1.- Sus ojos.

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"Qué desesperación", pienso mientras camino sin un rumbo fijo hacia mi salón de clases, ha sido un mal inicio de ciclo, llevo diez minutos buscándolo, y si no llego en cinco, habré perdido la primera clase de mi último año de preparatoria.

Mi nombre es Lauren Jauregui, tengo dieciocho años y actualmente vivo en Miami, sí, lo mismo que hago cuando mi vida no avanza, me platico a mí misma todo lo que sé acerca de Lauren Jauregui, o sea yo, a veces llego a pensar que soy demasiado egocéntrica, o vanidosa, pero vamos, ¿Quién no hace eso cuando ha estado intentando llegar a su destino durante diez minutos?, ése tiempo podría ocuparlo en algo mejor, pero no, hay clases, y me sigo perdiendo como mi primer día aquí.

¿Qué es lo que me gusta?, hace mucho no actualizo la lista de cosas que amo y odio; me gusta leer, y odio que me interrumpan, me gustan los deportes, y odio el plan de alimentación, basta, yo misma me aburro.

Pasaron varios minutos hasta que encontré el salón de clases, llegué tres minutos tarde (qué delito), pero, para mi suerte, el profesor aún no llegaba.

Había gente nueva, podía notarlo, mis amigos estaban arrinconados como siempre, esperando mi gran llegada.

-¡Jauregui!, pero si has tardado en llegar, ¿Volviste a perderte?.- Dijo Lucy, una buena amiga de hace tiempo.

-No me hubiese perdido si tan solo siguieras esperándome fuera del plantel, como solías hacerlo.

- Suficiente.- Dicho esto, ambas reímos.

-¡Hey, Lauren!, no has perdido el encanto Jauregui.- Decía Shawn, mientras se acercaba hacia mí junto con uno de sus mejores amigos, Austin, los dos un par de mujeriegos, pero buena gente.

-Shawn, Austin, un gusto verlos después de largas vacaciones.

- ¿Qué tanto hiciste en ellas?, me imagino que sigues con tu amor eterno hacia los poemas.

-Eternamente eterno, ya lo he dicho.

-Es hora de que te consigas uno real, ¿No crees?.

-Oh, para ya, sabes bien que a Lauren le cuesta pensar en eso.- Dijo Lucy.

Y sí, es cierto, me cuesta imaginarme que algún día un chico llegará y le dará sentido a todos mis poemas, que un día sea él el protagonista de cada palabra, ya que, por cierto, amo escribir poemas, y más si son de amor, la única desventaja, uh, nunca me he enamorado.

Escucho a las chicas de mi edad hablar de lo maravilloso y destructivo que es el amor, y lo único que puedo hacer es escribir acerca de él tal y como lo escucho, lástima.

En estos tres años de preparatoria, media escuela se me ha declarado, y entre ellos, unas cinco chicas, no me espanta pero sí me extraña.

Escuchamos varios ruidos, y al instante entró el profesor, algunos muy animados, y otros como yo... sólo nos perdíamos en pensamientos mientras lo mirábamos para disimular.

Él hablaba, y hablaba, y no paraba de hablar, hasta que hubo la interrupción más magnífica de todas.

-Eh, disculpe, soy de nuevo ingreso y creo que me perdí un poco.- Todos se rieron y la chica que estaba parada en la puerta puso una cara triste.

-Oh, vamos, no sean crueles.- Dije levantándome de mi lugar y todos me veían.- Es una chica nueva, yo llevo tres años en ésta preparatoria y no sabía cómo llegar al salón.- La miré, todos reían mientras ella me dedicaba una linda sonrisa... vi sus ojos, cafés, tan lindos, como los que describía en todos mis poemas, y una sonrisa tan curvada que cualquiera perdería la poca cordura que le quedase.

-Muy bien chica, preséntate.- Dijo el profesor.

-Yo...- Todos dejaron de reír y su cara se tornó de un rojo muy vivo, y muy lindo.- Mi nombre es Camila... Camila Cabello.- Todos procedimos a saludarla, sin embargo, ella sólo me miraba a mí.

-Los encantos Jauregui vienen poderosos.- Lo dijo casi gritando, todos, absolutamente todos se rieron como focas con un gran retraso, Camila tenía los ojos un poco apretados, hasta que golpeé a Shawn, dos segundos después, el profesor le indicó el lugar a Camila, exactamente a mi lado.

Camila caminó un poco, y se sentó, volteó a verme creyendo que yo no lo hacía, es la tercera vez que se pone roja y luce tan linda cuando eso sucede, le sonreí y ella me devolvió la sonrisa, pero creo que queda mejor "me devolvió la vida."

POV Camila.

Ella me ha estado viendo, con sus ojos verdes que en algún momento vi de lejos mientras caminaba perdida, ella me defendió, me dio la mejor bienvenida, y aún debo pensar cómo agradecerle. Ha pasado media hora y siento su mirada cada vez que voltea a verme, con ganas de volver a mirar sus ojos, escondo los míos en un cuaderno vacío, se supone que debo tomar notas, pero esos ojos verdes que están junto a mí no dejan de buscar mi mirada.

Suena el timbre.

-Bien, chicos, pueden salir, y recuerden, es el primer día de su último año, no es bueno saltarse clases si de verdad piensan en seguir con sus estudios hasta alcanzar el éxito.

Todos salieron en montones, ni siquiera sacaron su cuaderno, y me siento demasiado nerd siendo la única.

De repente, siento a alguien chocar contra mí mientras guardo mis cosas, creí que se trataba de una mala broma de mis nuevos compañeros, así que, dispuesta a contestar la acción, me enderezo para ver con quién me he topado.

-¿acaso podrías fijarte por dónde andas?.- Levanto la mirada y buh, me encuentro con unos ojos verdes hermosos.

-Oh, demonios, lo siento tanto, creí que habían salido todos ya, no era mi intención.- Su cara se tornó asustada y preocupada, mientras yo sentía la mía arder.- Te pusiste roja de nuevo, qué lindo... ah, pero si se me olvidan los modales, mi nombre es Lauren, Lauren Jauregui, y tú eres Camila, ¿no me equivoqué?.- Preguntaba mientras mantenía su mano extendida, y la estreché.

-Correcto, Camila Cabello, es... es un gusto Lauren.- Decía mientras veía sus ojos tan pero tan grandes...- Me olvidé, gracias por lo de hace rato, me siento bastante agradecida por eso, nunca antes alguien me había defendido...
-No hay problema, aparte, ¿crees que dejaría que algunos idiotas se burlaran de una chica tan linda como tú?.- De nuevo, roja.

-Mu... muchas gracias, ahora te debo una.- Le dije mientras disimulaba mi voz temblorosa.

-Creo saber cómo puedes pagarme eso.- Me dijo mientras sonreía de una manera tentadora.

-¿cómo?- le pregunté.

-¿tienes con quién pasarla después de clases?

-No, es triste.

-Felicidades, ahora me tienes a mí.- Dijo y me dedicó una sonrisa, tan hermosa como un poema...

Tal vez es el primer día de toda una vida... de amistad, claro.

Un poema.- Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora