Los demonios se complementan

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Pov' Christian.

Al volver a la mesa con las bebidas veo a Sophie alejarse a toda prisa ,la sigo hasta salir del Club manteniendo la distancia entré ambos . Está asustada y enojada lo notó en su respiración irregular,en el bajar y subir descontrolado de su pechó.

— ¿Sophie qué ocurre?—No me escucha la vuelvo a llamar— ¡Sophie! —. Su mirada se desvía a la otra esquina de la calle, me vuelvo a la dirección de su mirada, no hay nadie, solo la oscuridad de la noche en la calle, me giro de vuelta hacía ella y no la encuentro, ya no está allí.

Me altero de inmediato, ¿a dónde se ha ido?, Escucho un grito de dolor. Un grito tan desgarrador que siento que mi corazón y oídos van a explotar. La busco por todos lados y no la encuentro, solo escucho su llanto.

Cierro las manos en puños con la impotencia cegándome la cordura, pateo con fuerza la pared del Club. ¡Maldita sea no debí dejarla sola!, Me alejo de la pared, las manos en la cabeza y el sentimiento de culpa hostigándome.

Agarro mi celular e intento llamarla a su celular.

<< ¡Qué haces idiota! Sophie no desaparecería sin decir nada. >>
Grita mi sentido común.

Cierro los ojos pensando, jamás me había pasado algo así, y eso que llevo cuidando a Liam y a Max en las fiestas desde hace unos años ya.

<< ¡Búscala antes de que se lastime! >>

Abro los ojos decidido a encontrarla cuando la veo, está enfrente de mí con el vestido rasgado, las piernas sangrando, los ojos rojos y llenos de lágrimas, se tambalea antes de caer al suelo, la levanto y corro al auto. La acuesto en el asiento trasero y tomo ruta al hospital más cercano.

Siento que me toca la pierna llamando mi atención—al hospital no por favor—está pálida y fría.

—Tengo que llevarte estás herida.

— ¡Si me llevas al hospital les diré que tu lo hiciste! ¿A quién le creerán a ti o a mí? —Es decidida en cuánto a no ir por atención médica, pero culparme es algo imperdonable.

Es plenamente razonable si le creen, si un chico llega a la sala de emergencias con una adolescente presentando signos de maltrato físico es obvio que sospechen de él. Tengo dos opciones llevarla al hospital o a la casa que está a una media hora si sigo conduciendo así.

— ¿Serias capaz de culparme?

—Llévame a dónde quieras menos al hospital.

— ¡So, estás herida!

—Confía en mí —sus pequeñas manos no me sueltan—. Por favor no me lleves aún hospital.

—Tengo que —acelero, la preocupación no me permite pensar con claridad—. Si te pasa algo yo no podre soportarlo.

—Si de verdad me valoras no me someterás a la humillación de ir a un hospital.

— ¡Déjame ayudarte!—digo con exasperación.

— ¡No necesito ayuda! —Dice con tristeza—. ¡Te necesito a ti!

Detengo el auto en medio de la nada, me bajo y comienzo a caminar en círculos, no me importa la lluvia que me acosa ni el hecho de parecer un loco.

— ¿Cuál es el maldito problema? —Estoy alzando la voz a pesar de que intento no hacerlo—. ¿Qué tienes contra la atención médica?

—Por favor, sube al auto —dice con la voz apagada. Subo al auto y me froto las sienes, no sé qué hacer.

Mil Palabras Por Decir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora