Qué tienen en común unos flamencos morados, unos tuppers, y unos calcetines izquierdos?
Empecemos por el final, pero antes, unas palabras del narrador omnisciente: No, no me he fumado nada, dejé de fumar hace años. No, no me he tomado pirulas de colores, ni rojas ni azules. No, no he bebido alcohol ni tengo resaca. No, no me han sorbido el seso por el cerebro inferior (ya me hubiera gustado, pero por ahora no tengo candidatas, snif).
Todo empezó un sábado por la mañana, cuando puse la lavadora para..., bueno, para lo que se ponen las lavadoras, obviamente, a ver si os lo tengo que explicar todo. Como no tengo tele, no uso video, asi que no tuve más remedio que aprender a programar la lavadora..., pero..., como soy un listillo, fijé el mando en el programa habitual y así solo le tengo que dar al encendido, ¡es tan fácil!.
Pero no fue realmente el sábado cuando empezó todo, lo estoy explicando fatal. Digamos que fue entre el sábado, después de colgar la ropa, y el lunes, cuando fui a recogerla (que con la edad que tiene, ya se podía recoger sola). Después de las camisas y camisetas, después de los boxer, me puse con la árdua tarea de separar y conjuntar los calcetines, para evitar la vergüenza de ir a la oficina con un calcetín azul marino y otro negro (yo es que por las mañanas voy un poco zombie y con el piloto automático).
En ello estaba..., cuando me encontré con un calcetín desparejado, uno negro con rayas finas, revisé en los presuntos conjuntos por si mi vista ya fuese vista cansada además de astigmático-miope..., pero no..., volví a revisar en el montón pendiente de conjuntar..., tampoco..., asi que lo aparté pensando que cuando puse la lavadora dejé algún calcetín en el cesto de la ropa (soy un despistado por si aún cuenta no os habeis dado). Seguí agrupando el resto de calcetines, y al acabar tenía cinco desparejados, todo un record que demostraba mi pronta senectud.
Busqué en el cesto de la ropa, busqué dentro de la lavadora, busqué en los rincones del camino entre mi habitación y el cesto de la ropa, busqué bajo la cama, y no busqué en el horno porque no lo uso como secador de ropa, más que nada porque con lo despistado que soy el dia menos pensado cenaría lubina avec chausettes et tomates, y los tomates no serían de la variedad comestible.
Como soy un tipo muy ocupado y trabajo un porrón de horas, olvidé el asunto hasta el viernes por la tarde, cuando quedé con mis amigos para un "via crucis" (soy agnóstico, entiéndase pues como la variante gastroenológica). Después de un par de cervezas y unas bravas estiré los pies bajo la mesa y al subírseme las perneras del pantalón vi que llevaba un calcetín de cada color. Quise disimular pero mi cara de sorpresa hizo que mis compañeros de mesa mirasen a ver que había visto, y se dieron cuenta. Las risas y las bromas son algo que no voy a contar aqui, suficiente vergüenza pasé ya como para compartirla con vosotros, que os conozco y en cinco minutos internet iría lleno de comentarios a mi costa.
Pero no todos mis amigos se rieron o hicieron bromas. Mi gran amigo Takeshi, un renombrado físico cuántico que había sido recientemente galardonado con el Nobel por teorizar y demostrar la existencia de 6 universos paralelos al nuestro, me miró muy serio y me dijo: "Alberto, dime una cosa, a ti te desaparecen los recipientes de los tupper, verdad?"
Debo deciros que si alguna vez habeis visto una cara de absoluta sorpresa, lo que habeis observado palidece en comparación con la mía. Me sentía casi como Lestrade cuando Sherlock le pregunta por su desayuno de huevos revueltos y el pobre no es capaz de entender como lo sabe el gran detective.
- ¿Cómo narices sabes tu lo que pasa con mis tupper, Takeshi? - pregunté - Pero sí, es verdad, de un tiempo a esta parte cuando abro el armario donde los guardo, encuentro tapas azules y tapas verdes que no tienen recipiente que tapar. Pensaba que era problema de mis sempiternas distracciones, que quizás había dejado alguno a mis vecinas o aún peor, que al tirar las sobras a la basura, hubiera tirado el recipiente.
- No te preocupes, que no estás peor de lo tuyo - bromeó Takeshi con una sonrisita irónica - Creo que he descubierto el problema, y no eres el único al que le pasa. Después de descubrir los 6 universos paralelos he seguido investigando sobre los fenómenos físicos derivados de que seamos capaces de comunicarnos con todos ellos, y hace un par de semanas encontré algo extraño en las medidas de difracción retroespecular de los corpúsculos de Higgins, ya sabes, esos grumitos como de colacao que descubrió el amigo de Higgs, que vaya bromas en el laboratorio cuando le quiso poner nombre, después del Bosón de Higgs, van los muy cachondos y le llaman el Grumón de Higgins, luego dicen que los científicos no tenemos sentido del humor.
- Que si... que sí..., que los grumitos son muy bonitos..., vale, - respondi yo impaciente - pero que tienen que ver los grumitos esos con los tupper y los calcetines?
- No te impacientes, si te lo explico rapidito y sencillito - comentó riendo Takeshi - sin ecuaciones ni gráficas ni otras zarandajas, te lo explico en román paladino, aunque lo que te cuente quizás no te lo creas, si es así quedamos esta tarde en mi laboratorio y alucinado quedarás cuando lo veas. Te lo voy a contar como un pequeño cuento. Vamos allá:
Érase una vez un planeta de color verde melón, un planeta grande y nuboso, donde llovía cada dos días, el primero agua azul, el segundo agua roja. Ese planeta estaba a 90º de la Tierra, según se sale por el Ecuador a mano izquierda (al fondo a la derecha están los lavabos, como todo el mundo sabe). Era un planeta de ambiente húmedo pero fresco, tranquilo, silencioso, donde todo se movía sin prisa, los vientos eran brisas, las olas nunca rompían y hasta las gotas de lluvia descendían como dando un paseo.
En ese planeta vivían, y aún viven, unos seres con un solo pie, como flamencos pero sin pico, de color morado. Según parece sus científicos estuvieron jugando con los Grumones, y como sabes, igual que existen los Fotones Entrelazados, resulta que los Grumones también se entrelazan, y en sus experimentos guardaban los Grumones en calcetines.
Entonces activaban el Desentrelazador Cuántico de Grumones, y ¡zás!, al lado de cada uno aparecía otro calcetín, que como puedes suponer acababa de desaparecer de un planeta a 90º del suyo según sales a mano derecha (allí los lavabos están mal ubicados, creo que a los arquitectos los llaman calatravas), que es nuestra buena y vieja Tierra.
Da un poco de miedo porque en el planeta viven muchos billones de tipos morados, y como es tan húmedo se cambian los calcetines tres veces al día, así que por esa parte me temo que quienes van a ganar van a ser los chinos, que en sus tiendas venden calcetines y fundas de movil, bolis y ventiladores, sandalias y corbatas, enchufes y patatas (bueno, patatas todavía no, pero rimaba).
Pero lo realmente preocupante no son los calcetines. El problema son los tupper. Los recipientes de los tupper los necesitan porque en su planeta todas las casas tienen goteras y no saben arreglarlas (si los arquitectos son calatravas, los albañiles son pepe gotera y otilio). Mientras los calcetines son inertes ante los Grumones, no pasa lo mismo con los tupper, y cada recipiente que consiguen transportar desde nuestro planeta al suyo, crea una inestabilidad de tres pares de grumones.
Ahora mismo nuestros planetas están separados por la espuma cuántica, en ángulo en relación con el plano del multiverso, pero ya no estamos a 90º, la última vez que lo medí estábamos a 89.69º y me temo que cada vez estaremos más alineados.
Cuando esto suceda..., la verdad es que no tengo claro lo que puede pasar, pero déjame decirte que según mis cálculos estaremos alineados a finales de diciembre de este año..., y aunque la precisión de mis ecuaciones no está muy clara, parece que será entre el 19 y el 23 del mes de diciembre o, como decimos mostrando el error estadístico, el 21 +/- 2 dias. Demasiada casualidad para que pueda sentirme tranquilo, la verdad es que mi mente científica empieza a ver co-incidencias por todos lados.
Después de lo que me explicó Takeshi, desde la mañana del día siguiente, aunque con resaca, me he puesto a destruir todos los tupper, acabo de visitar a mis vecinos y en lugar de pedirles sal les he pedido tuppers para, presuntamente, montar un picnic con mis catorce amigos y sus parejas, y claro, son tantas las tortillas y el lomo empanado que necesito muchos tuppers. Creo que ya he destruido cincuenta y siete de esos engendros. Desde aquí hago un llamamiento urbe et orbe, pasadlo por FB, por TW, incluso atreveos con el Tuenti o que lo hagan vuestros hijos, y escribidlo en el ADV, y compraos spray para hacer graffitis e inundad los muros de vuestra ciudad, y tatuaros "Destruid los tupper!".
Quizás ya esté todo escrito y estemos predestinados, pero creo que debemos intentarlo.
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Retales (but no re-tales)
Short StoryConjunto disjunto, asonante y difuso, de relatos y otros datos, micro-relatos, nano-poemas, y cualquier cosa que se me ocurra