Cada quien es su propio infierno

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— ¡Maldición estás bellísima! —Dice Abby a punto de llorar—. ¿Cuándo te salió todo ese Bum?

—Siempre he tenido esto —me señalo de pies a cabeza—. ¿Crees que luzco guapa?

—Luces comible hermanita mía —Abby siempre exagerando—aunque creó que no pensamos en Christian.

— ¿Por? —me miro en el espejo, el vestido es ajustado en dónde debería ser, las caderas, la cintura... Woooo, ¿de dónde salieron esos pechos? Mi único problema es que es rojo, es corto, rojo y escotado. Tal vez fue mala idea decirle a Abby que según Liam: Soy guapa pero demasiado común.

—El pobre no tendrá vida espantando a todos los pretendientes incluyendo a Max. Suelto una risita antes de que Abby haga su trabajo con el maquillaje.

—No lo creo —cierro los ojos cuándo la brocha pasa por mis párpados—. ¡Oye hermana moderna! ¿No estás preocupada porque tu hermanita de 17 años vaya a una fiesta con chicos mayores y uno menor que ella?

—No, yo lo hacía a los 16 años y tú eres mucho más inteligente que yo— vamos con el labial—. Pero por si acaso ya sabes que una buena patada en la entre pierna bastará.

— ¿Quieres que les pateé los panditas? —Al imaginarme haciéndolo le encuentro cierta satisfacción a la idea de no estar indefensa—. ¿O qué los castre directamente?

—Si es necesario recurre a los métodos de Game Of Thrones —me acomoda el cabello, tal vez Christian se muera cuándo vea que mi cabello esta liso.

—Me gusta, hecho —el labial mate es más difícil de aplicar de lo que parece.

— ¡Listo! Estás bella cómo yo, bueno, ni tanto —me acerca al espejo y de verdad que tengo ganas de gritar, ¿esa soy yo?

—Gracias Abby —le doy un abrazo con entusiasmo—. Creo que te debo una y grande.

—Las bellas nos ayudamos sin embargo si algo le llegará a pasar a esos tacones... Te muerdo ¿entendido? —Me soba los brazos.

—Descuida no les pasara nada.

Pov'Christian.


Ya no sé qué hacer, me estoy volviendo loco, ya es oficial. Siento algo por Sophie más allá de una amistad, sé que no soy el primero ni el último que se enamora de su mejor amiga. Mi único problema es que me siento culpable por escucharla, por conocer más cosas de ella, conocer sus secretos... La verdad es que la conciencia no me deja tranquilo, mentirle se vuelve cada vez más complicado.

Max chasquea los dedos para llamar mi atención. — ¡Oye Christian atención en el volante! —su voz más irritante de lo normal.

—Tranquilo tú Niñero no piensa asesinarte —ahí vamos de nuevo, pelear entre nosotros antes de una salida es una tradición.

— ¿Otra vez van a empezar? —Liam rueda los ojos con fastidio—. ¿Qué acaso no pueden solo estar callados?

— ¡Es un maldito idiota! Se está durmiendo mientras conduce —Replica Max—. Y bueno tu Liam siempre te la andas dando de pacifista, eso claro, cuando de conviene.

— ¡No me estoy quedando dormido! Solo pensaba en... No pensaba en nada — recuerdo que Max y Liam estarán ebrios al punto de no recordar sus nombres—. Que quede claro que Sophie está fuera de sus ligas.

— ¿Y ese cambio de tema tan repentino a qué se debe? —Liam extiende los pies en el asiento del copiloto.

—A nada en específico, solo no intenten nada con ella —me encojo de hombros intentando parecer indiferente.

Mil Palabras Por Decir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora