El pueblo fantasma...

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Era viernes, una tarde de un gris plomizo, una bruma escocesa impregnaba el ambiente otoñal, y la humedad fluctuaba, no sabías si se quedaría en neblina o llegaría a cellisca, pero la visibilidad no iba a mejorar, casi no se veían las montañas que rodeaban el lago, era difícil distinguir nada a más de mil quinientos metros. 

Los chicos se empeñaron en dar un paseo con las barcas, dos sencillas zodiac de color amarillo limón y remos de color naranja. Las chicas pusieron cara de pocos amigos, pensando "en tierra firme no nos mojaremos ni pasaremos frío", pero se miraron y callaron, no querían oir las más que seguras bromas ni palabras como aguafiestas..., aburridas..., siesas..., saborías..., miedicas... 

El ruido era monótono mientras se adentraban en el lago, pero de pronto los chicos decidieron que había que jugar un poco y le dieron caña al motor, dando vueltas alrededor de la zodiac de las chicas, haciendo caballitos para asustarlas un poquito y levantando el agua en pequeñas olas, lo suficiente para que ellas dieran grititos y protestaran, aunque con una media sonrisa que hacía suponer no era más que un juego.

Al cabo de un rato de navegar llegaron al pueblo fantasma. 

En realidad el pueblo estaba bajo la superfície y solo se veía la torre de la iglesia, sin campanas, y parcialmente derruida. Pero cuando el pueblo fue llamado el pueblo fantasma aún no había ningún lago que lo cubriese.

Apagaron los motores al lado de la torre, y durante un rato escucharon el silencio y el tambor de sus propios latidos.

- Sabeis? - uno de ellos rompió el silencio - la gente del lugar comenta que el pueblo tiene un fantasma, uno que habita en la torre de la iglesia, uno que se dedica a tocar las campanas, unas campanas que no se pueden ver, pero que se oyen a varios quilómetros de distancia. 

- Sí, claro - se burló una de las chicas - y viste una sábana blanca y arrastra una bola negra encadenada a sus pies, y va gritando uuuh! uuuh! es escocés y se llama MacFerguson. Estas historietas ya no funcionan, ni es de noche ni estamos ante un fuego de campamento, y ya no somos unas niñas, eso quedó atrás, no volvereis a asustarnos como entonces. 

- No, no es nada tan tópico como una sábana y unas cadenas - negó quien había hablado del fantasma - en realidad dicen que se trata del alma de una joven, que según parece fue descuartizada en la iglesia como parte de un rito satánico en el que participaron las fuerzas vivas del pueblo: el maestro, el alcalde, el farmacéutico y el cura. Aunque primero la violaron de formas que mejor no os explico, no podríais escucharlo sin horrorizaros. En este lugar han sucedido cosas muy extrañas desde entonces...

De pronto se escuchó, en el inmenso silencio de la tarde gris y brumosa, el sonido de dos campanas, dos campanas de iglesia. Primero sonaba una..., taláaaan..., taláaaan..., y luego sonaba la otra..., tolóooon..., tolóooon...

Los tres chicos y las tres chicas se miraron, sus ojos mostraban miedo. Se abalanzaron sobre los motores para largarse de allí cuanto antes, no tenían ningún interés en buscar el origen de las malditas campanas, solo querían llegar a la orilla, desmontar las tiendas, llegar a los coches, y salir de allí a toda leche, y eso hicieron, salir a toda velocidad hacia la orilla, alejándose de la torre de la iglesia y de las campanas.

La mañana del sábado amaneció clara y con el cielo despejado, era un día menos húmedo que el del viernes, y el guardabosques hacía su ronda semanal por el lago, casi de rutina. Entonces lo vió, algo amarillo en la orilla. Cuando se acercó vio que era una zodiac con remos de color naranja, pero aparte del amarillo había rojo por todas partes, era rojo sangre porque dentro de la zodiac había tres cuerpos, desnudos, con marcas en muchos sitios.

Eran tres chicos, y los sitios donde había sangre y desgarros denotaban algo salvaje y a la vez sexual, como si alguien los hubiera utilizado en una bacanal orgiástica. Entonces se acordó de las historias que se contaban sobre el pueblo fantasma, sobre la joven que habían violado en un ritual satánico y que se dedicaba a tocar las campanas.

En realidad era una mentira que todos los lugareños explicaban, porque de esa manera nadie escuchaba la verdad, y asi todos vivian tranquilos, y siempre había campistas en el lago, y muchos eran chicos, y entonces los súcubos que vivian en la torre de la iglesia tenían siempre alguien de quien alimentarse. Aunque al final les extraían toda la sangre, sus víctimas disfrutaban de unas horas de sexo salvaje, desenfrenado, límite, en el que los orgasmos les salían por las orejas.

El problema eran las chicas..., en el siglo pasado las mataban y servían de alimento de jabalíes, pero ahora la liberación sexual comportaba chicas mucho más desinhibidas y mucho más sensuales y sexuales, y cuando los súcubos lo descubrieron, las empezaron a secuestrar, ahora han creado una nueva especie híbrida de súcubo y humana..., y son más..., y los lugareños se preguntan que pasará cuando los campistas de temporada no les sean suficientes. De momento el alcalde de los pueblos del lago está pensando en promover el turismo gay pintando de rosa todas las casas, y está estudiando si se puede construir un campo de golf al lado del lago.

Retales (but no re-tales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora