38.- Amores y desamores.

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Sonó el timbre y con el Naiko nos miramos.

-Ca-chi-pún- ganó el Naiko por lo que tuve que ir yo.

Al abrir la puerta vi a un Edgar con los ojos rojos. Entró sin decir nada y se sentó en el sillón.

-Fumaste de la buena parece- comentó el Naiko divertido y yo solté una risa- es de mala educación fumar y no compartir.

De la nada se puso a llorar como niña. El Naiko me miró y yo me tensé.

-Edgar, ¿qué pasó?- le pregunté preocupada acariciando su hombro y me abrazó.

No habló en un comienzo, por lo que el Naiko comenzó a revisar su teléfono por si nos habíamos perdido de algo, pero la verdad es que no, todo estaba tranquilo.

-Pelee con la Kathy- murmuró y yo me quedé sentada esperando más sobre lo que pasó, pero no siguió, de hecho nunca nos enteramos porque habían peleado ese día.

El Naiko se puso de pie para ir a la cocina y yo golpeo suavemente el espacio a mi lado para que el Edgar se sentara y así hizo. Lo abracé y él apoyó su cabeza en mi hombro. El Naiko volvió con un vaso de agua, el Edgar lo recibió y le dio un sorbo para finalmente dejarlo en la mesa de centro. El Naiko iba a hablar, pero fue interrumpido por su teléfono.

Nos quedamos los dos solos y como supuse, no dijo nada, solo tenía la cabeza apoyada en mi hombro y respiraba pausadamente. Prendí el televisor nuevamente y me puse a ver una serie de comedia. El Edgar miraba y dejaba que enredara mis dedos en su pelo con cariño.

-Voy a la casa de la Rou, no volveré en la noche. Edgar, ocupa mi cama si quieres.

-Gracias- murmuró él y el Naiko se fue. Claro, yo la soltera me tengo que quedar con la llorona.

Pusimos una película (obviamente no romántica o para llorar). Antes de que comenzara fui a buscar cosas para comer, sabía que nos daría hambre más adelante. La película estaba buena, no era algo espectacular que nunca olvidaría, pero estaba entretenida y eso era suficiente para mí.

Sentí que mi teléfono vibró sobre la mesa y con flojera me incliné a sacarlo, poniendo mis tetas cerca de la cara del Edgar.

-Perdona- le dije, pero no me respondió.

Miré la pantalla y bufé con solo ver el nombre.

Pichulás: Quieres salir a comer? Estoy aburrido

Mía: No puedo. Estoy con el Edgar.

No me respondió, para mi tranquilidad.

-¿Quién era?- me preguntó el Edgar despegando su mirada del televisor.

-El Nico- respondí mientras bloqueaba mi teléfono y lo dejaba a un lado del sillón.

-¿Qué quería ese weon?

-Me invitó a comer, no sé qué querrá la verdad, tampoco es algo que me interese mucho.

No me respondió. Seguimos viendo la película tranquilos. Yo estaba acostada a lo largo con mis piernas sobre sus muslos y él estaba sentado normal, con su cara apoyada en su mano y la otra acariciando mi pierna en forma de cariño.

Íbamos a la mitad de la película cuando siento la puerta. Ambos nos miramos y supimos de quién se trataba.

-Yo voy- me puse de pie y abrí la puerta encontrándome al Nico con una sonrisa socarrona.

-Mía- me abrazó y besó mi mejilla sonoramente.

Él entró y yo cerré la puerta mientras veía cómo se acercaba al Edgar y lo saludaba. El Edgar me miró rápidamente y alcé mis hombros dándole a entender que poco entendía de lo que sucedía.

Mia [Jaidefinichon GOTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora