Liam
Me levante con un punzante dolor de cabeza. Apoye mi espalda en el respaldo de mí, ¿sofá?. Me restregué los ojos con mis puños, para poder ver mejor. Estaba en mi salón, bueno, estamos sería el término correcto para usar. Si, no solo yo, sino que los dos subnormales que tenía por mejores amigos estaban, botados en MI suelo, babeando MI alfombra, amontonados uno encima del otro. Maricas.
Luego estaban los dos Ivánov, uno roncaba despatarrado en la pequeña mesa situada entre la televisión y el sofá, y el otro, Aleksi, estaba colgando de la ventana, agarrado con sábanas. Extraño.
Y, por último, la única Ivánov. Ella solo se encontraba sentada en el sofá, con su cabeza apoyada en su mano, durmiendo tranquilamente, al contrario que los otros, ella no roncaba ni botaba babas. Sus largas pestañas reposaban en sus mejillas, su respiración tranquila y pausada, con su coleta despeinada, con su maquillaje corrido, pero, aun así, se veía hermosa.
¿Hermosa?
Qué será lo siguiente Liam, ¿vomitar jodido arcoíris?
Aparte la mirada de ella. Aunque no dure mucho, porque me volví a voltear a mirarla. Algo dentro de mí me obligaba a mirarla, a contemplarla. Y no sé qué es, pero me está jodiendo mi mierda de vida.
Ella se removió incómoda, pero no se levantó. La verdad es que la posición en la que esta, no es para nada cómoda, y probablemente cuando se levante, el cuello lo va a tener destrozado.
¿Debería ayudarla?
Sí, ¿no?
Pero sólo porque, utilice sus piernas como almohada, solamente por eso, si no, por mí que se quede ahí.
Como la levanto, ¿la cojo como si fuera una princesa?. No, demasiado cliché.
Me acerqué a ella cuidadosamente, y pase sus brazos por mi cuello, seguido de eso apoye su cabeza en el hueco entre mi hombro y cuello, y la impulse hacia arriba, agarrando su diminuta cintura. Ella por instinto, todavía dormida, cruzó sus piernas en mi cadera, sujetándose como un mono.
Me gire y me encamine hacia mi habitación, la cual quedaba en el segundo piso. Subí las escaleras lentamente, mirando los escalones para no hacernos caer.
Podía sentir su respiración en mi cuello, y que decir que cada respiración que daba, era un jodido escalofrío recorriendo mi cuerpo.
Me apresure a llegar a mi habitación. Abrí la puerta como pude, y me acerque a la cama, pare agacharme, y dejarla sobre esta.
Antes de que Astrid se soltara, hizo algo muy inesperado.
Me dio un pequeño y húmedo beso en el cuello.
—Gracias—susurró, con la voz ronca, me soltó, quedando acostada.
Me enderezo, y salgo de ahí, furioso. Pero no furioso con ella, furioso conmigo mismo. Porque joder, ese pequeño gesto, hizo que todos los putos pelos de mi jodido cuerpo se pararan, y que mi jodida piel se pusiera como la de una gallina. Pero lo peor de todo, lo peor de todo es que me gusto. Me gusto ese puto beso. Por una vez en años, me sentí...querido.
Puagh.
Es hasta raro decirlo. Pero está claro, que solo fue una mala jugada de mi mente, porque solo fue un puto besito, así que nos olvidaremos de estas jodidas estupideces. Porque no son más que estupideces.
Troté las escaleras, y una vez en la planta de abajo, me dirigí hacia mi cocina.
Me acerqué a la cafetera, y puse a hacer un café, para tomar con un paracetamol, ya que mi cabeza iba a explotar. Creo que anoche tomamos más de lo debido.
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IVÁNOV
AcciónSoy Astrid Ivánov, nacida en San Petersburgo, Rusia. Hija directa de Dimitry Ivánov, jefe de la Mafia Rusa. Me mude con esperanzas de cambiar mi vida y de dejar la Bratva atrás, pero lo que no sabía era que me encontraría con alguien peor que yo, a...