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Me removí incómodo en la cama al escuchar el sonido que me parecía escandaloso del teléfono de la habitación. Lo sabía, debía ser mi despertador humano llamado Isabel. Empecé por abrir lentamente mis ojos para acostumbrarme a la luminosidad del día y la vi allí, durmiendo de espaldas a mí. Me seguía pareciendo un sueño que estuviera a mi lado, que hubiéramos pasado la noche juntos y que siguiera estando al despertar. A ella el sonido pareció no remecer sus sueños, creía que las horas de viaje y el jetlag eran los responsables. Intenté moverme hacia el costado para lograr salir de la cama, sabía que dentro de tres horas saldría el vuelo hacia Buenos Aires y tenía tantas cosas que hacer aún, pero ella se revolvió entre las sábanas y se volteó hacia mi lado y trató de abrir sus ojos, pero le resultó imposible. Todavía le faltaban horas de sueño por recuperar, lo podía dilucidar por las bolsas moradas poco estéticas bajo sus ojos y la hinchazón de estos e incluso de esa forma seguía siendo tan imperfectamente bella.
-Buenos días.
Le susurré mientras le acariciaba la mejilla. La suavidad de su piel que ahora olía a mí, todo de ella me fascinaba.
-No puedo levantarme, necesito seguir durmiendo.
Musitó suavemente, ni siquiera la voz le salía del cansancio.
-Duerme unos minutos más, yo me ducharé y ordenaré la maleta. A las 11 sale el vuelo.
Ahora que me detenía a pensarlo no tenía idea si ella iría conmigo a Buenos Aires y después a Chile para continuar la gira, o si tenía que volver a irse a España, solo nos habíamos preocupado de besarnos como si se nos fuera la vida.
-Acuéstate conmigo unos segundos más, por favor.
Estiró su mano hacia mí y de inmediato la tomé, siguiendo el camino por el que ella me guiaba. Me recosté en su pecho, de la misma forma en que habíamos acabado la noche anterior cuando terminamos de hacer el amor. Así, con el calor de su cuerpo conectándose directamente con el mío, con sus caricias por mi cabeza y nuestros cuerpos desnudos supe que no quería nada más, que lo tenía todo, que todo era bello si ella estaba conmigo, si se despertaba cada día junto a mí. Eran pocos los días que teníamos para compartir de esta forma, en estos casi dos años de relación los días en calma, de pura intimidad habían sido tan dolorosamente pocos debido a mi agenda, a la cantidad exorbitante de conciertos que debía dar. Afortunadamente pudo acompañarme casi por tres semanas en la gira por España.
Ya quedaba menos para el descanso tan anhelado, para finalmente poder despertar todos los días a su lado. Era una experiencia nueva porque no estábamos acostumbrados a pasar tanto tiempo juntos, sin embargo, me emocionaba pensarlo porque para mí no había nada mejor que pasar el tiempo con ella recuperando los segundos que mi trabajo nos había quitado.
Besé su pecho derecho y eso le produjo escalofríos porque su piel se erizó. No había nada sexual entre nosotros, necesitábamos compartir este instante de intimidad.
-¿Me vas a seguir acompañando hasta que acabe la gira?
Le pregunté esperanzado, no estaba preparado para escuchar una respuesta negativa de su parte aunque era lo más realista. No me la podían quitar, si ya la tenía aquí no podía irse. Esta vez le besé el estómago como un auto reflejo del miedo que me producía su respuesta.
-No, Pablo. Tengo tres días más y ya tengo que volver.
Percibía la intensidad de su respiración cuando su pecho subía y bajaba y cuando habló botó un largo suspiro.
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Solo luz
FanficEl invierno deja estragos y también bendiciones, amparados bajo el invierno dieron riendas sueltas al amor,a ese amor inefable que te transporta fuera de este mundo, con el que a veces ni siquiera sabes qué hacer. Dos seres de luz enfrentados a l...