31.- Cogollito.

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Llevaba un mes pololeando con el Bestia y la verdad es que ha sido un mes la raja.

No le comenté el incidente con el Nico en la fiesta del Edgar a nadie y creo que el Nico tampoco lo dijo, pero creo que es porque no se acuerda. Prefiero que se quede así en todo caso.

No hemos cortado el contacto tampoco, solo mantenemos conversaciones en buena onda.

Hasta ese momento.

Recuerdo que este día me encontraba sola en el departamento, era como mi día de descanso y tocan la puerta. Fui a abrir sin comprobar antes quién era, para mi mala suerte no era un violador, sino que era el Nico.

Es prácticamente lo mismo.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté confundida y de mala gana.

-Quiero hablar.

-No tenemos nada que hablar.

-Yo sí tengo unas cosas que decirte- entra sin permiso y cierro la puerta de un portazo.

-Habla claro y rápido.

-Me acuerdo perfectamente bien de lo que pasó en la fiesta del Edgar.

-Pasó un mes, Nico. Supéralo.

-No puedo, no puedo ni superar esa wea, ni a ti, ni nuestra casi relación.

-Estás perdiendo el tiempo aquí, estoy con  el Bestia y soy feliz.

-Yo había dado vuelta la página y tú no, me cagaste la relación y no te dije nada...

-¿Cómo qué no?- lo interrumpí alterada.

-Ahora tú diste vuelta la página y yo no.

-¿Vas a cagarle la relación a un amigo?- le pregunté alzando una ceja. Se quedó en silencio y eso me dio una respuesta- sigue adelante y déjame tranquila.

-¿De verdad quieres eso?- me preguntó y yo asentí segura.

Se cambió de sillón y se acercó a mí. Pasó su mano por mi cintura y con sus labios comenzó a rozar mi cuello. Mi mirada estaba contra la mesa, evitando su contacto. Depositó un beso lento en mi cuello provocando un suspiro por mi parte.

-No te veo muy segura- me susurró en el oído y me pego a él de golpe con sus manos en mi cintura.

Siguió besando mi cuello y yo me mantenía en silencio. ¿Por qué mentir que me desagradaba esto?

-¿Quieres que me detenga?- me preguntó separándose.

No le respondí. Estaba acostada en el sillón con el Nico sobre mí, mi pelo caía como cascada por el borde del sillón. El Nico me sujetaba ambas muñecas a la altura de mi cabeza y yo me dejaba llevar.

-Sigue- susurré y eso fue lo que catapultó una serie de escenas de las que no estoy orgullosa, pero no me quita el placer.

Sus manos apretaron aún más mis muñecas provocando un leve dolor en ellas. Besó mi cuello dejando mordidas y bajó por mi clavícula a mis pechos. Pasó la lengua por el borde de mis pechos que estaban al aire gracias al escote de mi polera. Subió a mi cara y besó mi mejilla, mordió el lóbulo de mi oreja provocando un gemido en mí que lo encendió aún más.

Buscó mis labios y al momento de encontrarlos los besó con tanto deseo que logró encenderme a mí. Le respondí el beso con mucha culpabilidad, pero el deseo y la calentura era tan grande que pudieron más conmigo. Le saqué la polera y me puse yo sobre él.

Le dejé una corrida de besos por el cuello y bajé por su torso. De manera juguetona le mordí un pezón hasta llegar a su ombligo. Lo miré a los ojos desde abajo y con una sonrisa juguetona le desabroché el pantalón.

Pasé mi lengua por su bulto aún con la ropa interior y volví a subir a sus labios hundiéndome con él. Se sacó los zapatos y pantalones. Me cargó como koala hasta mi cama, lanzándome ahí. Me puse de rodillas sobre la cama y él me sacó la polera con una mano ya que la otra estaba muy entretenida con mi trasero. Desabrochó el sostén sin ningún problema y juntó su pecho con el mío.

Besó mis labios estando él de pie y yo arrodillada en la cama. Juntó nuestras frentes intentando calmar su respiración.

-Te amo- me dijo y yo cerré los ojos.

Para evitar la tensión y hacer pasar piola que no le respondí, pasé mi mano por su entrepierna y él atacó mi cuello. Caímos los dos en la cama, él sobre mí en una lucha constante de besos. Sentí el timbre de la casa y me detuve, pero el Nico no.

-Debo ir- dije intentando pararme, pero él me detuvo.

-El Naiko tiene llave y está con la Rou.

-Igual, puede ser importante- respondí con sus labios en mis pechos- Nico, déjame ir.

Sentí su mano en mi entrepierna y suspiré de placer.

Ya imaginarán qué pasó después.

Cuando terminamos eso nos quedamos acostados los dos mirando el techo. Sentía la culpa en mi pecho batallando, pero intenté ignorarla. Me puse de pie y me puse la ropa interior, fui a la sala a ponerme la polera y tomé mi teléfono para ver la hora y pude ver que tenía 4 llamadas perdidas del Bestia y un mensaje.

Bestia<3: Abre tu puerta cuando puedas, cogollito. Te dejé un regalo, te quiero.

Un sabor amargo se puso en mi garganta y fui a abrir la puerta. En el suelo había un ramo de flores junto con un sobre. Abrí el sobre y dentro había 2 pitos perfectamente enrolados. Cerré los ojos con fuerza sintiendo la culpa llenar todo mi cuerpo.

-¿Quién era?- me preguntó el Nico tomando agua en el sillón.

-Nadie, tienes que irte- le dije dura, dejando el ramo de flores en la mesa.

-¿Por qué?- me preguntó confundido, pero al ver el ramo se puso de todos los colores- ¿te lo trajo el Bestia?

-Eso no te importa- respondí dura y caminé al baño- cuando salga del baño te quiero fuera.

Mientras me miraba al espejo podía escuchar cómo se vestía. Hice del uno, lavé mi cara y mis manos y salí, para mi sorpresa seguía aquí, pero se estaba poniendo los zapatos.

-Lamento que esto haya terminado así- dijo con pena.

-Lamento que esto haya sucedido. Supongo que está demás decirte que no abras la boca, ¿verdad?

-Quédate tranquila, tu preciosa relación no se verá afectada por NUESTRA calentura- dijo enojado.

-Tú comenzaste- lo acusé.

-Sí, pero yo no lo continué. Yo no pasé mi lengua por mi pico, yo no me moví como perra en celo arriba mío y yo no pasé la mano por mi pico. Fuimos los dos Mía, no me cagues solamente a mí.

Me quedé en silencio y él se puso de pie para irse.

-Nico- lo detuve- perdona, tienes razón, solo... me siento muy culpable.

-¿Crees que yo no?- dijo de espaldas- hagamos que esto fue nuestra despedida.

-Me parece bien, ¿Amigos?

-Amigos- se fue sin despedirse y yo me tiré al sillón.

Miré mi teléfono dudando si devolverle la llamada al Bestia. Al final lo hice y cuando me contestó sentí una corriente eléctrica por mi espalda que me hizo temblar.

-Hola- me saludó- te quería dar una sorpresa en la tarde.

-Dormí toda la tarde- solté una risa falsa que él siguió.

-Me lo imaginé- me dijo y yo sentí algo en el pecho- ¿te gustó la sorpresa?

-Sí- dije en casi un susurro.

-Qué bueno, cogollito.

-Te quiero- dije honestamente- a veces pienso que no te merezco, he sido una mierda de persona y tú eres muy bueno.

-Yo tampoco he sido un santo, Mía, todos cometemos errores.

-Lo sé, ando sentimental- dije y limpié una lágrima.

-También te quiero, me tengo que ir. Chao, Mía.

-Chao, cogollito- me burlé y él soltó una risa- colgué y suspiré.

Mia [Jaidefinichon GOTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora