Capítulo 8 (Parte 2)

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***

Luciano estacionó su auto, bajó de él y rodeó el vehículo. Abrió mi puerta, mientras yo la abría. Rodee mis ojos y tomé la mano que me tendía.

-Qué caballeroso.-murmuré sarcásticamente. Luke se limitó a sonreír.

-Ven.-dijo entrelazando su mano con la mía. Buscó mis ojos y volvió a sonreír.

Caminamos hasta un banco y nos sentamos.

-¿Qué es esto?-pregunté confundida.

El paisaje era hermoso, realmente hermoso. Era como una especie de mirador. Había varias parejas alrededor, pero nosotros estábamos alejados de ellas. Un grupo de adolescentes, que estaban un poquitin borrachos y enfiestados, le daban música al lugar en donde estábamos.

Luke río y apretó su agarre en mi mano.

-Un banco. ¿Acaso nunca has visto uno?-su tono de voz era burlesco y a la vez sarcástico. Golpee su hombro suavemente con mi mano libre. Por alguna razón, no quería soltar su agarre.

Luciano era algo como un agarre en vida. Lo necesitaba, sentía que era un puerto seguro en mi vida. Si, me había engañado con esa pelirroja y no sabía todavía las respuestas de mis preguntas.  Me había mentido y, la última vez que nos vimos, terminamos en un muy mal término.

Pero él había regresado. Había regresado a mi vida y eso significaba una cosa: Teníamos que solucionar nuestros problemas.

Él, con sus mentiras y engaños. Y yo, en desconfiar y confiar a la vez de las personas. Sabía que Luke, en algún momento se iría; es decir, todos, en algún momento de la vida, se marchan. Sea por mucho tiempo o por poco. Pero siempre nuevas personas vendrán a tu vida.

-Sabes que hay un espacio en blanco sobre nosotros ¿No?-murmuré seria. Luke giró su rostro, sentí su mirada pero yo miraba las luces de la cuidad que se podían observar desde donde estábamos.

-Lo sé.-respondió. Se levantó del banco de donde estábamos sentados y estiró su mano frente a mi.-Pero no te traje aquí, esta noche, para hablar sobre nuestro pasado y nuestros secretos.-miré a sus ojos, aún si tomar su mano.-Quiero volver a ganar tu confianza. Quiero que creas en mi y que te quiero. 

Tragué saliva nerviosa por la intensidad de su mirada.     

-Yo...-tenía la garganta cerrada. No sabía que decirle, ni siquiera podía pensar con claridad a causa de su mirada. Era hermoso. Con su pelo despeinado y sus ojos cafés tan rebeldes. 

Lo amaba. Era imposible justificarme y explicar mis sentimientos, peo sentía algo cuando el estaba cerca de mi. Y no importaba cuantos errores cometiéramos, estábamos destinados a estar juntos. Porque... ¿Donde estaría yo si él no hubiera regresado a mi vida?

Sentí una inmensas ganas de llorar, no sabía porque estaba así. Tenía ese nudo en mi garganta, y ese sentimiento de desconfianza. Temía que él volviera a dañarme y volver a romper mi corazón que aún no se reparaba del gran golpe que me dio.

Bajé mi mirada al suelo sin aceptar su mano. Sentía que si entrelazaba mis dedos con los suyos, y volvía a besar esos labios que me llevan a otro mundo, me entregaría completamente. Y no hablo de la manera sexual, sino, del corazón. 

Escuché el suspiro de Luciano y vi de reojo como se colocaba en cuclillas, colocó una de sus manos en mi rodilla y con sus dedos libres, levantó mi barbilla y conectó su mirada con la mía.

Estaba sonriendo. Él, sonriendo, era una de las maravillas del mundo. Sentí mis ojos picar y traté de esquivar su mirada tan intensa y llena de amor, pero no pude. Él me obligaba a mirarlo.

Entre sabores agridulces [#2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora