Lo que nos queda por vivir

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El sonido de la ducha había interrumpido mi sueño, pero no me había hecho enojar ni necesitaba dormir más, estaba feliz porque ella estaba allí, esos sonidos me indicaban que poco a poco volveríamos a la normalidad después de tantas lágrimas, noches en vela y distancias.

Hacía muchas noches que no dormía así de bien, con sus manos en mi pecho y su boca cerca de mi mejilla. Tantas mañanas despertando de mal humor, y ahora que la escuchaba tararear una canción parecía normal, normal y extraordinario y era sorprendente que tuviera la mágica capacidad de llevarme al infierno y al cielo en tan solo unos minutos. En el infierno me había sentido cuando había llegado y en el cielo me encontraba cuando dormimos juntos sin decir algo, sin necesidad de palabras empañando la pureza de ese instante, donde solo nuestros cuerpos hablaron, donde solo nuestras respiraciones necesitaban calmarse para lograr que finalmente pudiéramos descansar. Así, con su pecho junto al mío.

Después de calzarme un pantalón de buzo me dirigí hacia la cocina para preparar desayuno, ya mi estómago lo pedía a gritos y además lo hacía para controlar mis nervios, no podía negar que me producía ansiedad el no saber qué pasaría con nosotros. Teníamos que hablar... ¿estaríamos preparados o terminaría tan solo en más peleas? Después que me susurrara perdón en medio de la noche no podía desconfiar así de nosotros, teníamos tanto que hablar, tanto que escuchar, tanto que perdonarnos y lo íbamos a hacer, por nosotros, por lo que teníamos y queríamos seguir manteniendo, no se nos podía escapar de las manos el amor, no se nos podía escapar de las manos nuestras ganas de conquistar al mundo de la mano del otro. La eternidad tenía que durar más, no podía ser así de breve.

Café, jugo de naranja, tostadas, huevo estrellado y un sol radiante. Su calor aún seguía abrigándome el alma, desde anoche ya no sentía frío y parecía que el clima en Madrid lo había entendido. Empecé a revolver mi café para darle el primer trago, tan necesario que me hacía revivir, cuando su calor me invadió por la espalda, con sus manos rodeándome, con sus formas amoldeadas a mi cuerpo, su boca dándome sutiles besos. La suavidad de su bata que se asemejaba a sus labios en mi espalda, de que secara con sus manos las pequeñas gotitas de agua que bajaban por su pelo y paseaban por mi cuerpo, yo y esta creciente necesidad de ella.

-Vas a acabar conmigo, te lo juro.

-No quiero que te acabes nunca, Pablo. Nunca.

Esa declaración tan honesta, tan pura, tan de ella estaba haciendo que esas infantiles mariposas en el estómago aparecieran y no, no estaban allí solo por el hecho que sus manos acariciaban mi estómago, eran sus palabras y la sutileza con que me hablaba, como si no supiera que detrás de ellas se escondía nuestra verdad porque yo tampoco quería que ella se acabara, que lo nuestro terminara. Por eso, por eso yo luchaba, por eso ambos luchábamos, por nuestra propia verdad que a veces parecía querer sacarnos de quicio, esta única verdad que existía cuando nos mirábamos a los ojos y descubríamos que detrás de tanta oscuridad veíamos la luz, la luz de aquellos mágicos momentos de felicidad que le ganaban a aquellos donde la oscuridad parecía ser protagonista. No, no era tan ingenuo para pensar que nuestro camino iba a hacer fácil, sabía que tendríamos mil motivos más para discutir y que muchas lágrimas iban a ser derramadas. Lo diferente sería la forma de enfrentarnos a ello, ya no más dudas de nuestra relación, no más dudas acerca de los sentimientos del otro, no más decepciones... no más. Íbamos a continuar juntos de la mano como una forma de revelarnos con el mundo, nuestra bandera de lucha iba a ser caminar juntos.

-Sé que... que fui un idiota y tú no te quedaste atrás ¿eh?

Tomé con delicadeza sus manos que descansaban en mi estómago y las separé para girarme y toparme de frente con ella. Ahora mis manos descansaban en su cintura mientras ella se apoyaba en el mueble de la cocina para mayor comodidad. Nuestros cuerpos juntos de nuevo.

Solo luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora