué haríamos sin ellos. Sólo teníamos familia por parte materna y estos no querían tener nada que ver con dos adolescentes y menos con mis condiciones. Al final, como Abby tenía 19, la dejaron hacerse cargo de mí y, sin importar su falta de experiencia como figura autoritaria, se hizo cargo de mí. Pero claro, no querían formar parte de nuestra vida pero si querían el dinero de nuestros padres. Christopher, el abogado de mis padres, al ver tal situación dejó muy claro que ellos no podían tocar ni un centavo de ese dinero. Luego de eso desaparecieron y jamás llamaron ni visitaron, fue como si hubiéramos muerto para ellos. Supongo que el dinero sí lo es todo.

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