Capítulo 19

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OLIVIA

El sol de la mañana temprano fue la causa de que me despertara, estiré mi brazo esperando a encontrar a Luciano a mi lado, pero, en vez de él, había un espacio vacío.

Me extrañé ya que últimamente él se quedaba en las noches y no se iba hasta que yo tenía que irme a trabajar. Pero hoy no era el caso. Bajé las escaleras ya vestida para ir a la cafetería, hoy me tocaba trabajar temprano.

Mi padre estaba recostado en el sillón con un vaso transparente en su mano derecha. Estaba observando la televisión, pero, irónicamente, estaba apagada. Fruncí mi cejas extrañada por su comportamiento pero no hice caso a mis pensamientos de ayudarle.

Mientras más alejada esté de él, para mi era mejor.

Me encogí de hombros y me dirigí hacia la cocina, allí estaba Tom desayunando.

- ¿No puedes ser una persona normal y tomar el desayuno en una taza?-pregunté al verlo beber de la caja de la leche. Blanquee mis ojos cuando siguió con su acción y no hizo omiso a mi comentario.

- No se si te has enterado, pero yo no soy una persona normal. Y además estoy saliendo tarde como para tomar en una taza mi leche.- Recalcó 'mi' en su comentario y me extrañó.

-¿Porque dices 'mi'? - abrí la lacena y saqué mi taza favorita. - La leche es de todos, yo la tomo todas las mañanas. - Él empezó a reír lanzando su cabeza hacia atrás.

-Te aviso que te tomas mis babas todos los días, hermanita. - Lo fulminé con mi mirada y empecé  a prepararme un café. -Tengo que irme. Hoy te pasaré a buscar por el trabajo, tengo algo que contarte.

Él sacudió mi cabello y se marchó recogiendo las llaves del auto y su celular en el camino. 

Tomé un sorbo de mi café preguntándome internamente lo que Tom me quería decir, pero tenía que esperar hasta esta tarde. Suspiré acomodando mi cabello pensando lo que había sucedido en la noche anterior. 

Luciano había entrado en mi habitación como un loco por su dosis, me había extrañado que estuviera en mi habitación cuando él me había pedido tiempo por lo que yo le había contado.

Creo que estoy loca por contarle a mi novio que un idiota me besó cuando yo estaba borracha. Él entendió eso y no quise quemar más la herida. Pero realmente yo había besado a Peter y eso me carcomía la cabeza. Es decir, si besas a alguien, es por que lo deseas, de una manera u otra y me estaba por volver loca por pensar en tener algo con Palauski. 

Matenme si llego a ese nivel de locura. Por favor. 

Joder.

Coloqué mi taza en el lavadero y empecé a lavarla, tenía que irme a trabajar y estaba llegando un poquito tarde. 

Salí de la cocina y tomé mi abrigo que estaba a un lado de las llaves y mi cartera. Eché un vistazo a mi padre que estaba recostado con una botella en mano. Negué con mi cabeza soltando un suspiro. Estaba perdido y no veía la hora de encontrar su camino. 

Abro la puerta y tomo camino hacia la cafetería mientras el cielo se abría paso y las nubes saludaban al sol. El día estaba hermoso y se podía notar ya que los niños que estaban en las calles lo demostraban con esas sonrisas hermosas. 

Tenía pensado visitar a mi madre y llevar conmigo a Tom. 

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Pedido número cuatro y ya estaba exhausta, mi trabajo constaba en llevar y traer bandejas llenas de masitas y tacitas con cafés, aguantando la mirada de la ex encargada de la cafetería, todavía no entendía que hacía aquí todavía si ella había renunciado y había puesto a cargo a Felix, sabiendo que yo llevaba más tiempo que él. 

Entre sabores agridulces [#2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora