El extraño caso de las cabezas menguantes

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Hoy acabo de descubrir que los extraterrestres existen, y están entre nosotros. Ya se que os parecerá una frase de lo más conspiranoico, de esas que sueltan los frikis esos que tienen páginas donde nos ponen sobre aviso, donde nos cuentan que la invasión ya ha sucedido, donde nos advierten que nuestra suegra es un alien (¡que me vas a contar!), o que esa vecinita imponente es en realidad un monstruo devorador de cuerpos (pues mientras la sepa ch----, bueno, que de algo hay que morir). Pero en mi caso no soy un friki conspiranoico explicando tontadas, mi historia es real, ¡debeis creerme!  

La cosa ha sido realmente inesperada, estaba comprando en el super, o mejor dicho, estaba en la cola del super esperando para pagar lo que había comprado (agua, zumo, gazpacho, fruta, leche, vamos, lo que necesita mi cuerpo con este insoportable calor que funde los sesos) y mientras esperaba me entretenía mirando a las personas que estaban por delante, imaginándome historias con cada una de ellas (es lo que hace todo el mundo, ¿no?, ¿no?, ¡que me dices!, ¿que soy un bicho raro?).  

A mi derecha tenía un tipo de los que podías calificar de Rodriguez, ya sabeis, el típico marido que se queda solo en la ciudad mientras la mujer y los hijos están en la playa. La compra acorde con su aspecto: a la camisa le faltaba un planchado, a los zapatos doce golpes de cepillo, al cinturón le faltaban agujeros para contener su "curva de la felicidad".   

Como decía, la compra lo definía como Rodriguez: 2 pack de 8 cervezas, un par de bolsas de salchichas de frankfurt, unos jabuguitos, taquitos de jamón, una tortilla de patatas con cebolla, barras de pan congelado y un variado de terrinas de helado de medio kilo. Por descontado, el tipo iba a crecer en diámetro en los pocos días que su mujer no le cuidase. El ya se cuidaría a su manera, con eso y las pelis porno después de los deportes sería feliz rascándose donde le diera la gana cuando le diera la gana, y dormiría ocupando toda la cama. En la llamada de cada noche le diría a su mujercita que la echaba de menos, aunque en realidad fuese una mentira a gritos.  

Pero me estoy desviando del tema. El tema es que cuando he girado mi cabeza hacia la izquierda, a la altura de mis ojos han aparecido un par de..., un par de peras, un par de tetas, unos pechos, y acto seguido para tener una visión de conjunto he hecho el típico barrido "arriba y abajo"..., o mejor dicho, he empezado con el típico barrido..., y me he quedado clavado en el "arriba". Resulta que al subir la mirada he llegado a ver a la vez su cabeza y sus pechos, y es cuando he visto lo impensable, cuando me he quedado ojiplático y anonadado, ya que entonces he podido darme cuenta de que sus tetas eran mucho más grandes que su cabeza.  

Aquí debo aclarar que lo asombroso no es que sus tetas fuesen mucho más grandes que su cabeza (hay tetas de plástico que parecen melones franceses, llegan primero ellos avisando y, al minuto, llega el resto), lo increible es que sus tetas no eran nada del otro mundo, eran más bien tirando a pequeñas, del tipo la mano la cubre y además la esconde.  

De lo que se deduce que su cabeza era pequeña. En realidad ha sido verla a ella con su cabecita y pensar que los jíbaros habían evolucionado sus técnicas y alguien en mi ciudad se estaba dedicando a probarlas. Por si fuera poco llevaba una cola de caballo, destacando aún más la dimensión de su cabecita. Casi daba pena de mirar.  

Llamadme exagerado, pero es que ha sido algo que me ha dejado patidifuso (que si hago análisis etimológico debe significar que mis patas se han fundido mientras la miraba) y a la vez asombrado (es decir, sin sombra, lo que cuadra con lo anterior, debes estar al sol para que se te fundan las patas) y sobre todo, sobre todo, confundido (es decir, de nuevo, con algo fundido).  

Tan aluciflipado estaba (esta palabra, suma de alucinado y flipado, me la ha prestado una gran amiga), que he salido lo más rápido posible del super, y disimuladamente he seguido a la dueña de la cabecita (que por lo demás estaba de buen ver, al menos de cuello para abajo, claro).  

Ha llegado al edificio enfrente de donde vivo, ha llamado por el telefonillo, y ha pedido que bajasen a ayudarle con las bolsas de la compra. Bueno, pues ha bajado alguien que debía ser su hermano o algo así, porque se parecían bastante. Se parecían incluso en la dimensión de sus cabezas, el tipo tenia unas piernacas de futbolista y unas manazas de las de partir nueces con las manos, pero con una cabecita que era casi tan grande como sus manos.  

El tipo ha levantado la vista, me ha visto, ha visto que lo había visto, me ha mirado, lo he mirado, nos hemos mirado, y en ese milisegundo de cruce de miradas yo he sabido que pasaba, y el también, y lo ha sabido tan bien que se ha asustado, ha cuchicheado algo a su hermana, y se han metido en el portal apresuradamente.  

A ver..., seamos claros..., los jíbaros no pueden haber perfeccionado su proceso de reducción de cabezas de forma que lo puedan conseguir sin matar a la víctima. El ser humano no puede sobrevivir sin cerebro (bueno, aqui tengo mis dudas porque conozco especímenes que podrían hacer que la hipótesis fuese falsa) y el cerebro necesita de unas dimensiones mínimas de cráneo. Vamos, que si aplicamos la navaja de Occam debemos concluir que esos seres no eran humanos. Además, su ocultación al verme es del todo concluyente, se sabían diferentes y son diferentes.  

Esta noche me he acercado a la terraza. En el edificio de enfrente, a mi altura, una habitación irradiaba unas luces azules y verdes. Al principio he pensado que alguien estaba montando una fiesta, pero el silencio era el rey de la noche, a pesar de que las ventanas estaban abiertas.  

En un instante, las luces han crecido en intensidad, y ha empezado a escucharse un zumbido persistente..., casi como una peonza dando vueltas. En el momento de mayor intensidad, ha sonado como un trueno de esos típicos del mes de agosto, y las luces verdes y azules han desaparecido.  

Creo que el tercer piso del edificio de enfrente ha quedado desocupado, y el casero se ha quedado sin el alquiler de este mes. Os aconsejo esteis atentos a partir de ahora, no hace falta que lleveis una cinta métrica ni nada de eso, pero mejor que esteis preparados para detectarlos, no sabemos que intenciones tienen.

Retales (but no re-tales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora