Jorge se echó a reir a mandíbula batiente. Entonces se cayó de la silla y se rompió la pelvis.
mmm...
???
mmm...
Madredelamorhermoso..., otra frase genial echada a perder..., otro puñetero final que se queda huerfanito de padre, madre y muy señor mío, a ver ahora como narices sigo...Quien me mandaría a mi pervertir las sacrosantas normas de la escritura y empezar la casa por el tejado al escribir primero el final, cuando todo hijo de vecino empieza por el principio...
Pero claro..., el señorito tenía que dárselas de autor ingenioso, y que todos sus relatos llevasen como marca de fábrica un giro inesperado, por eso iba guiando a los lectores en una dirección para, a párrafo y medio del final, usar un juego de luces y espejos, plantear un quiebro inteligente y dejarlos atónitos, boquiabiertos y patidifusos.
Sabía de escritores que parian primero el título y a partir de ahí desarrollaban la idea en un relato, otros solo ponían el turbo si conseguian hilvanar la primera frase, otros iban saltando de párrafo en párrafo hacia atrás y hacia adelante con cierto método bajo el aparente caos. Pero no había conocido a nadie, salvo él mismo, que construyera los relatos a partir del final de los mismos.
Eso quedaba muy excéntrico en las entrevistas, y como todas las excentricidades, la cultivaba con cariño, al fin y al cabo eso hacía que sus libros se vendiesen bien, muy bien, ya que si escribia y era excéntrico solo podia ser por su genialidad, no porque se le fuera la pinza de la ropa cada dos por tres, seis.
Pero toda desmesura tiene su fecha de pago, y para él había llegado la factura de la tarjeta de crédito de las letras, la WriterCard, y no tenia suficientes letras para pagar la letra que llegó. Asi que el proceso, aceptado en el momento en que firmó con su huella en sangre, puso en marcha los arcanos mecanismos.
Para empezar le embargaron las H, pero le dio igual ya que casi nunca las abía usado, asi que sus relatos no sufrieron casi nada. Después le embargaron las V, pero le dio igual, ya que el bibía muy feliz, bebía bino y no bacilaba en perbertir el lenguaje cuando le conbenía, aciendo de su capa un sayo.
Los abogados siguieron con el embargo, y se llebaron la LL, pero le dio igual, ya que él se ayaba cómodo escribiendo bersos en que la yubia de primabera mojaba los cabeyos de una rubia que corría desde su casa asta el Parque de Maria Luisa de Sebiya.
Tambien se yebaron la Z, pero le dio igual, ya que no escribia relatos marinos, asi que ebitaba usar berbos como sarpar o sosobrar, y si tenía que ablar de sambuyirse escribia sumergirse de un salto y susurraba: a la seta, ¡que la sursan!.
Oy se lebantó algo tarde, y bio que alguien abía deslisado una carta bajo la puerta, y yebaba el seyo de la firma de abogados que representaba a los de la WriterCard.
La frase era demoledora, definitiba y le sumbaban los oidos mientras empesaba a yorar al leerla y ber que le iba a ser imposible safarse de la cláusula del contrato.
***
Al fin y al cabo, si alguien lee, por mucha letra pequeña que sea, que se le aplicará un proceso nietzscheano, debería saber a qué se puede llegar a enfrentar. Pero claro, qué se puede esperar en esta época donde casi nadie lee nada más largo de 140 caracteres.
Al tipo le han dejado solo las vocales, en un gesto de magnanimidad, para que pueda gritar ¡Ai! ¡Ui!, que en el fondo no le sirven de nada, ya que no transmiten dolor sino que casi hacen reir.
Por eso, en un ataque de histeria, se ha echado a reir a mandíbula batiente, se ha caido de la silla, y se ha roto la pelvis.
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Retales (but no re-tales)
Short StoryConjunto disjunto, asonante y difuso, de relatos y otros datos, micro-relatos, nano-poemas, y cualquier cosa que se me ocurra