Capítulo 21

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-Está bien, Oli. -murmuró Tom incómodo pasando su brazo por mis hombros. -Él no lo vale. No llores, por favor.

Y tenía razón. Tom tenía razón. Luciano no valía todo el dolor y la desconfianza que yo tenía.  Estaba tan cansada de todo, que lo único que quería era desaparecer.

Seguimos caminando hasta llegar a casa, Tom no había sacado su brazo de mis hombros y realmente le había agradecido internamente, porque yo no me podía mantener de pie sola. Estaba tan dolorida.

Mi corazón dolía tanto...

Cuando entramos a casa, mi padre estaba recostado en el sillón con una nueva botella de lo que fuese que estaba tomando, realmente no estaba en condiciones para saber lo que tomaba.

Ya no me importaba.

Cuando nos vio entrar, él se levantó de donde estaba recostado y nos señaló con su mano, ya que estaba ocupada sosteniendo uns botella.

Mi padre sonrió de costado, colocando su mano libre en su cadera.

-¿A dónde estaban ustedes dosss? - preguntó arrastrando sus palabras.

-Fui a buscar a Oli a sí trabajo, papá. - respondió Tom y le agradecí con mi mirada a lo que él me sonrió en medio de un guiño. -¿Cómo te sientes?- preguntó caminando hacia la cocina, dejándome en medio de la sala observando a mi padre temerosa de que empiece con sus insultos.

-No te interesa. -respondió. Bajé mi mirada por lo duro que es con Tomas cuando él ni siquiera tiene la culpa.

Yo era la culpable de todo.

Caminé lentamente hacia las escaleras pero su voz me detuvo.

-¿ A dónde vas, Olivia?- dio un paso hacia delante haciendo que yo retroceda. Tom salió de la cocina y se colocó en medio de mi y mi padre.

-Déjala en paz, papá. Ella no tiene la culpa de nada, así que no empieces con tus estupideces.

-Ella es la culpable de que tu madre se fuera. Ella era mía, me pertenecía y tu hermana me la quitó. Ella me la quitó.- Y ahí estaba la culpa de nuevo.  Necesitaba irme o si no explotaría y nadie podría calmarme.

-No lo escuches, Oli. Solamente es un viejo borracho que sus hijos lo tienen que mantener. -murmuró Tom fulminando a mi padre con su mirada. Giró su cuerpo y me dio un abrazo. - Ve a la cama, yo me encargo. - susurró en mi oído. Asentí agradecida y caminé por las escaleras cerrando la  puerta con seguro, como todas las veces que mi padre estaba borracho. 

Me quedo de pie en medio de mi habitación, observando la luna aparecer, dejando que mis pensamientos floten y se apoderen de mi mente, por que ya no era dueña de lo que pensaba. Últimamente, pensaba cualquier idiotez y mi corazón se rompía a mediados de los pensamientos estúpidos que hace mi cabeza. 

Ahora mi corazón ignoraba a mi cabeza, ya que él tenía asuntos que resolver por si mismo. Estaba roto, destrozado y decepcionado.

Y harto. 

Harto de confiar en alguien de nuevo, sonreirle y tomar de la mano a esa persona que tanto amas, y luego tener que curarse solo, porque esa persona ya no está. 

Esa persona que ya lo había lastimado antes y le había vuelto a pedir una nueva oportunidad. 

Y yo como una estúpida enamoradiza, confíe. 

Entre sabores agridulces [#2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora