Capítulo 17

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Cuando conocemos a una persona, siempre esperamos que sea buena, que nos acompañe en nuestro camino de la vida, pero cuando más pasa el tiempo, la codicia llena al hombre-hablando en general.-y nos damos cuenta de como somos en realidad.

Siempre alguien sobresale con tanta codicia que la decepción llega en un momento inesperado y abundante tristeza te deja pensando ¿Qué estoy haciendo mal?

Es un viaje, la vida es un viaje, y en este camino hay tantos objetos por esquivar y tantas metas por ganar, que siempre la avaricia está presente. Y la maldad sobresale en la persona que menos pensabas que era así.

Todos somos esclavos de la maldad, pero algunos saben como batallar esa lucha, otros caen y se convierten en el peor enemigo del ser humano. Y empiezan a demostrar lo que es la realidad. 

Cuando una persona se marcha de tu vida, sea por alguna extraña razón, significa el fin de algo-bueno o malo-cada persona viene consigo una gran experiencia que tienes que aprender, y cuando sabes el motivo de la lección, la persona se marcha por siempre de tu vida, de diferentes maneras. 

La lección de la vida. Y tienes que tomar el consejo y las últimas palabras de las personas que quieres, porque esa es la verdad que siempre quisieron decirte. 

Mi madre era una de esas personas, las que te dicen lo que piensan y sienten en sus últimos alientos, cuando ya no queda por que luchar. 

Y me hacía tanta falta. Porque no sabía que hacer. Estaba tan lejos de mi que, aunque estirando mi mano, no llegaría a su lado. 

Dejé el trapo mojado con el desinfectante en la cocina, coloqué mis manos en la mesada del lavadero agachando la cabeza mientras soltaba un suspiro. Estaba exhausta. La situación en la que me encontraba, me ponía de ese estado. 

-¡Olivia!-el grito de Felix hizo que me colocara derecha acomodando mi delantal. Lo miré a los ojos preguntándole con la mirada que necesitaba de mi en estos momentos. Él frunció su ceño pero no formuló una pregunta, sus ojos decían todo lo que quería decir pero no se animaba.-Tengo que irme al hospital, te dejo a cargo. 

-¿Qué pasó?-pregunté dejando atrás a mis pensamientos.-Felix ¿Qué pasó?- mis preguntas eran desesperadas al ver su rostro tan decaído y lleno de pánico.

-Mi hermana.-respondió colocándose una chaqueta a la vez que se sacaba su delantal que cubría su cintura.-Me acaban de decir que mi hermana tuvo una ataque en el hospital, está grave y mi madre recién llega en tres días, soy el único que está a cargo de ella. 

-¿Quieres que te acompañe?-él negó con su cabeza saliendo por la puerta.-

-Quédate aquí, te dejo a cargo temporalmente. Sé que tienes más tiempo que yo aquí...-alcé mi mano deteniendo su oración.

-Lo sé, Felix. En otro momento me lo dirás.-el asintió con su cabeza en forma de agradecimiento y salió por la puerta apresurado, llevándose varias miradas de los clientes. La razón por la cual Felix está de encargado y yo no, es que la antigua encargada estaba flechada por mi amigo, sin saber que tiraba para el otro bando.

Y quedé a cargo de una gran cafetería.

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Pasada las seis de la tarde, la campana de la puerta de la cafetería Stone, sonó. Giré mi cuerpo para ver el nuevo cliente y unos ojos cafés aparecieron en mi campo de visión.

Cerré mis ojos fuertemente deseando desaparecer. Seguí limpiando las mesas ignorando el echo de que él estuviera caminando hacia mi dirección con sus manos en sus bolsillos como si todo estuviera bien. Como si en aquella fiesta no hubiese pasado nada.

Entre sabores agridulces [#2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora