El psicópata...

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El desmadejado y pequeño cuerpo reposaba inerte sobre la fría y roja superficie de travertino de importación. Casi encima del mismo, el psicópata se afanaba con su escalpelo, sajando el brazo izquierdo con cortes rápidos y firmes, evidenciando la perfección de la práctica. 

Con precisión quirúrgica, después de dejar al descubierto los músculos, empezó por separar el deltoides del bíceps y tríceps braquial, siguiendo por el extensor radial y el supinador corto, acabando con el flexor cubital y el pronador redondo, todo ello en menos de cinco minutos. Su respiración agitada denotaba un placer que podía ser sexual pero también asmático, y la excitación erizaba los vellos de sus brazos como una corriente eléctrica.

Mientras admiraba su obra y paseaba su lengua por sus carnosos labios, pensaba en lo fácil que había resultado todo, el secuestrarla de su pequeña cama en un descuido, el trasladarla a su sancta santorum sin ser visto por nadie. En ningún momento opuso resistencia alguna, dominada por su fría mirada, y su cuerpecito de inocente candidez quedó a su merced.

- Juanitoooooooo! A comeeeeeeeeeeeeeer! - se oyó en el jardín de al lado la voz chillona de una mujer - Que se te enfríaaaa!

- Otra vez esa vieja bruja chillando como una cerda - gruñó el psicópata - Dios, como la odio! Un día de estos le voy a dar razones para chillar como una cerda, verla desangrándose en mi marmol rojo será un gustazo...

El psicópata respiró profundamente tres veces para recuperar su equilibrio y su atención, y volvió a mirar al cuerpecito sin vida sobre la mesa. Dudó por un momento entre empezar a separar los músculos de la pierna o acabar con los brazos, su gusto por la perfección y la simetría le pedían seguir con el brazo derecho, pero la belleza de las piernas le llamaba insistente. Bueno, si se dedicaba a la pierna derecha también conseguiría una extraña simetría en los cortes, y esa pierna blanca y con pecas estaba diciendo ¡córtame, mi amor!

A pesar de la pulsión de seguir con el corte, el psicópata dudaba, había tanto donde elegir, incluso los nombres eran de lo más especiales, y los pronunciaba susurrando con anticipación, la fascia lata, el sartorio, el peptineo, el piriforme y el psoasiliaco, eso sin olvidar al excitante poplíteo, mmm, solo de reseguirlo con los dedos volvía a estar excitado, y esta vez siguió pierna arriba con los dedos, notando la suavidad aterciopelada de los muslos, aunque sin reacción a su presión, lo que aún lo excitaba más.

- Juanitoooooooo! - se volvió a oir en el jardin - Como tenga que venir a buscarte te doy con la zapatilla!

- Ya voooooooooy! - gritó el niño dejando de jugar - ya vooooooy!

- Joder con la bruja avería - gruñó el psicópata - se acabó, después de comer me la cargo.

El psicópata apartó el cuerpecito del frío mármol rojo de importación, descentrado por los gritos de la bruja del jardín. Se acercó al fregadero, se lavó las manos con mucho cuidado para eliminar cualquier pista, y se fue a todo correr pensando: La muñeca de mi hermana no gritaba, pero ya verás cuando tenga a mamá estirada en ese rojo y frío marmol. Juanitoooooo, la comida, Juanitooooo, lávate los dientes, Juanitooooo, la habitación debe estar ordenada, Juanitoooo..., pues Juanitoooo te va a hacer chillar, vieja bruja...

p.s.: mamá, te quiero :-)

Retales (but no re-tales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora