En mil pedazos

389 18 11
                                    


❇ ❈ ❅ ❄ ❆

-Luz y Pedro confirmaron que vendrían, me acaba de mandar un mensaje Isa.

Nos encontrábamos en el camarín de Pablo, en el mítico Teatro Gran Rex, a tan solo media hora para salir a vibrar con su público, a cautivar más almas y abarrotarlas con puro amor en forma de música .

-No pensé que iba a poder verla... estaba fuera de Buenos Aires cuando me comuniqué con ella.

Me había puesto en contacto con Luz para poder verla aunque fuera unas horas. Seguía siendo mi amiga, seguía extrañándola a más no poder cada día y más en ese momento donde su presencia se hacía tan necesaria. Pero me había dicho que por temas laborales tuvo que viajar con Pedro a Mendoza, lo que me alegraba inmensamente porque eso significaba que sus proyectos estaban tomando forma, que arriesgarse por amor había valido la pena porque cada vez que hablábamos y me contaba sobre Pedro el tono de su voz cambiaba, como si él fuera su calmante de carne y hueso.

-El poder de Pablo Alborán, preciosa. Esto causo en las mujeres.

El idiota más grande que se había robado mi corazón.

Estaba sentado en un sofá mientras escogía qué botines ponerse, siempre escogía los mismos.

Hizo espacio para que me sentara a su lado y así lo hice, de inmediato me abracé a su pecho, dejando que me acariciara el cabello con movimientos pausados antes que llegara toda la euforia.

-Puedes decirle a Luz y a Pedro que vayan al hotel después del show para que cenemos todos, ¿te parece?

Asentí. Debía aprovechar cada minuto con mi mejor amiga y también con él, con mi Pablo porque ya por la mañana debía emprender el vuelo hacia Chile y yo debía quedarme un par de horas más hasta que saliera mi vuelo para Madrid. La vida misma se encargaba de interponer a la distancia nuevamente entre nosotros dejándome con un trago amargo de este corto pero intenso viaje: no había logrado el objetivo principal, contarle la verdad y pesaba, pesaba demasiado. A pesar de eso habíamos vivido momentos inolvidables: habíamos hecho el amor cada vez que habíamos podido y también tomado cientos de fotografías estúpidas de nosotros respirando en libertad. Él se mostraba tan feliz por tenerme a su lado, tan genuinamente feliz.

Era claro que estaba haciendo las cosas de la manera incorrecta, más no quería que me despertaran del sueño que parecía vivir a su lado. Me besaba la mandíbula para volver a subir hasta mi boca, entreteniéndose con mis dedos, disfrutándome tanto como yo a él, como si no tuviera ganas de dejarme ir. Sus besos me sabían a vida y a un adiós tormentoso que esperaba, no fuera el anticipo de algo malo.

-¿Y si te pido que me acompañes a una fecha más, solo a una? A Chile... podrías conocer a mi prima, a su marido, son muy buenas personas y...

Lo complicaba todo.

Me levanté para quedar sentada nuevamente en el sofá, tomé su rostro con mis manos y lo atraje hacia mí

-Por favor. Ya, cállate.

La mejor y la peor forma para callar lo que él decía y lo que gritaba mi cerebro era besándolo. Perdiéndome en su boca era la única manera para encontrarme.

-Supongo que puedo entrar y no los veré desnudos, ¿cierto?

Ambos dimos un pequeño salto al escuchar la voz de Isabel llamando a la puerta, con inmediatez nos acomodamos y procedimos a reír. Parecíamos los típicos adolescentes que hacen "cosas" a espaldas de sus padres.

-Arriba campeón. Todos te esperan.

-Voy... voy.

Me besó cortamente antes de mirarse al espejo una última vez y brindarle un corto abrazo a Isabel con esa energía desbordante que nacía antes de un nuevo concierto.

Solo luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora